La venganza de Lim

Es imposible que nadie sospeche de un desquite por su orgullo herido

Peter Lim, Kiat Lim, Cristiano Ronaldo y el resto de amigos.

Peter Lim, Kiat Lim, Cristiano Ronaldo y el resto de amigos. / Peter Lim, Kiat Lim, Cristiano Ronaldo y el resto de amigos.

Joan Carles Martí

Joan Carles Martí

La única pregunta que debe responder la presidenta es para qué quiere Peter Lim el Valencia. Después de una de las pocas verdades que ha dicho Meriton desde que llegó a Mestalla en boca de Layhoon Chan - «el objetivo es permanecer en primera»-, es el momento de saber qué hay detrás de todo. Es un derecho que le asiste no solo a todo el valencianismo, sino también a las autoridades implicadas y por supuesto al conjunto de la sociedad valenciana. Porque para administrar las miserias hay donde elegir, lo que demuestra que hemos perdido muchos años, pues igual aquello de la designación judicial de un administrador concursal era la solución entonces, como parece que lo puede ser ahora. El Valencia no puede seguir gestionado por un mando a distancia desde Singapur.

Sin fichajes y sin financiación para terminar el Nou Mestalla, la única explicación que queda para que Peter Lim siga depreciando a el Valencia, y todo lo que eso significa, solo responde a la venganza. Con nula opción para capitalizar su inversión y sin posibilidad alguna de jugar en Europa durante algunos años, si sigue haciendo oídos sordos a las ofertas que le han llegado para vender sus acciones, es imposible que nadie sospeche de una represalia, de un desquite por su orgullo herido, o por la dificultad inesperada porque el pueblo de Mestalla no se pliegue a sus designios.

Lim nunca hubiera comprado el Valencia sin la inestimable ayuda de Amadeo Salvo y Aurelio Martínez, uno por acción y el otro por omisión, pero colaboración inconfesable de ambos. ¿A cambio de qué?

Otra pregunta sin respuesta desde hace años. Pero el supuesto magnate asiático tampoco estaría mandando sin la colaboración cómplice de otros, también señalados y en mente de todos. Pero más allá de esos presuntos implicados desacreditados para siempre, hay que insistir en que la solución para su salida, la única, está en manos de Ayuntamiento, Generalitat y CaixaBank.

No sabemos aún que piensan María José Catalá, Carlos Mazón y José Ignacio Goirigolzarri de la humillante confesión de Layhoon, porque un equipo que solo aspira a la permanencia no necesita un nuevo estadio, pese a la fidelidad de su afición. Y sin el Nou Mestalla será difícil devolver la hipoteca por el viejo coliseo de la avenida de Aragón. Menos aún ser subsede de Mundial, aunque ya está muy cuesta arriba organizar el campeonato tras el caso Rubiales, y sin ese futuro no se sostiene ninguna de las facilidades urbanísticas prometidas desde el consistorio ni el gobierno autonómico.

Con las cosas muy claras por parte de Meriton, ha llegado la hora de la verdad. La que requiere de máximo consenso y transparencia por parte de los máximos implicados. Mientras tanto, la plantilla que le han dejado a Baraja va a sufrir igual o más que la temporada pasada. Que algunas de las incorporaciones estén haciendo su particular pretemporada en Paterna aprovechando el parón de la selección, deja al desnudo cualquier intento de explicación de eso que conocemos como planificación deportiva, o similar. El curso va a ser intenso y los equipos de la liga del Valencia se han reforzado mejor. La presidenta debería de saber que en el mundo del fútbol cuando sales a empatar acabas perdiendo, así que declarar con la absoluta frialdad como lo hizo que el Valencia sola aspira a la permanencia significa la decadencia de una entidad que fue capaz de silbar a todo un presidente (Jaume Ortí) que había ganado una Liga por la ausencia de fichajes. O abroncar entrenadores (Sánchez, Emery) que tenían al equipo en Champions. Cuánto hemos cambiado.

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