Los Mestallas que nunca fueron

Paco Roig presentó en 1996 un macroproyecto para ampliar el estadio con una capacidad de 70.000 espectadores. El siguiente boceto tenía una gran cubierta. Ninguno prosperó

En los últimos días de diciembre de 1996 el entonces presidente Paco Roig presentó un macroproyecto inicial para la ampliación del estadio

En los últimos días de diciembre de 1996 el entonces presidente Paco Roig presentó un macroproyecto inicial para la ampliación del estadio / F. Calabuig

Andrés García

Andrés García

El valencianismo está cansado de los imaginarse cómo será el Nou Mestalla en la Avenida de las Cortes. Cuatro proyectos y medio en quince años para hacer el nuevo estadio son muchos. Desde que el 10 de noviembre de 2006 fue presentado el primer proyecto faraónico parido por Juan Soler son demasiados los bocetos que se ha tenido que ‘merendar’ el aficionado. Sobre todo porque ninguno acabó en buen puerto. Todos tuvieron un denominador común: desde Soler a Peter Lim pasando por Manuel Llorente y Amadeo Salvo fueron recortando costes. El valencianista está harto de hacerse ilusiones con bocetos que nunca fueron realidad. La historia se repite. 

Lamentablemente, esto no es la primera vez que sucede en la historia del Valencia. El viejo Mestalla pudo ser muy diferente al que este 20 de mayo de 2023 celebrará sus cien años de vida en la Avenida de Suecia. En los últimos días de diciembre de 1996 el entonces presidente del Valencia Paco Roig presentó un macroproyecto inicial para la ampliación del estadio. El Consejo de Administración se reunió en las oficinas del club con la presencia incluso del entonces presidente de la Agrupación de Peñas del Valencia, Rigoberto Llí, para presentar un boceto grandioso dispuesto a cambiar la fisionomía de Mestalla para siempre.

El ambicioso proyecto llevaba la firma del despacho del entonces consejero Enrique Roig y Francisco Nebot. El primer boceto contemplaba una capacidad de 70.000 espectadores. La misma que exigen ahora las instituciones a Meriton. La historia se ha repetido tres décadas después. Aquel proyecto nació por el aumento de masa social que había experimentado el club en los años noventa y la situación económica crítica que atravesaba la entidad. Como ahora. Además, la nueva reglamentación obligaba a reducir el aforo en 8.000 localidades por la desaparición de las entradas de pie.

La solución a todos los problemas del club fue un proyecto de Mestalla con un tercer anillo que contaba con torres de acceso con oficinas para vender o alquilar y un pasadizo lleno de palcos privados alrededor de las gradas para aumentar el valor de la marca Valencia CF y generar ingresos extraordinarios al club. Aquel proyecto espectacular tenía un coste estimado de 25 millones de euros y se contemplaba una edificabilidad de 40.000 metros. Ilusionaba tanto que el club envió al boceto a sus accionistas como felicitación de Navidad.

Aquel proyecto faraónico, en medio de la tensión social por la ampliación de capital que planeaba Roig, duró semanas. Las negociaciones con el Ayuntamiento y los grandes accionistas obligaron a rediseñar el proyecto reduciendo las torres y los niveles de palcos. El nuevo presentado por José Esteban Peiró y las constructoras Fomento y Cubiertas era igual de espectacular: totalmente blanco, con una enorme cubierta, un edificio en la Avenida de Suecia y más graderío. El final fue el mismo. Tampoco hubo dinero para financiarlo. El presupuesto se fue recortando hasta que aquel macroproyecto acabó convertido en el estadio que todos conocemos y que hoy cumple cien años. Son los Mestallas que nunca fueron. Los que ilusionaron a la afición del Valencia y que nunca acabaron de ser una realidad. Una historia que al valencianismo le ha tocado revivir en la actualidad.