El Levante comenzará mañana una semana clave. El partido contra el Girona está marcado en rojo en el calendario por muchos motivos, uno de ellos por la necesidad que atraviesa el equipo en estos momentos, con solo una victoria en los últimos siete encuentros y con la sensación de haber perdido esa frescura de la que disfrutaba el equipo en octubre. El éxtasis, los resultados y la racha desde que Paco López cogió las riendas del grupo granota en 2018 llevó a pensar incluso en Europa. De hecho, el cuadro granota durmió en puestos de acceso al Viejo Continente durante varias semanas pero la realidad vivida en el pasado más cercano obliga a poner de nuevo los pies en la tierra. El equipo es décimo por lo que no hay que alarmarse, pero el calendario de enero es exigente y por ello el duelo ante el Girona en el Ciutat se antoja vital. Sobre todo porque después está la eliminatoria contra el Barcelona en Copa del Rey y la visita al Wanda y al Sánchez Pizjuán, con el choque ante el Valladolid en Orriols por medio.

Curiosamente, la derrota en Pucela marcó un antes y un después en otra minicrisis que atravesó el equipo este curso. En aquella ocasión fue la quinta jornada consecutiva sin ganar y ahora el Levante acumula solo un triunfo en los últimos siete encuentros ligueros. Tres derrotas, tres empates y un triunfo, el logrado ante el Athletic, son un bagaje por debajo del nivel mostrado. Y es que el efecto 3-5-2, solución de urgencia tras la debacle en el José Zorrilla, se ha diluido. Por ello, el choque ante el Girona aparece como una oportunidad de oro para volver a mostrar el carácter de un equipo que ya vivió una situación similar y que salió de ella con doce puntos de doce posibles. Y en ese contexto hubo algo que fue vital: el apoyo del público.

La derrota en Valladolid llevó al Levante a afrontar el duelo contra el Alavés como una cita clave para encontrarse a sí mismo. En ese partido sin embargo las cosas no empezaron de la mejor manera posible. Rubén Sobrino en el minuto cinco abría el marcador y ahí apareció la respuesta de la grada. El Ciutat de València comenzó a gritar «Levante, Levante» al unísono y antes del descanso el conjunto dirigido por Paco López ya había dado la vuelta al marcador. Además con goles de los carrileros, Jason y Toño, la gran novedad en el choque ante el cuadro babazorro. Esa reacción de Orriols fue clave como así reconoció el entrenador en rueda de prensa. Y ahora, en una situación similar, el estadio debe marcar el primer gol para poder superar a un Girona que aterriza empatado a 22 puntos pero que tampoco está en su mejor momento, tras no sumar una victoria en los últimos cuatro partidos ligueros.

Por ello, el Levante debe aprovechar las dudas del equipo catalán y sobre todo, tiene que meter distancia con las posiciones de descenso, actualmente a siete puntos, aunque el Villarreal tiene un partido menos. El grupo, que también se ve más cerca de Europa que del descenso, es consciente sin embargo del difícil calendario y de la importancia de los tres puntos ante el Girona. Porque de fondo esperan el Barça en Copa y la salida al Wanda. Después llegará el Valladolid, que solo ha perdido dos partidos a domicilio y el Sevilla, tercero en LaLiga, en el Pizjuán.

La pizarra de Paco López

El técnico granota fue el gran responsable del cambio de rumbo en la última minicrisis. Cuando el centro del campo echaba en falta el equilibrio de Lerma. Cuando la defensa no lograba cerrar la puerta. Ahí, tras una dolorosa derrota en Pucela, el equipo se vistió con un nuevo sistema: el 3-5-2. Ese dibujo dio cuatro victorias seguidas. Y más allá de los 12 puntos, vitales este curso, la capacidad del técnico para mostrar valentía en un momento de dudas fue otra gran noticia. El reflejo de que en su libreta hay soluciones y si toca cambiar de piel no hay problema. Se cambia. Así lo hizo también en Vallecas. Ante el Rayo volvió al 4-4-2 aunque en esta ocasión no tuvo el resultado esperado.

Contra el Girona estará de vuelta Cabaco y podría volver a la defensa de tres o bien seguir apostando por un 4-4-2, el ADN de Paco a su llegada. La variedad de sistemas da mayor riqueza al equipo y a su vez se convierte en el arma perfecta en un mes clave, que puede volver a levantar al equipo o generar un contexto opuesto al imaginado hace tan solo unos meses.