Las cinco primeras jornadas han estado marcadas por los picos de sierra, por momentos donde se ha dado una buena versión como equipo -compacto, con las ideas claras- y momentos de colapso, de fragilidad galopante, de no saber cómo atacar al rival. Real Sociedad y Betis dan la medida de esa bipolaridad. Por las circustancias y por las carencias, entrenador y jugadores manejan un margen de error estrecho, necesitan una gran versión colectiva y un tono individual notable, necesitan clavar el plan de partido y la gestión del partido. Futbolistas como Maxi Gómez o Soler lo han expresado en los postpartidos, el Valencia CF puede perder, el contexto que les reodea es mejorable, pero el Valencia CF no puede permitirse el lujo de no competir.

La cuestión tiene múltiples ramificaciones y pone la intensidad en el foco

. La diferencia entre lo que se vio ante el Huesca, lo vivido en San Sebastián y el desplome del Betis está ahí, no sólo por la derivación defensiva o estrictamente física, también por el ramal -conectado- que afecta a la mentalidad, a la capacidad de sufrimiento, a la contundencia, al atrevimiento, a la activación, para defender y para atacar, con balón y sin balón. "El Valencia tiene que luchar por conseguir la victoria, siempre tiene que estar metido en el partido y no se puede dejar esa sensación que vimos ante el Betis, cuando fuimos incapaces de hacerles daño y ellos nos hicieron bastante", Soler lo ha dejado más claro que el agua.

Sensación de desplome

La verticalidad, el ataque rápido, la presión inteligente y la acción en campo contrario forman parte del compromiso identitario del cuerpo técnico y hasta ahora sólo se han visto a fogonazos. No es un objetivo inalcazable, como se ha visto ante Real Sociedad o en la segunda parte ante el Levante. Los números y las sensaciones insisten: como mínimo, el Valencia está obligado a ser igual o más agresivo que su adversario. Aquí la agresividad es parte de la táctica y funciona como eje vertebrador del modelo de juego. El Valencia no está preparado para dominar con balón, pero sí puede hacerlo desde la estrategia, desde la resistencia y el contragolpe.

La intención de Javi Gracia ante el Betis no quedó clara y así fue imposible replicar. Lo mismo sucedió ante el Huesca, también en Mestalla. Puede que el triunfo ante el Reale Arena disparase las expectativas y confundiera los términos. Es pronto para según que tipo de pulsos, para jugar de tú a tú. El bloque de Manuel Pellegrini venía de caer ante Getafe y Real Madrid, pero había arrancado ganando a Granada, Alavés en Mendizorrotza y Valladolid. Las sensaciones siempre habían sido buenas y en Mestalla dio un golpe de mando. Pellegrini presentó un equipo muy simétrico, equilibrado, que trabajó muy bien las superioridades. Por banda derecha presentó a Joaquín más Emerson, más Fekir... una locura para Gayà y Guedes. Así se generó el primer gol. Fue duro ver a Canales, en defensa y en construcción, como esa figura que no tiene el Valencia. Clave en esa red de sociedades, los verdiblancos atraían la atención por derecha para explotar la izquierda, con Tello y Álex Moreno. Así llegó el segundo gol, con Joaquín atravesando a Kondogbia.

El Betis era y es un gran rival

El Valencia no encontró respuesta. La zona de ocupación del Betis fue al 80% en campo rival. Con balón generó mucho peligro (17 remates), por orden, dejando pocos espacios, listo para recuperar y salir tras pérdida, tirando de 'buen trato de balón' y de verticalidad. El bloque de Pellegrini tuvo una velocidad más, tuvo cambio de ritmo y de intensidad. De las 14 faltas cometidas, nueve fueron en campo del Valencia y sólo dos en el tercio defensivo, Fekir y Sanabria sumaron tres por cabeza. El francoargelino -liberado en la mediapunta- sólo sufrió una, siete de nueve en regates. Todo malas señales para el Valencia en cuanto actividad, propia y del rival. Canales, siete recuperaciones. Joaquín y Guido Rodríguez, seis recuperaciones. La primera y la seguda línea del Betis devoraron al Valencia, sin soluciones, con y sin balón, en ataque y en defensa.

Pilas puestas y cargadas

El desplome físico fue total... En una semana de tres partidos y con una plantilla justa, el desgaste físico se sintió en general y en jugadores como Kondogbia o Wass (vitales), otros no estuvieron a la altura. Gameiro hizo de delantero satélite y de nuevo se echó de menos la figura de un tercer centrocampista, de un mediapunta... como ante el Huesca. Gracia tiene todo que ver en la decisión; la presencia de Soler puede ayudar con la solución.

Es tendencia, cuando baja los parametros estadísiticos que tienen que ver con la intesidad defensiva -presiones, entradas (tackles) e interceptaciones-, baja el rendimiento, bajan los remates producidos y suben las ocasiones del adversario. Ante la Real sucedió lo contrario y no por casualidad Jaume Domènech habló de identidad en construcción a partir de esa línea. Son señales, en la misma dirección. El primer paso ante el Villarreal está marcado. El bloque de Unai Emery tiene otro carácter (abierto, presionante) y todavía huele a cemento fresco. Javi Gracia tiene a la plantilla entregada. Le toca exprimir cada recurso. La crisis interna posterior al cierre del mercado ha dejado fantasmas y desconfianza en algunos pasillos, pero el mensaje es que esta ventana internacional ha servido para cargar pilas y centrar el primer tiro hacia la solidez.