Poderío valenciano

Cinco años después de su ascenso, el Valencia Basket celebró con una fiesta por todo lo alto su primer título de la liga femenina tras haberse quedado a las puertas en las dos finales anteriores. Lo hizo, además, destronando en su pabellón al Perfumerías Avenida, el rival a batir en España durante dos décadas. Un éxito, sin duda, que es el premio a una apuesta decidida como club y con el que definitivamente se coge la estela de los históricos Dorna Godella (seis títulos seguidos entre 1991 y 1996) y el Ros Casares (ocho entre 2001 y 2012).

Fueron las dos absolutas pioneras y referentes del baloncesto valenciano, ambas campeonas de Europa. Pero ahora nada se detiene y el siguiente objetivo es la Euroliga, el gran sueño que tiene también para el equipo masculino Juan Roig, quien puede presumir de que su club es el único en el que tanto ellas como ellos han ganado alguna vez sus respectivas ligas. Raquel Carrera, Buenavida o Awa Fam, la perla de L’Alquería de 16 años, son los pilares sobre los que puede sustentarse una nueva era que arranca, ahí es nada, con el respaldo de los 7.000 aficionados que se congregaron en La Fonteta para el primer partido de la serie final.

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Tan cierto como que los hay interesados en comprarle las acciones también lo es que Peter Lim no vende, de momento. Y que mucho menos accede a que aquellos que le han trasladado una carta de intenciones (LOI) puedan levantar las alfombras antes de meterse debajo. El futuro pasa por la salida del actual máximo accionista y por cruzar los dedos para que el siguiente no sea peor.

Pero que el tiempo de Lim ha terminado en Mestalla es algo que se sabe desde hace mucho. Lo sabe hasta Tebas, que ve cómo su producto se devalúa y cómo las inversiones extranjeras están llevando a la ruina a clubes históricos. Son muchos los actores con cosas que decir en esta película. Pero en la carrera de fondo que es salvar al Valencia como club, antes que nada va salvarlo como equipo del descenso. Esa deshonra no se puede permitir porque llegará el día en el que Lim ya no estará pero la cornada de un descenso sería algo que jamás podría borrarse. Nunca.

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