No fue un día cualquiera. Fue la noche del milagro. Uno de esos partidos en los que juegan muchos más que los 22 privilegiados con la fortuna de pisar la hierba. El Valencia-Basilea quedará en el recuerdo como la demostración del poder que pueden tener las palabras de un entrenador si calan profundamente en el corazón de su equipo y, sobre todo, en el alma de la afición. Juan Antonio Pizzi, el ‘Lagarto’, apeló pronto a la esperanza, pocos días después de la derrota por tres goles a cero en la ida de cuartos de final, jugada a puerta cerrada en St. Jakob Park por el comportamiento violento en los octavos de los hinchas locales.

«En la ida tuvimos ocasiones y no las metimos, pero... ¿y si las metemos? ¿Y si la gente ayuda y si nosotros estamos finos y el equipo rival no se siente cómodo? ¿Por qué no vamos a pasar? ¿y por qué no podemos ganar 3-0 o 4-0? Dime un motivo por el que no podamos hacerlo», dijo el técnico argentino con la vehemencia de quien cree firmemente en su mensaje, de quien no habla por hablar ni por contentar a nadie. La afición del Valencia recogió el testigo, el primer paso hacia la ‘reAMUNTada’ que había dado el entrenador del equipo.

El 10 de abril eran las siete de la tarde cuando el autobús del equipo se acercó lentamente a Mestalla por la Avenida de Suècia. En los aledaños del estadio había más ambiente que de costumbre. Y, contra todo pronóstico, la entrada fue muy buena. Aquella tarde sirvió para que los jugadores del Valencia 2014 vivieran y sintieran en sus propias carnes de qué es capaz el valencianismo. Algunos lo reconocieron después del encuentro, consumada la remontada: «No había vivido nunca nada así, en cuanto el autobús llegó a Mestalla y vi a toda la gente esperándonos me di cuenta de que la remontada era posible. Me di cuenta de que hasta ese momento decía que creía en la remontada, pero realmente no creía como lo hice en ese instante».

Del partido, por encima de los tres goles de Paco Alcácer, la tensión, la colección de tarjetas en ambos lados y 30 minutos de prórroga, quedarán los rostros de alegría en la grada. La euforia de Mestalla que se veía cerca de una nueva final europea después de unos cuantos años de padecimientos. La ilusión se convirtió en lágrimas en la siguiente ronda de semifinales: Un gol de M’Bia en el último suspiro de la eliminatoria sacó al Valencia de una final de la Europa League, la de Turín, que se tenía ya en las palmas de las manos. Capítulo trágico que tiró por tierra otra remontada épica, pero que fue incapaz de empañar lo conseguido aquella noche de abril en Mestalla con el 5-0 al Basilea.

Dos goles de Alcácer (38' y 70') y uno de Vargas (43') abrieron el camino de la prórroga, en la que el conjunto valencianista marcó dos tantos más. De nuevo Alcácer, en el minuto 113, y Juan Bernat, en el 118, encendieron la traca con la que el Basilea explosionó atemorizado por la fuerza de Mestalla. Todas las dudas del equipo desaparecieron tras el primer gol de Paco Alcácer. A partir de ahí el Valencia fue todo un vendaval liderado por el empuje de todos y el olfato goleador del de Torrent.

Ficha técnica:

5 - Valencia: Guaita, Joao Pereira (Piatti, m.109), Javi Fuego, Mathieu (Ricardo Costa, m.82), Bernat, Parejo, Keita, Feghouli, Vargas, Fede Cartabia (Jonas, m.76) y Paco Alcácer.

0 - Basilea: Sommer, Xhaka, Schär, Sauro, Safari (Embolo, m.116), Feri, Elneny, Serey Die, Díaz, David Degen (Aliji, m.61) y Delgado (Sio, m.53).

Goles: 1-0, m.38: Paco Alcácer. 2-0, m.43: Vargas. 3-0,m.70: Paco Alcàcer. 4-0, m.113: Paco Alcácer. 5-0, m.118: Bernat.

Árbitro: Viktor Kassai (HUN). Amonestó por el Valencia a Feghouli, Keita, Vargas, Paco Alcácer y Bernat y por el Basilea a Safari, Elneny, Schär, Díaz y Xhaka. Expulsó con roja directa al visitante Diaz (m.101) y por doble amonestación a Sauro (m.104).

Estadio: Mestalla, ante 36.000 espectadores.

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