Fauna en peligro

Ruido submarino: tortura bajo el mar

Ballenas, cachalotes y delfines, amenazados por el estrépito acuático de los barcos y por los choques contra ellos

Piden reducir la velocidad de navegación en un 11%, lo que disminuiría notablemente el problema

Ruido submarino: tortura bajo el mar

Ruido submarino: tortura bajo el mar / Shutterstock

Verónica Pavés

Verónica Pavés

El ruido inunda el océano. Las idas y venidas de los barcos, las prospecciones en busca de hidrocarburos o la instalación de aerogeneradores en alta mar generan un estridente sonido que enloquece el fondo marino. Es un barullo que afecta a muchos peces y cetáceos, les obliga a desplazarse a otros lugares o los condena a vagar perdidos por el ancho mar. Ello es así porque ese ruido submarino impide que esos animales puedan comunicarse, de lo que depende su reproducción y alimentación, aparte de los daños directos que sufren en los casos más extremos. Las consecuencias del ruido son ingentes, lo que ha llevado a un grupo de científicos a alertar sobre sus impactos y a ofrecer soluciones.

Para hacerse una idea de cómo se transmite bajo el agua el sonido, los científicos afirman que, con el instrumental adecuado, se puede escuchar desde Europa cómo los barcos entran y salen del puerto de Nueva York, a miles de kilómetros de distancia.

Una de las alternativas para reducir el incesante sonido que el hombre ha llevado a las profundidades del mar es reducir un 11% la velocidad de los buques. «Los barcos son la principal fuente de ruido, pero con ese pequeño gesto podríamos reducir muchísimo el ruido», afirma José Antonio Díaz, miembro del consorcio Saturn y técnico de la Plataforma Oceánica de Canarias (Plocan). La Plocan es uno de los 20 centros que trabajan en el proyecto europeo Saturn (Developing Solutions to Underwater Radiated Noise), que lleva tres años investigando soluciones para mitigar el ruido subacuático.

El proyecto, liderado por la Fundación de Ciencias de Irlanda y organizado por University College Cork, involucra a un gran consorcio de participantes de la UE, con 20 socios en 10 países europeos, y cuenta con un equipo interdisciplinar integrado por expertos acústicos, biólogos marinos e ingenieros marítimos.

El creciente tráfico marítimo aumenta el ruido y las colisiones contra cetáceos

El creciente tráfico marítimo aumenta el ruido y las colisiones contra cetáceos / Shutterstock

La mayoría de barcos navegan a velocidades de entre 20 y 24 nudos, con lo que reducir un 11% su velocidad supondría que tuvieran que desplazarse a entre 18 y 21 nudos, suficiente para mitigar gran parte del problema acústico. «Pese a lo que se pudiera suponer, los barcos no generan ruido por su motor, sino por sus hélices», resalta Díaz.

«Pese a lo que se pudiera suponer, los barcos no generan ruido por su motor, sino por sus hélices»

En concreto, las hélices, al girar, producen burbujas que al explotar, generan ese incesante sonido que atormenta la vida marina. Y aunque bajar la velocidad es la solución más viable a corto plazo, los investigadores del proyecto Saturn creen que también se podría evitar gran parte del ruido si se modificara la «forma de la hélice, para que produjera una menor cantidad de burbujas», como insiste el investigador.

Reducir la velocidad de las embarcaciones también puede tener otras ventajas. Ya lo puso así de manifiesto en 2019 la consultora Reynolds Environmental Sustainability Consultants (RESC), que estimó que reducir la velocidad de los barcos en un 20% podría hacer disminuir su consumo de combustible más de un 24%. Esto, además de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, reduciría la contaminación acústica en un 67% y las muertes de cetáceos debido a colisiones con barcos en un 78%, según dicho informe.

Y es que una de las grandes amenazas que sufren cachalotes, calderones o ballenas son los choques con buques mientras se desplazan por el mar. Los daños pueden variar desde un simple arañazo hasta la total mutilación o muerte del animal, a menudo de forma lenta y dolorosa.

Ballena piloto, herida por la hélice de una embarcación de mediano tamaño

Ballena piloto, herida por la hélice de una embarcación de mediano tamaño / Francis Pérez

«Sordera permanente o temporal»

Existen grandes diferencias en los océanos en cuanto a niveles de ruido. «Comparamos las zonas vírgenes, sin ningún tipo de contaminación acústica, y aquellas con mayor actividad económica y de transporte marítimo», resalta Díaz. Entre ambas zonas había una diferencia de 10.000 veces más ruido. «Es una barbaridad», apunta el investigador del proyecto Saturn.

