Guerra contra Lim

Una pena que no un haya campeonato mundial de Justicia donde jueguen nuestras juezas

Javi Guerra celebra su gol al Atletico de Madrid

Javi Guerra celebra su gol al Atletico de Madrid / F. Calabuig

Joan Carles Martí

Joan Carles Martí

Si Olga Carmona no hubiera marcado aquel zurdazo en Sídney, o Cata Coll no hubiera estado tan acertada bajo los palos, Luis Rubiales seguiría siendo el capo del fútbol español. La historia está llena de instantes y el fútbol mueve el mundo, así que ellas y Hermoso, Andrés, Putellas, Bonmatí, Paredes, Codina, Batlle, Abelleira, Paralluelo, Redondo y todas las demás campeonas del mundo han hecho en quince días más por actualizar la Federación tras lustros de opacidad y corruptelas. El Poder Judicial y el del Fútbol son los únicos que no habían evolucionado con el tiempo, una pena que no haya un campeonato mundial de Justicia donde jueguen nuestras juezas.

Javi Guerra ya la armó con aquel golazo en el tiempo añadido que le dio al Valencia los tres puntos decisivos ante el Valladolid y encarriló la salvación en Mestalla. El canterano llevaba solo 55 minutos en Primera y le quedaban dos semanas para cumplir 20 años, pero tras dos caricias al balón conectó un zurdazo desde fuera del área que entró como un misil en la portería de Masip. Era 27 de abril y cinco meses después, sacó a bailar a Hermoso y Llorente y con otro latigazo batió a Oblak y redondeó el doblete de Hugo Duro para delirio de Mestalla. El hijo pródigo se confirmó como estrella hace una semana.

Pasada la euforia y la discutible ola, que indica las ganas que tiene el valencianismo de disfrutar, el runrún en la grada era si el de Gilet estaría entre nosotros en febrero. Más allá de la habitual socarronería, el valencianismo ha asumido que Peter Lim es el aguafiestas de sus pocas alegrías. Eso sin saber que el amo de Meriton, vía Corona, ha intentado colocarlo en más de una operación de salida este verano.

Guerra puso la guinda en el partidazo contra los de Simeone, pero como muy bien apunta Subirats, por primera vez en mucho tiempo el Valencia volvió a ser un equipo. Bien trabajado en defensa con un Mosquera que se mezcló muy bien con Diakhaby, con gran trabajo en los carriles de Thierry y Gayà; Pepelu de gran suministrador de Guerra, Fran Pérez y Sergi Canós, cosa que agradeció el bigoleador Duro. Quizás la única pieza por encajar sea Almeida, que necesita más espacio para mostrar su fútbol. Incluso los cambios tuvieron criterio para mantener el empuje final colchonero, con cinco centrales de cierre tras la entrada de Cenk y Amallah.

Hay que reconocer el trabajo de Baraja, que necesita de continuidad hoy en Almería, y al menos hasta el 31 de enero tiene tiempo para sincronizar más al equipo. Luego, Lim dirá, porque desconfío mucho de ese paripé consistorial sobre el estadio nuevo, viejo o híbrido. Lo que más ayuda para que Lim vaya recogiendo bártulos es que Guerra siga metiendo golazos.

Por cierto, para los que aún les ríen las gracias a Paco Roig, solo recordar que no ganó ningún título como presidente, que con él empezó el lío del estadio y que sacó un buen pico tras venderle las acciones a Juan Soler, uno de los peores mandatarios que han pasado por Mestalla.

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