EL REVÉS Y EL DERECHO

Por amor de Dios

El grito 'Que te vote Txapote' ha llenado muchas gargantas, muchas columnas y muchos improperios de una melodía que ha enfermado la política nacional

Juan Cruz

Juan Cruz

Las paredes oyen, aunque no digan nada oyen, y al final, después de haber escuchado, son como olas devolviendo la llamada del fondo del mar, así que se convierten en un sonido que se multiplica. Ahora estoy hablando de una ola que rompió las paredes durante la campaña electoral más ruidosa de la historia de la democracia, la que dio de sí la actual incertidumbre que agita el futuro de España. Esa ola tuvo muchas vetas, porque no sólo hubo políticos discutiendo, e ignorándose, sino que además contó con una enorme afluencia de periodistas que tomaron partido, por este o por el otro, desoyendo todas las leyes de la sociedad que los acoge, la asociación del periodismo.

Además de esas noticias partidarias, y partidistas, que hemos escuchado como parte de fuera de las campañas de los propios partidos, se produjeron algunos exabruptos que, de manera abusadora, se abrieron paso como eslóganes viles. Uno de ellos, adoptado con tanto placer como desvergüenza por muchas de las partes en litigio, fue la apelación "que te vote Txapote" a la que hacía referencia el último domingo el director der El Periódico de Cataluña, Albert Sáez, en su diario y en los otros periódicos de Prensa Ibérica. 'Y Txapote votó' titulo la columna que aquí gloso.

Ese exabrupto lo escuché por primera vez dicho por alguien en un alto cargo nacional, luego se lo escuché repetido, por razones a favor o en contra, por muchísima gente muy principal. Hasta que el exabrupto bajó al terreno del lugar común del pueblo y se instaló nada menos que en una de las guaguas que seguían al Papa de Roma en su periplo portugués.

"Que te vote Txapote", cantaban, con el ritmo ya conocido, en esos autobuses las muchachas y los muchachos, sin ignorar seguramente que esa no era una letra saludable mientras se iba a comulgar con Cristo o, más cerca de la tierra, a asociarse a las plegarias religiosas que los reunían cerca de Fátima y del Papa argentino. "¡Que te vote Txapote!". cantaban esas voces divinas.

Lo cierto es que ese insulto, que miraron de uno u otro modo, a favor, en contra o guardando silencio por si acaso, se ha hecho viral, como se dice ahora, y esta vez con enorme propiedad, porque, como se sabe, ha llenado muchas gargantas, muchas columnas y muchos improperios de una melodía que ha enfermado la política nacional.

Nuestro compañero Albert Sáez ha sido, a mi juicio, el que con más arrojo se ha dado cuenta del enorme daño que ha producido esa frase. Según él, la trascendencia que ha tenido esa canción va más allá de lo que permite el chascarrillo nacional, pues ha puesto de manifiesto la ausencia de cintura de los que aspiran a gobernar el Estado para depurar sus propias filas esta muy dañina apelación al peor de los crímenes (todos fueron peores) de la Eta.

Txapote alude a un criminal de trayectoria insoportable, en un tiempo que ya no existe, aunque los dolores y las heridas sigan siendo imborrables. Usar ese nombre para abofetear al contrario electoral, que también tuvo heridas, y cuántas, de aquella organización criminal, es algo que debió borrarse de inmediato de la faz de la tierra, y por supuesto jamás debió entrar en una caravana dizque religiosa.

En su artículo, de los más dolidos y sensatos que yo le he leído a un periodista en años, Albert Sáez dice: “Uno de los muchos detalles por los que Alberto Nuñez Feijóo tiene imposible la investidura pese a su victoria electoral es no haber condenado ese lema que nació de las Nuevas Generaciones del PP para competir en antisanchismo en las redes con el estilo del trumpismo cazalla de Vox: 'Que te vote Txapote'. Una ocurrencia que fue condenada por la mismísima Consuelo Ordóñez, la hermana del concejal asesinado por Eta”.

Sáez pone también el dedo en la otra llaga, la llaga del periodismo. Esa “cazalla trumpista” sigue inmune después de las elecciones, y se mantiene en este interregno que parece duro y eterno. Ese “grito” de apoyo editorial y periodístico, en silencio y explícito, “está formado por un 'pool' de periodistas y medios de comunicación que dictan en cada momento quién es un buen español”. Ese pool tiene financiamiento y tolerancia, y goza de “buena relación con algunos cuerpos de funcionarios como los abogados del Estado y algunos miembros de la judicatura”.

Recuerda Albert Sáez un hecho viejo (¿viejo?) que reveló uno de los participantes en aquel “conglomerado” que trabajó para echar a Felipe González del Gobierno de la nación. Aquella historia se desveló casi jugando, pero es el calco del que viene este momento difícil de la vida nacional, cuando hasta los muchachos y muchachas que van a rezar a Cristo en Lisboa sienten que es útil para sus gargantas la invocación que escuchan en las manifestaciones y el jolgorio de sus mayores: “Que te vota Txapote”. Por amor de Dios.