La mujer de Isco no lleva a su hijo al colegio porque lloró el primer día

La actriz asegura que para ella "es insostenible que esté llorando"

Sara Sálamo e Isco Alarcón

Sara Sálamo e Isco Alarcón / Instagram

SD

La vuelta al cole siempre es un momento complicado para los más pequeños de la casa. El proceso de adaptación después del verano o la primera toma con el colegio por primera vez es uno de esos temidos momentos para muchos padres en septiembre. Son muchas las opiniones y debates entorno a cómo es mejor llevar el proceso. En ese sentido, Sara Sálamo, la pareja del futbolista del Real Madrid, Isco Alarcón ha sido tajante y ha decidido no llevar a su hijo mayor, Theo, al colegio porque el primer día lloró.

La actriz canaria se ha mostrado "cien por cien de acuerdo" con la teoría de la psicóloga perinatal y psicoterapeuta Paola Roig sobre que "dejar a nuestras criaturas llorando el primer día de escuela no es normal" y así lo ha manifestado en las redes sociales. "Mi hijo de dos años sigue sin ir a la escuela porque se dio esta situación y para mí era insostenible que pasara por algo así", compartió Sara Sálamo en Instagram comentado el 'post' de Paola Roig.

En su 'stories' de Instagram la actriz explicó, sobre la teoría de la vuelta al colegio de los niños que defiende Paola Roig, que "estos jamás ha sido una crítica a las padres y madres que sufren esta situación". "Es una crítica al sistema. A los periodos de adaptación cortos y rigurosos (cada niño y niña tiene sus tiempos) y en algunos casos, inexistentes. A un sistema para el que la conciliación sigue siendo una utopía y en el que tanto madres como bebés sufrimos las consecuencias", explicó la pareja de Isco Alarcón. "Que sean pequeños no significa que sus lágrimas no valgan", reflexionó Sara Sálamo.

Críticas por su comentario

El comentario de la mujer de Isco ha generado cierta polémica en redes sociales donde muchas madres cargan contra la actriz alegando que está privando a su hijo de socializar con otros niños en la escuela infantil. La intérprete deja claro que no está preparada para desaparecer de la vista de su hijo para que pase “una, dos o seis horas llorando esperando a ver si vuelvo”. “No pienso que validar los sentimientos de mis hijos les convertirá en unos malcriados”, concluye.