En comparación, sería como pasar de estar en un campo en el que solo se pueden escuchar los sonidos de la naturaleza a aparcar al lado de un reactor a punto de despegar. En España, la zona más afectada es la del Estrecho de Gibraltar, que atraviesan unos 300 barcos cada día. Es decir, uno cada cinco minutos.

"Hay zonas del mar donde hay tanto ruido como estar al lado de un avión a punto de despegar"

«El ruido submarino afecta a todas las especies», resalta José Antonio Díaz. Y es que, históricamente, se ha puesto el foco en los grandes mamíferos, como cetáceos y delfines. No es de extrañar, pues su comunicación se realiza a través de sonidos. Para ellos hay dos posibles impactos: uno físico, que les puede causar sordera permanente o temporal, y otro de comunicación, porque el «ruido se sobrepone» a sus ‘diálogos’.

Eso les impide escucharse, por lo que acaban alejándose del resto de su grupo o perdidos a la deriva. Pero no son los únicos afectados. El resto de peces también tienden a huir de los lugares muy ruidosos, lo que afecta tanto a los ecosistemas (que pierden uno de sus eslabones) como a las actividades humanas, como la pesca.

«El ruido es un problema poco conocido y es el momento de plantear soluciones», resalta Díaz. «Hay que avanzar y determinar con mayor precisión las medidas a tomar», sentencia.

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ENTREVISTA. Txema Brotons, biólogo marino y director científico de Tursiops

«El problema es que usamos el mar como si fuera una autopista»

A partir de 10 nudos de velocidad o 90 metros de eslora, un barco dispara su capacidad de matar cetáceos

Txema Brotons, durante una expedición científica

Txema Brotons, durante una expedición científica / Tursiops

Aunque el ruido submarino puede llegar a matar directamente a un cetáceo, lo más habitual es que los someta a un estrés crónico que los hace más vulnerables a cualquier otro impacto. Tursiops es una entidad que estudia este problema.

-¿Hasta qué punto afecta el ruido submarino a los cetáceos?

-El ruido que hacemos se concentra más en las bajas frecuencias, que es donde más se oyen los barcos. Esas bajas frecuencias tienen una capacidad de dispersión muy elevada y afectan más a unas especies que a otras. El rorcual común, por ejemplo, emite a frecuencias bajísimas y una marsopa lo hace a frecuencias más altas. Este ruido crónico, aunque no sea un impacto letal por sí solo, provoca un grado de estrés elevado y hace que estos animales sean más sensibles a otros impactos. Es como si tú tienes una herida y si, además, estás en una situación de estrés por lo que sea, esta herida verá multiplicada la posibilidad de infección.

-¿Este ruido puede llegar a ocasionar la muerte directa en algunos casos?

-Una prospección sísmica para buscar hidrocarburos [se realizan potentes detonaciones submarinas] sí puede ser letal si pilla a un animal a una determinada distancia. Un sónar militar sí puede provocar reacciones de huida que causen la muerte directa de animales de buceo profundo.

-¿Puede ser eficaz reducir la velocidad de navegación?.

-Reduciendo la velocidad, no solo reduciríamos el ruido, sino también el riesgo de colisiones con cetáceos. A medida que se vayan botando nuevos barcos, se puede pedir a la industria que haga diseños más eficientes. De hecho, que un barco haga mucho ruido a veces es señal de un mal funcionamiento del buque. Además, hay una miríada de barcos grandes que podrían ser a vela. Cristiano Ronaldo, por ejemplo, no navega en un velero. El problema es que usamos el mar como si fuera una autopista.

-El otro gran problema son las colisiones de barcos con cetáceos...

-Los barcos grandes son los que causan mortalidades más elevadas. No es lo mismo chocar con un velero de 12 metros que va a seis nudos que hacerlo con un yate de 25 metros que va a 30 nudos o un ferry de 120 metros a 24 nudos. La posibilidad de heridas letales aumenta con la velocidad y la eslora. Los estudios científicos fijan unos umbrales en los que hay un cambio muy pronunciado en la curva de supervivencia en caso de colisión, y son los 10 nudos y los 90 metros de eslora. Eso no quiere decir que un barco más lento o más pequeño no pueda matar también un animal. En nuestra última expedición, hemos visto dos cachalotes en una semana y los dos tenían marcas de colisión.

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Contacto de la sección de Medio Ambiente: crisisclimatica@prensaiberica.es