Calvario interminable

Las lágrimas de Elena son las del miedo, la tristeza y la impotencia. Y ojalá no sean la antesala de nada

Elena, la aficionada viral del Valencia CF tras la derrota en Almería

Elena, la aficionada viral del Valencia CF tras la derrota en Almería

Rafa Marín

Rafa Marín

Pasó la Semana Santa pero no el calvario. Un suplicio interminable, especialmente para la afición. Valencianistas como la joven Elena, cuyas lágrimas virales son la imagen de la tristeza, el miedo y la impotencia. Y ojalá no se conviertan en la antesala del descenso. Porque, si nada cambia, desgraciadamente es ahí a donde tarde o temprano conduce la gestión de Lim. No es culpa de Baraja, que hace lo que puede y no ha engañado a nadie. Tampoco del equipo, víctima de las negligencias continuadas en los mercados de fichajes.

El único responsable es el máximo accionista. Y, por extensión, no solo los que lo ejecutan sino los que blanquean su discurso. El tufo a Segunda no había sido tan insoportable como ahora a raíz la final perdida en Almería. Una derrota que no es definitiva pero sí el aviso más serio de lo que puede ocurrir si la reacción no llega a la mayor brevedad. Tan apurada es la situación que, con 10 jornadas por delante y más allá de las cábalas con el golaveraje, un revés el próximo domingo ante el Sevilla podría precipitar el trauma de dejar de depender de sí mismo. A la vista de que con lo que se está haciendo no alcanza contra los rivales directos, sobre todo a domicilio, no habrá mejor arma que Mestalla y el escudo. El dilema entre bajar y que se vaya Lim o salvarse y que se quede no puede llevar a engaño. El Valencia en Primera. Y a seguir con la pelea.

Movimientos

La victoria en la batalla social está asegurada. Pero la guerra se libra en más frentes. Por ejemplo en el político, donde con la proximidad de las elecciones locales y autonómicas se prepara una lucha encarnizada. También en las instituciones deportivas, desde la RFEF a LaLiga con el asunto del arbitraje y el intento por parte de los clubes de apropiarse de sus competencias profesionales. Aunque cause hasta reparo, el VAR se ha convertido en un azote de muchos. Pero lo es aún más para un Valencia al que después de los penaltis por alto sobre Kluivert y Diakhaby no le queda otra que lamerse les heridas. Apenas quedan equipos que se precien, uno de ellos el Valencia, sin comunicado oficial de protesta.

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