Contrapesos a la ilusión

Valencia - Real Madrid

Valencia - Real Madrid / Biel Alino

Sergio Arlandis

Sergio Arlandis

Cabría preguntarse por qué casi nadie confía en que vaya a pasar nada bueno la próxima temporada. O que incluso se quemen, por el camino, las pocas cosas ilusionantes que nos quedan y, con ello, el nombre de Baraja acabe salpicado de algunas dudas dentro de la historia del club. Es una sensación común, demasiado común. Y eso es lo triste: la esperanza del aficionado ya no tiene ni dónde, ni cómo echar raíces, porque Meriton, allá por donde pasa, solo deja una tierra yerma, estéril, desértica.

Yo me aferro al temperamento del Pipo y a su dejar las cosas claras que siempre ha tenido. Parezco un náufrago agarrado a una tabla en plena alta mar y esperando a ver si alguna vez llego a tierra firme o si mis fuerzas irán menguando hasta dar conmigo en el fondo. No sé cuántos valencianistas se sentirán igual, pero este equipo no ilusiona nada y deja esa sensación de peligro constante, como ir bordeando siempre la tragedia.

Y es que uno se cansa de que todo el mundo vea lo que unos pocos no quieren ver, porque no les interesa. Y que eso siempre tenga, como víctima, al propio Valencia CF. Las condiciones de Baraja van en esa línea de transparencia: dad la cara vosotros por cada movimiento de mercado, sacad la porquería que hay dentro de casa, tirad la basura, apagad las luces por el ahorro, pintarla por dentro, etc. Baraja quiere vivir dentro de la casa y no ser el chico de mantenimiento, así de simple. Y es lícito, pero parece que a Meriton solo le interesa Baraja si este se encarga de hacer ese trabajo sucio y encima que te vayan diciendo todos los días que no es tuya, porque pertenece a Lim, que hace y deshace, aunque estés tú dentro.

Entonces, yo veo el rostro de Baraja y pienso que hay algo a lo que agarrarme. Luego, paso página y veo a los Corona, Layhoon, Lim y compañía y vuelvo a la misma sensación de abandono y de caos, como si engendraran la tormenta perfecta contra su propio capitán de barco. No sé cuánto podría aguantar la espalda del vallisoletano si, por una de esas, las cosas no saliesen. El problema no está en el técnico, sino en los medios que le dan a Baraja para que pueda conformar un buen equipo.

Tanto él como nosotros estamos viendo que la plantilla va justita de todo: sin gol, sin profesionalidad en muchos casos, sin contundencia atrás, sin mediocentros de contención y sin armonía preciosa o sin lateral derecho de auténticas garantías. No sé cuántos se tendrá que tragar el técnico, pero hay que hacer un importante cambio dentro de ese fracasado vestuario y sacar a todo aquel que solo está chupando del bote, disfrutando del buen tiempo en Valencia, con sus fiestas y demás. Pero no solo a estos: Miguel Ángel, arias Corona, ya estaba al frente de la dirección deportiva cuando se firmó a Marcos André y se regaló a Kang In Lee, dio la carta de libertad a Parejo y Coquelin y su equipo de destino ganó lo que ganó mientras tú agonizabas para irte a segunda; renovó a Diakhaby con casi dos millones netos al año, se fueron Ferrán, Soler o Guedes muy por debajo de su auténtico valor de mercado, etc. Su mayor éxito, que se auto-atribuye aunque todos sabemos la verdad de los hechos y a nadie engaña, son dos cosas: el fichaje de Mamardashvili que nunca negoció él y los rumores esos de… tenía a este mirado, fichado o apalabrado que aparecen en todos los medios todos los veranos para que parezca que sabe mover el árbol. Que esté este señor contrarresta cualquier ilusión que provoque Baraja. Y me cansa escribir siempre de tan poco acierto, sinceramente: a ver qué día acierta algo y así le puedo aplaudir de una vez.

Que al frente del apartado económico sigan los mismos y las mismas que nos continúan llevando a la quiebra, con una nefasta gestión en las negociaciones del sponsor de la camiseta, por ejemplo; en el aumento, sin parangón, de la deuda, el estadio viejo y nuevo sin resolver, etc. que estén Layhoon y su equipazo en los despachos del club sigue también contrarrestando la ilusión que genera Baraja. No sé si esos contrapesos hacen que aún sigamos algo ilusionados, poco o nada, no lo sé, porque a mí me cuesta ver, ya lo dije, algo bueno más allá del Pipo. Incluso, sinceramente, el cuerpo me pide no competir, que la Liga no empiece en breve, porque hemos sufrido como perros famélicos entre lobos insaciables. No sé si emocionalmente uno no ha acabado tan cansado que cuesta incluso esbozar una sonrisa cuando habla del Valencia CF.

Me alegro por Baraja porque es un tipo grande y nuestra leyenda. Confío en que, de su mano, hay más opciones de no caer en el pozo, pero no tiene nada garantizado ni nadie puede asegurarlo: lo malo es que siguen detrás de él, parapetados en su maleza y con el pañuelo cubriendo medio rostro, los mismos que cada año tejen la estrategia de dirección del club, que consiste en buscar a alguien con una espalda tan ancha en la que quepan todos estos chapuceros de Meriton. No sé cuánto aguantarán a un técnico que ya les ha dicho que él se pondrá de perfil. Tampoco sé cuántas cosas, más allá del técnico, serán necesarias para que podamos contrarrestar la sombra de Lim.

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