Fauna

El animal que duerme más de 10.000 veces al día, pero solo unos segundos cada vez

El pingüino barbijo sobrevive gracias a microsueños que acaban sumando más de 11 horas cada día

Un pingüino barbijo duerme un instante mientras cuida a sus polluelos.

Un pingüino barbijo duerme un instante mientras cuida a sus polluelos. / Margarita Gilardini / Science

Ramón Díaz

Ramón Díaz

Los científicos estaban desconcertados con los pingüinos barbijos (Pygoscelis antarcticus). No los veían dormir más allá de medio minuto seguido. Ni de día ni de noche. Así que un grupo internacional de investigadores se propuso descubrir el ‘secreto’ de esta especie. Porque ese "estado de desconexión ambiental" que es el sueño, según los científicos, podría realizar funciones restaurativas indispensables para el cerebro.

Los resultados de la investigación, publicados en la revista ‘Science’, han sido sorprendentes: los pingüinos barbijos no tienen sueños de larga duración; muy al contrario, sobreviven gracias a más del 10.000 de microsueños al día, que duran una media de 4 segundos, cada uno. Pero son tantos que acaban durmiendo más de 11 horas cada día.

Todos los animales complejos, desde la mosca de la fruta hasta la ballena azul, duermen. E incluso se descubría hace seis años que un a especie de medusa sin cerebro (tienen neuronas pero no sistema nervioso central) presentaba un comportamiento similar al sueño.

Pero, ¿qué son los microsueños? Son interrupciones de la vigilia de unos segundos de duración mediante el cierre de los ojos y el inicio de la actividad cerebral relacionada con el sueño. Hasta ahora, los científicos creían que los microsueños eran demasiado breves para proporcionar las funciones reparadoras del sueño. Ahora ya no lo tienen tan claro.

Un ejemplar de pingüino barbijo.

Un ejemplar de pingüino barbijo. / Pexels

"Cualquiera que haya conducido tarde por la noche probablemente reconocerá los microsueños, esos episodios de ‘sueño’ de unos pocos segundos de duración que aparecen, de manera no deseada, en nuestra atención que de otro modo estaría despierta", recoge el estudio. 

En algunos contextos, estas interrupciones de la vigilia son peligrosas, pero algunos autores ya habían expuesto la posibilidad de que si los microsueños proporcionan beneficios acumulativos del sueño, podrían ser útiles en animales que, de otro modo, necesitarían estar continuamente alerta

La siesta más larga, 34 segundos

Los autores de este último estudio, coreanos, franceses y alemanes, probaron esa hipótesis en pingüinos de barbijo reproductores salvajes, en el mar y mientras anidaban en la Antártida, mediante monitoreo remoto por electroencefalograma.

"Los pingüinos se quedaron dormidos más de 10.000 veces al día, durante sólo unos 4 segundos cada vez, pero aun así lograron acumular cerca de 11 horas de sueño. Su éxito reproductivo sugiere que esta estrategia les permite dormir lo que necesitan", destacan los investigadores.

Esas breves ‘siestas’ parecen ser suficientes para cumplir, al menos, algunas de las funciones reparadoras del sueño. La duda, que probablemente será objeto de una próxima investigación, es si ocurre lo mismo con otras especies y con pingüinos barbijos que no se reproducen.

De momento ya ha quedado demostrado que esas "siestas energéticas" del pingüino barbijo son más breves y frecuentes cuando está cuidando huevos.

Colonia de pingüino barbijo en la Antártida.

Colonia de pingüino barbijo en la Antártida. / lewnwdc77

"Si los microsueños son más que intentos fallidos de iniciar el sueño y cumplir funciones del sueño, entonces confiar en ellos podría ser una estrategia adaptativa en circunstancias ecológicas que requieren una vigilancia constante", como ocurre en el caso de las aves que cuidan sus huevos.

Los autores del informe estudiaron a 14 pingüinos que anidaban en una colonia en la Isla Rey Jorge, en la Antártida. Durante 10 días de observación, las aves nunca durmieron mucho. De hecho, la siesta más larga registrada fue de 34 segundos.

"Esto es lo más sorprendente e interesante: el hecho de que pueden lidiar con el sueño de forma fragmentada y continua, día y noche", señala el coautor Paul-Antoine Libourel, del Centro de Investigación de Neurociencia de Lyon en Bron, en Francia.

Electrodos dentro de los cerebros

Para recopilar datos sobre la actividad cerebral, los investigadores implantaron electrodos dentro de los cráneos de los pingüinos, lo que permitió a los científicos identificar cuándo las aves entraban en un estado de sueño de ondas lentas, que es la forma dominante de sueño en las aves y en los humanos.

Los pingüinos barbijos protagonizaron más de 600 breves períodos de sueño de ondas lentas por hora. Estos episodios se volvieron aún más cortos y más frecuentes cuando las aves cuidaban los huevos, "tal vez porque necesitan estar más alerta durante la incubación", sospechan los investigadores.

Tres pingüinos barbijos.

Tres pingüinos barbijos. / Unsplash

Antes de esta investigación ya era sabido que las aves duermen en periodos más cortos que los mamíferos. Pero los científicos esperaban que fuera necesaria una cierta cantidad de sueño continuo para la recuperación física y mental.

Los científicos están interesados ahora en las implicaciones para la comprensión del sueño en general. Señalan que aunque las siestas sean muy frecuentes, no parecen muy relajantes, dada su breve duración.

Los autores del estudio sugieren que, si el microsueño puede ser realmente reparador, quizás otras especies también dependan de él para descansar en situaciones en las que necesitan permanecer alerta.

"No sabemos si los beneficios del microsueño son los mismos en los pingüinos y otros mamíferos, como ratas y humanos", expone Libourel. Pero el estudio muestra "que al menos una especie es capaz de dormir así y comportarse normalmente, por lo que no veo por qué otras especies no podrían desarrollar la misma adaptación al sueño", añade.

Informe de referencia: https://www.science.org/doi/10.1126/science.adh0771

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