Javi Gracia no era la alternativa más popular para tomar el mando del Valencia (desde el banquillo), pero la apuesta tiene sentido y carga de profundidad. Por contexto, por personalidad, por madurez, por trayectoria y por conocimientos, puede recuperar la lógica perdida en el proyecto. En una encuesta reciente, los lectores de Superdeporte le dejaron como cuarta opción , por detrás de Laurent Blanc (10% de los votos), Rubén Baraja (16%) y Bordalás (68%). Gracia se quedó en el seis por ciento de los clics entre 14.972 participantes. Pese al handicap inicial, las bajas expectativas y el desencanto, incluso la herencia recibida, pueden jugar a su favor. El navarro es un tipo práctico e inteligente; sabe lo que significa el Valencia, está al tanto de todo lo que ha sucedido y va a suceder, es consciente de lo que se sufre en Ipurua y de la exigencia de Mestalla.Tiene hambre, ambición positiva. La sintonía con Corona es total y guarda un valor, pese a que Anil Murthy esté en lo alto de la piramide. Este desafío es uno de los más importantes de su carrera, el Valencia está en otro escalón. El objetivo es recuperar el estatus perdido, crecer de la mano.

Si fuera 2016 y llegase desde el Málaga de Pablo Fornals, Camacho, Recio, Juanpi o Chory Castro estaríamos hablando de que el Valencia está fichando a uno de los entrenadores con más proyeción del fútbol español... Sería como fichar ahora a Diego Martínez (Granada), pero con el suplemento de los éxitos, de las decepciones, de haber ganado y haber sufrido en Rusia o en la Premier League inglesa, donde llegó a sonar para dirigir clubes de alto standing tras llevar al Watford a una histórica final de la FA Cup y -sobre todo- dotar a los Hornets de una personalidad clara. Eso fue hace nada. La aventura terminó de forma abrupta y sorprendente el pasado mes de septiembre, tras tres derrotas en cuatro jornadas. [Así ha sido la carrera de Javi Gracia hasta llegar al Valencia CF]

Identidad y versatilidad

La capacidad de adaptación es la propiedad que mejor define a Javi Gracia. La idea de juego del míster navarro cuadra con el tipo de fútbol que culturalmente gusta en Mestalla: pragmático, funcional, dinámico, agresivo, vertical. En ese sentido, encaja. Se adapta al medio, al campeonato y al adversario. Esto es fundamental en su abecé. Su Málaga -referencia ideal- fue uno de los equipos más completos y más competitivos de LaLiga y lo hacía a través del estudio de las cualidades del rival, al detalle. En el Watford mantenía la tradición británica (patada y carrera) con conceptos más continentales; juego directo y muy físico mezclados con argumentos más sofisticados en el pressing y en las transiciones rápidas para atacar bien los espacios. Gracia monta equipos reconocibles, pero su sello es la versatilidad. Hay conceptos coincidentes siempre desde sus inicios el juvenil del Villarreal, en el Pontevedra o el Cádiz, pero aplicados con matices diferentes en el Almería, Osasuna, en el Málaga o en Inglaterra. La dedicación en el trabajo siempre es la misma. Si la preparación del partido a partido es sustancial, todavía lo es más el futbolista, la adaptación al tipo de plantilla y a las necesidades del club. Con Al-Thani, en La Rosaleda, se encontró con un proyecto en plena fase de transición y de recortes económicos (como el que se va a encontrar en el Valencia) y supo reciclar la necesidad en virtud, tanto que estuvo cerca de meterse en Europa League. Cuadra y cuadra por el equilibrio que encontró en el apoyo de futbolistas expertos (Weligton, Duda, Camacho) con oportunidades para gente joven de la casa como Samu Castillejo, Juanpi, Pablo Fornals o Javi Ontiveros, al que lanzó con 18 años. Encaja con el discurso pro cantera.

La aclimatación le permite mejorar plantillas y alcanzar cotas de máximo rendimiento de sus futbolistas, pero también convivir con personalidades potentes y conflictivas y amortiguar o normalizar situaciones de crisis. En Grecia sufrió impagos; en Málaga, el jeque Al-Thani parecía menos malo y en el Watford resistió hasta donde pudo con el italiano Gino Pozzo... como Quique, Walter Mazzarri o Marco Silva. Javi Gracia no tiene experiencia en clubes o en vestuarios de transatlánticos, pero los entrenadores que han triunfado en el Valencia tampoco la tenían. Se ha dado golpes potentes, ha sufrido descensos y despidos.

Javi Gracia es un entrenador de mentalidad abierta, no cree en las verdades absolutas. Para él, siempre hay cosas que valorar, siempre hay que tener los ojos bien abiertos para ver qué hacen otros, para aprender y mejorar, siempre hay cosas que aprender. El paso por el Rubin y el marco táctico ruso, con defensas cerradas, también le hizo replantearse cuestiones. Su cuerpo técnico es de mucho nivel. El entrenamiento va a recueprar valor y exigencia. La preparación física es sustancial por su forma de jugar. Su ideal pasa por armar equipos que muerdan en campo contrario y manejen el pressing con inteligencia, que busquen el ataque rápido.

Nunca en tierra de nadie

La posesión de balón tiene que tener un sentido y no puede convertirse en una ventaja para el rival o en un foco de pérdidas y errores. Sus equipos son capaces de bajar el ritmo y defenderse con balón o pueden tener porcentajes de posesión bajos porque la prioridad es presionar y salir. Puede haber pressing alto o repliegue intensivo. Puede cerrar espacios en campo propio, con fases de presión y contragolpes que progresen por banda. En el Watford, su equipo sufría en defensa, aunque más por calidad individual que por estructura, sin embargo, encontraba fácil el gol. En Málaga montó un equipo eléctrico, con desborde, llegada y espíritu ofensivo. Javi Gracia parte de una base y después trabaja soluciones constantes en función de cada partido. Así ha competido y ha ganado a los grandes.

Lo que no hace nunca es producir dudas y quedarse en tierra de nadie. Ese es su objetivo, que el futbolista se sienta protagonista y que esté organizado, que tenga herramientas para saber qué está pasando. El ambiente de confianza es determinante, tiene que ser recíproco entre todos y todas las partes. Aquí tendrá que renovar los lazos.

La reconstrucción y las bases

Javi Gracia parte del 4-4-2, pero ha utilizado el 4-2-3-1 y una modalidad más centrocampística del sistema con dos interiores escoltando a un pivote en una sala de máquinas a cinco o a cuatro. Ha tocado el 4-3-3 y también la defensa de tres centrales. En ese sentido, nada que ver con el inmovilismo de Marcelino. El resultado es la prioridad, pero la adaptación es la diferencia. El 4-4-2 admite dos jugadores de 'enlace' en las bandas o extremos puros, incluso una versión con mixta, a lo Marcelino, con un Guedes y un Soler. Un puñal más una conexión con la medular. Arriba puede jugar con dos puntas rápidos y de movilidad o mezclando: nueve boya con un Gerard Deulofeu o un Nordin Amrabat, al que reconvirtió en punta con éxito. Los laterales tienen protagonismo y suelen aparecer en campo contrario (en el Valencia lo tiene garantizado), sobre todo, si el sistema pasa funde cuatro en el medio y libera los carriles. La intensidad y el dinamismo de los dos mediocentros es fundamental. En su versión ideal lo hemos visto con Abdoulaye Doucouré-Étienne Capoue y con Camacho más Recio, en el Málaga. Por discurso, por forma y por fondo, Javi Gracia está destinado a sorprender... para bien.