Algo pasa en la RFEF

Rubiales y Medina Cantalejo tienen mucho trabajo por delante, pero visto lo visto parece que no hay ningún interés en que el fútbol español sea atractivo. Sino todo lo contrario

Los jugadores del Valencia CF protestando a Del Cerro Grande

Los jugadores del Valencia CF protestando a Del Cerro Grande / Francisco Calabuig

Pablo Leiva

Pablo Leiva

En la vida, no solo en el fútbol, hay que dar la cara y explicaciones. Eso es precisamente lo que jamás hace el estamento arbitral. Tampoco Meriton, para que vamos a engañarnos. Ojalá Solís fuera tan crítica con la gestión de Layhoon y compañía, como lo fue con Del Cerro Grande. Pero eso... en otro capítulo. Lo que de verdad mosquea en estos momentos es lo que ha creado Rubiales en la RFEF. Él y Medina Cantalejo son el ejemplo perfecto de cómo no se deben hacer las cosas. Porque el arbitraje sufrido por el Valencia demuestra dos cosas: que los árbitros en LaLiga son malísimos y que algo pasa con el Valencia CF

Quien me conoce sabe que nunca me ha gustado entrar en polémicas arbitrales. Ni mucho menos cuestionar la capacidad o la integridad de los protagonistas en esa estructura. Pero hay un momento que hay que alzar la voz. Que los árbitros españoles son malísimos se ve jornada tras jornada. En todos los partidos hay una polémica de turno y ninguno de ellos es capaz de atajar la situación. En muchos casos la normativa es tan abierta que todo queda a manos de lo que interprete el señor que está en el campo con el pito. Y ahí ya hay que confiar en que todos se pongan de acuerdo en decidir siempre igual. Una auténtica utopía. 

Visto lo visto contra el Almería es una vergüenza sin precedentes que, una semana después, ante el Sevilla volviera a pesar lo mismo. El penalti a Kluivert ya fue un escándalo y contra el cuadro de Mendilibar, el problema es que el VAR ya pierde, si la tenía, todo tipo de credibilidad. El primer gol tiene todo. Un codazo directo al mentón y una zancadilla que termina con Yunus Musah. Pero nada. La reacción de Estrada Fernández en el VAR fue la de no llamar a su colega Del Cerro Grande. Después, con el penalti, el problema ya no es decidir si es penalti o no. El problema es que de 10 ocasiones en las que esa jugada sucede en un campo de fútbol, en 9 se señala al punto de penalti. Hasta el gesto del protagonista invita a la sospecha. Ese caminar tan tranquilo directo al VAR cuando le llamaron para ver la acción ya hacía presagiar lo peor. 

Y todo esto es culpa de una persona: Luis Rubiales. Desde que llegó a la RFEF sale a polémica a la semana (un poco de hipérbole pero tampoco demasiada) y ha sido incapaz de mejorar el nivel arbitral. El problema, como ya ha sucedido con la selección española femenina, con la absoluta masculina y con muchas otras cosas, es la ausencia de explicaciones. O cuando se dan... montar un ‘show’. Él y Medina Cantalejo tienen mucho trabajo por delante, pero visto lo visto parece que no hay ningún interés en que el fútbol español sea atractivo. Sino todo lo contrario. Tanto ‘Rubi’ como Tebas se están cargando el fútbol. Y todos de brazos cruzados.