El marcaje a Carlos Soler: Un león enjaulado no ruge igual

La ausencia de un '6' puro privó al canterano de demostrar su despliegue ofensivo característico; Sufrió en tareas de contención y salida de balón, aunque fue mejorando; Cuando se abrieron huecos y se animó, creó peligro

Carlos Soler durante el ATHLETIC BILBAO - VALENCIA

Carlos Soler durante el ATHLETIC BILBAO - VALENCIA / EFE

Rafa Jarque

Rafa Jarque

La baja de Hugo Guillamón se antojaba un factor clave para el desenlace del partido y, efectivamente, así fue. Carlos Soler e Ilaix Moriba formaron un doble pivote improvisado, sin ser ninguno de los dos un pivote, y mucho menos jugadores de contención. Al canterano se le notó con unas ganas inmensas de acompañar el ataque en cada jugada que el Valencia conseguía correr. Indudablemente creó peligro en un par de ocasiones en las que pudo conducir con espacio, pero el lado negativo de sus incursiones radicaba en el otro lado del campo con el espacio que dejó.

El partido comenzó muy enérgico por parte de los hombres de azul. Cinco minutos tardó Soler crear la primera jugada peligrosa del Valencia tras una buena recuperación suya, demostrando que en labores defensivas también es un jugador notable.

Con el paso de los minutos, el Valencia fue perdiendo presencia en campo rival y las virtudes de soler como futbolista fueron en detrimento. Aún dejó algún detalle más de su soberbio potencial ofensivo con una gran incursión en zona peligrosa en el ecuador de la primea parte que volvió a encoger a más de un aficionado zurigorri.

Sin embargo, a medida que el Athletic ganaba peso en el choque, el partido exigía le mejor versión de Carlos Soler en tareas de salida de balón, y ahí fue cuando el valenciano comenzó a sufrir. Sin un '6' puro sobre el terreno de juego, él era el principal punto de unión entre defensa en ataque y en dichas labores pasó algún que otro apuro, como una pérdida muy peligrosa en el minuto 31 que cerca estuvo de abrir el marcador para los locales.

Salió con otra cara completamente distinta el equipo de Bordalás en la segunda mitad. Quizá el paso atrás de un Athletic que se veía con ventaja, o quizá el paso al frente de Carlos Soler e Ilaix, sustentados por la electricidad de Guedes y Bryan Gil, provocaron que el Valencia se hiciera dueño y señor del centro del campo. Por su puesto este cambio de tornas favoreció a Soler, que en tareas de creación cercanas a zonas peligrosas volvió a ganar protagonismo.

El canterano firmó un buen partido aunque, atendiendo al devenir del mismo, quizá siempre quedará la incógnita de qué hubiera pasado si hubiera estado sujetado por un '6' puro por detrás. La realidad es que el Athletic, en ciertos tramos del partido, dejó huecos atrás. Esos huecos con los que Soler se relame los labios. Sin embargo, la función de pivote que le tocó cubrir en este partido privó de ver a un Soler 'desatado', de ver a un león en libertad, donde más peligro genera. Un león enjaulado no ruge igual.