Opinión

Aprovechar la oportunidad

He testeado con seguidores granotas su sentir tras los últimos resultados, y me llama la atención como ha vuelto a subir la dosis de ilusión en el entorno levantinista

Javi Calleja, en rueda de prensa

Javi Calleja, en rueda de prensa / F.Calabuig

Primer lunes con fútbol de la temporada. Para bautizarse de manera plena en todos los horarios posibles, el Levante abrirá el Ciutat el lunes en un día que afortunadamente no debe restar afluencia al campo por la festividad del 1 de noviembre.

Es un día atractivo en el Ciutat. Como me gusta hacer, he testeado con seguidores granotas su sentir tras los últimos resultados, y me llama la atención como ha vuelto a subir la dosis de ilusión en el entorno levantinista. La catastrófica derrota ante el Racing marcó un punto de inflexión extremadamente peligroso en la temporada. Más allá de mostrar enfado, que lo hubo, cierto sector de la afición cayó en el pesimismo y la resignación. Aunque días después se ganó al Mirandés, la entrada ante el Leganés no fue la ideal, y algunas de esas localidades que siempre estaban ocupadas, quedaron desiertas. Un detalle preocupante teniendo en cuenta a las alturas del campeonato en la que estamos y lo mucho que hay en juego en todos los sentidos para el club. Porque no hay que olvidar que el Levante sin su gente no es nada.

Días después de todo aquello llegó el duelo de Ibiza. El comienzo no podía ir peor. Gol en contra, expulsión de Pablo Martínez y un juego que emulaba la peor versión con Nafti en el banquillo. Sin los planos a Javi Calleja, muchos pensábamos que nada había cambiado, que el año iba a ser de sufrimiento y que se podía hacer eterno. El gol de Jorge De Frutos lo cambió todo. Ese destello de calidad al filo del descanso sacudió al bloque y encendió la luz. Ahí apareció Calleja, que con la adversidad que supone hilvanar un choque con un jugador menos, puso en escena a un Levante bregador, coordinado, mordedor e incisivo. Bouldini, sacó su versión de colmillo, Montiel, demostró que debe ser pieza intocable en el once, Iborra o Pepelu mostraron autoridad en la medular, y el resto, exhibió oficio. El necesario para inutilizar y bloquear a un rival, que pese a ser superior en lo numérico, fue inferior en todo.

No me alegré por el despido de Nafti. Ninguno, o al menos muy pocos lo habrán hecho, porque al margen de ser un entrenador es una persona, y una pérdida de trabajo no es motivo de celebración. Esto no quita que por el bien del Levante, que es lo notorio, era lo mejor que podía ocurrir. Con Calleja se ha visto una identidad, un cambio de mentalidad, un trasfondo de equipo grande, como lo es el Levante en la categoría. Una plantilla que debe mostrar en el césped cada partido que es más poderoso. Esto redunda en un subidón para el aficionado. Si la tristeza y la incertidumbre se habían apoderado del Ciutat ahora hay una nueva esperanza a la que aferrarse, una esperanza tangible y eso que solo lleva Javi Calleja un partido y que queda un universo por delante.

Así es el aficionado granota. Con muy poquito va a estar al lado de los suyos dejándose la voz, intimidando al rival, haciendo kilómetros porque es el gran valor del club, como lo deben ser Calleja y los jugadores. Llegados a este punto es la hora de dejar los malos augurios a un lado. Han sido muchos meses de padecimiento. Ahora que parece despejar un poco es la hora de permitir que el halo de optimismo se asiente de una vez por todas y que el levantinismo sonría porque lo merece, vibre con los goles y se vaya a casa orgulloso de su club. Nos desperdiciemos esta oportunidad.

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