Sacar a la Agrupación de Peñas de su sede en el Camp de Mestalla como represalia al comunicado de la pasada semana es una decisión que no admite demasiadas interpretaciones y que, al menos en el corto plazo, está claro que perjudica sobre todo a Anil Murthy, a Meriton, a Peter Lim y por extensión al Valencia CF. Un desahucio, además de innecesario y por muchas justificaciones que le pongan, que sirve para unir todavía a más valencianistas en contra de la propiedad. Una decisión con la que pierden una oportunidad más para demostrar que ellos, por muchos errores que hayan cometido en estos años, están por encima de enfrentamientos y venganzas. No es así porque aquí el que la hace la paga, en eso queda para la opinión pública la política que se gasta Murthy. Ojo por ojo. Ya no hay talante ni cintura ni mano izquierda cuando se trata de encontrar un equilibrio entre el poder accionarial de Meriton y las inquietudes y exigencias de los aficionados, representados -ahora sí- también por la Agrupació.

Diplomacia cero

He de decir que, aunque ya hubo advertencia días atrás, pensé que esta vez el presidente acabaría echando el freno y no haría lo que en el fondo todos esperábamos que iba a hacer. Es un auténtico misterio y cada vez se entiende menos su dedicación durante tantos años a la carrera diplomática para el gobierno de Singapur. Sin él no es fácil que Peter Lim vuelva a ganarse algún día el cariño o al menos el respeto del valencianismo, pero con él desde luego lo va a tener imposible incluso si logra superar la bola de partido que tiene esta temporada, con un proyecto deportivo a medio hacer y cuyo remate despierta muchas dudas.

Nou Mestalla

Ahora, el siguiente punto caliente son las instituciones. Anil Murthy se va a encontrar con Generalitat y Ayuntamiento, que le están pidiendo al Valencia CF un gesto que inspire confianza para encontrar una solución de manera conjunta al problema del nuevo estadio y de la ATE de Mestalla. A juzgar por cómo ha quedado el asunto de las peñas, cualquiera se atreve a aventurar en qué gestos estará pensando el presidente para convencer a Ribó, a Gómez y sobre todo a Puig para que le den el oxígeno que necesita.

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