Mestalla, infierno y paraíso

España bate 1-0 a Italia en el estreno internacional de selecciones de un estadio valencianista a rebosar y que encumbra al ídolo local Eduardo Cubells

Mestalla, iluminado al atardecer

Mestalla, iluminado al atardecer / SD

Vicent Chilet

Vicent Chilet

El 14 de junio de 1925 ya queda grabado para la posteridad. A lo grande, con una descomunal puesta en escena, València se presentó al fútbol internacional de élite, para albergar en Mestalla el amistoso entre España e Italia, la primera gran cita de relieve del joven estadio valencianista. Un partido que se recordará por el ensordecedor ambiente de Mestalla, lleno con 17.000 espectadores y con otros 15.000 sin entrada, entre los aledaños.

Con este duelo, Mestalla empieza a labrar su fama intimidatoria con solo dos años de vida. El resultado, un 1-0 con un gol del joven Errazquin sostenido con una docena de paradas prodigiosas de Ricardo Zamora, queda en un segundo plano ante la vehemencia desatada del público valenciano, que copa todas las crónicas de los enviados especiales extranjeros y de los cronistas de Barcelona y Madrid. «Mestalla, antesala del infierno y del paraíso», describen, captando, ya entonces, el incandescente ánimo volcánico del recinto. El duelo también significa la exaltación enfervorecida del ídolo local Eduardo Cubells, que cumplía su tercera internacionalidad.

La organización del encuentro no ha sido para nada sencilla. Al conocerse la designación de València, la Federación Italiana pide información sobre Mestalla. A pesar de que el estadio solo lleva veinticinco meses abierto, los transalpinos recelan de la ‘mala fama’ asociada al campo, generada en las críticas de la prensa deportiva catalana al público valenciano. No hay que obviar el rápido crecimiento deportivo del Valencia FC, la enemistad indisimulada entre Zamora y el ariete Arturo Montes y una tensa eliminatoria de Copa en el mes de marzo, resuelta a favor del Barcelona, pero con la lesión del valencianista Rafa Peral en la ida y la expulsión de Samitier en la encendida vuelta en Mestalla.

El amistoso entre España e Italia, la primera gran cita de relieve del joven estadio valencianista

El amistoso entre España e Italia, la primera gran cita de relieve del joven estadio valencianista / SD

Sin embargo, los valencianos se vuelcan para recibir a la famosa Italia de Pozzo, con recibimiento caluroso en la Estación del Norte, seguido de varios actos, como una Garden Party en Viveros, con los que las autoridades agasajan a la Nazionale. Son los llamados ‘Ragazzi del 99’, que en 1917, al cumplir la mayoría de edad, fueron llamados a filas para combatir en la Primera Guerra Mundial. Arrastran, además, fama de gigolós.

Los jugadores españoles, antes del pitido inicial, se quedaron boquiabiertos al ver que sus rivales saltan a la arena de Mestalla con redecillas en la cabeza, para no despeinarse. Su estrella es el torinista Baloncieri, que pasó su infancia en Rosario, Argentina. El núcleo fuerte de Italia reside en la defensa, en el triángulo de acero del guardameta Gianpiero Combi, el lateral Umberto Caligaris y el central Virginio Rosetta, que en los años 30 liderarán a la Juventus. 

Sobre la media hora de juego, Errazquin aprovecha el rechace de un disparo de Cubells para marcar el único tanto del encuentro. En la segunda parte, la ofensiva de Italia es total, pero la labor de ‘Quesadita’, Pasarín y ‘El Gran Ricardo’ Zamora salvaguarda la ventaja. «Con once luchó Zamora y a los once venció», escribe Alarcón en El Mercantil Valenciano.