El Levante entra en depresión (2-4)

El conjunto de Javi Calleja es remontado en casa por el Racing de Santander y dilata su crisis de resultados

Arana colocó el 2-3 y las opciones de victoria desaparecieron.

Arana colocó el 2-3 y las opciones de victoria desaparecieron. / F. CALABUIG

Rafa Esteve

Rafa Esteve

El sueño y, sobre todo, las ganas de volver a competir contra los mejores empiezan a decaer pese a que aún quede mucha competición por delante. Seguramente forme parte de la personalidad de los levantinistas, pesimistas por naturaleza, a los que no les importa sumergirse en una montaña rusa de emociones si su equipo es el motivo tanto de preocupación como de excitación. No obstante, es casi inevitable pensar que no corren tiempos de bonanza en Orriols, fruto de un Levante al que no le sale nada y al que le faltan las ideas. Por mucho que lo intente o por mucho que lo tenga todo a su favor. Extraño en un equipo que, en los primeros compases de competición, deslumbró durante los primeros pasos de su camino, pero que, a día de hoy, es totalmente irreconocible. La derrota ante el Racing de Santander, en medio de una remontada y de alguna decisión arbitral controvertida, inunda al equipo de Javi Calleja en el pesimismo más absoluto. No solo por el resultado, sino por las formas. Tan crueles como desesperanzadoras. Tan duro como difícil de asimilar.

Todo, tarde o temprano, termina convirtiéndose en una evidencia. Por mucho que cueste e independientemente de las trabas. El Levante, inmerso en una racha de resultados que le distanció de su ilusión de estar entre los que sueñan con volver a la élite nacional, no olvidó el escándalo del que fue víctima ante el Leganés, pero el fútbol, y toda la vorágine que le rodea, le obligó a reaccionar. A no arrepentirse ni a detenerse. Mentalmente fuerte tras tantos golpes, el combinado dirigido por Javi Calleja, desde el primer minuto, no negoció los puntos consciente de la importancia de sumar tres de golpe. Fue a por el Racing de Santander desde el principio, y así, empezó los primeros compases del encuentro por delante del marcador gracias a un tanto de Óscar Clemente. El ‘17’, moviéndose sobre el campo de Orriols con sutileza, y oliendo el desarrollo de las jugadas, detectó un balón muerto al borde del área, después de que Ezkieta sacase con el pie un lanzamiento de Dani Gómez, para marcar un gol que fue cantado en las gradas del Ciutat de València de forma eufórica. Entendible, tratándose de una afición que está siendo testigo de cómo a su equipo ni le están saliendo las cosas ni el viento corre a su favor.

Lograr una victoria nunca fue tan importante en los últimos tiempos. De hecho, descargar la rabia fue la mejor medicina para escalar hacia tres puntos que se complicaron en el ecuador del primer tiempo. Arana, recogiendo un pase entre líneas de Íñigo Vicente, que pilló desprevenido a Dela y a Vezo, definió a la perfección ante Joan Femenías. La asistencia, no obstante, fue precedida por una falta de Aldasoro sobre Clemente, pero Galech Apezteguía no se desvió del criterio arbitral que está azotando al Levante en las últimas semanas. La moneda volvió a sacar cruz, de la misma manera en la que el VAR sacó líneas milimétricas para desestimar un penalti del guardameta racinguista sobre Dani Gómez, al decretar que el ‘9’ inició su carrera en posición antirreglamentaria. Pese a ello, los granotas no dejaron de pelear por una ventaja que consiguieron en el descuento de la primera parte. Iván Romero, aprovechando la falta de contundencia en defensa del equipo visitante, ajustó el cuero al palo largo. El contexto fue idóneo, ya que el Levante se vio por delante en el marcador a poco del descanso. No obstante, lo desaprovechó de la forma más indecente posible.

Instantes después de la reanudación, Galech Apezteguía indicó otro penalti inexistente al interpretar que Álex Valle, en la línea del área, derribó a Arana. No obstante, el contacto empezó fuera de los parámetros de castigo. Enésimo escándalo que, por desgracia, ya no sorprende. Con más o menos justificación, el colegiado indicó una pena máxima que Peque colocó en el fondo de las mallas, para dar comienzo a una remontada que dejó helado a un Ciutat de València que no dio crédito en ningún momento. En quince minutos, el Racing de Santander se adelantó en el luminoso a través de un Arana que revolucionó el choque. No solo anotó el primero para los suyos y provocó el penalti del empate, sino que, a través de un movimiento de cadera con el que se deshizo de Dela, le dio la vuelta al encuentro. El 2-4, obra de Peque y a portería vacía tras un pase preciso de Íñigo Vicente, fue anecdótico en, nuevamente, una noche gris. El Levante lo intentó para, como mínimo, sumar un punto. Sin embargo, ningún efecto tuvo en un conjunto al que, definitivamente, ni encuentra soluciones ni le sale nada. Las alarmas vuelve a encenderse en Orriols.