Después de una hora larga al filo de la navaja, el Valencia se terminó cortando con un gol en propia. Infortunio de Lato, pendiente a la vez de un centro tenso de Carrasco y de que Trippier no llegara por su palo. Habría necesitado una rodilla de ceniza para no desviar la trayectoria a la red. Que fuese así como el Atlético consiguió el botín no es sorpresa. Con sentido autómata y defensa de cinco, la entrada de Carrasco le sirvió a los del Cholo para cantar bingo.Un extra que ni siquiera habían encontrado al sacar a Joao Félix del banquillo.La influencia del belga fue notable en un equipo con bajas arriba y simplón como de costumbre. En el Atleti el 0-1 es hasta habitual. Ni siquiera es nuevo que no necesite ni marcar. Aunque para racanería, la de la propuesta de Javi Gracia.

Una vez más Doménech se erigió en el mejor, lo que habla de corrido del bagaje acumulado en el área de un Oblak que ayer pasó los apuros justos para conservar su liderato como el menos goleado. No hay manera de que Gracia acierte con la manta. Cinco remates y solo uno con verdadero peligro explican porqué el 0-0 parecía un premio. Es lo que ocurre cuando el objetivo se reduce a cazar la contra que no llega.

Que Doménech sea el destacado es desde hace tiempo una constante. También una peligrosa arma de doble filo. Aunque delante estaba el potencial del Atlético, el equipo de Gracia viene siendo el que más concede con independencia del rival y hasta del planteamiento. También cuentan los que llegan de lejos, pero le remataron nueve veces en la primera parte. En la segunda cuatro, pero a cambio de vender el alma al diablo. La parte positiva del desequilibrio es que está Doménech al quite, aunque por un simple cálculo de probabilidades tiene que ser protagonista. Por narices. Puso manos duras, bien colocado, ordeno y mando a la defensa y salidas decididas. Lemar lo encontró siempre, incluso con la trampa de que el balón mordiese la pantorrilla de Soler. También Giménez. Aunque la mejor intervención fue a disparo de Correa poco antes del descanso. Un gol que podría haberlo puesto todo patas arriba de cara a la segunda parte. A la postre ningún rojiblanco consiguió marcarle. Tampoco Joao, que le buscó tontamente el ángulo.

Pese a la lluvia de oportunidades, el partido no fue en absoluto un baño. Al menos hasta el último tramo, cuando más patente quedó la distancia entre uno y otro. Dominó el Atlético de cabo a rabo, pero el Valencia estuvo serio y ordenado. Además replegando bien. Pero se quedó corto. Encogido. Corriendo en defensa y de brazos cruzados en ataque a la espera de una moneda al aire que no caía. Ráfagas aisladas en las que destacó la figura del repescado Guedes. Para el portugués, como para Vallejo, hubo premio por los buenos minutos de Vitoria.El portugués no los desaprovechó; al agitador andaluz le sobraron. Del medio para arriba todo fue plano. Una pena desaprovechar así a Maxi. No le llegó ni un balón. Mientras tanto, Kang In aparcado.

Aunque en ocasiones fue pasado de vueltas, Guedes acabó casi todo lo que intentó y apareció de imprevisto por los escasos espacios que quedaban vacíos. De lo poco que echarse a la boca para contentarse. Era importante interpretar la partitura del partido y él lo hizo, aunque quien mejor lo leyó fue Racic. Se podría incluso haber coronado con un gol. El balón lo apaisó Musah y le dio sentido Soler, quien habilitó al serbio en una posición de centro. Por sorpresa optó por el disparo. Intencionado, tal cual aclaró la repetición. Un remate que a punto estuvo de sorprender a Oblak. Y es que el esloveno es mucho portero, también cuando no se las espera. La ocasión sirvió para expolsarse el dominio. La siguiente fue un casi autogol de Lemar, omnipresente en las dos áreas. Pero entre una y otra acción pasó un mundo.

El Atlético estaba armado hasta los dientes. Sin contemplaciones. Con Simeone no hay espacio para hacer la vista gorda en las faltas tácticas. Se mascaba la tragedia. Otra manopla de Jaume le cayó a Lemar, que solo con Wass tapándole chutó al muñeco tratando de asegurar portería. En esa jugada se rompió Guillamón. De camino al banquillo forzó la amarilla para cumplir ciclo lo que tarde en recuperarse.

Simeone, que ya había recurrido a Joao, apretó el acelerador con Carrasco y rescató a Kondogbia. El sonido virtual habría sido más realista con pitos. Gracia apuró y enseguida se entendió porqué. No consiguió nada con los cambios. Delanteros nuevos y Thierry por delante de Wass para modificarlo rápido en vistas de que no iba. Faltó respuesta y arrebato, lo que precipitó que el Valencia terminase el añadido deambulando. El VAR revisó con el tiempo cumplido un revés de Sobrino y el balón solo se avistó desde lejos en el área de Oblak. La distancia era de años luz.

Notas y stats del Valencia - Atlético