Duelo de banquillos

Nadie debe sorprenderse por la alegría que provoca la cantera de Paterna en el aficionado

Rubén Baraja

Rubén Baraja

Joan Carles Martí

Joan Carles Martí

Nadie debe sorprenderse por la alegría que provoca la cantera de Paterna porque nos lleva a los orígenes y nos dispara la autoestima. Siempre fue así. Formar buenos futbolistas en casa y traer lo que faltaba, con preferencia por el gol. Lo que sigue fallando es el segundo argumento, pues no hay nada que fichar porque Lim no quiere, no tiene efectivo o porque le da igual el Valencia. Que no lo sabemos porque sigue sin manifestarse.

La vuelta a Logroño nos ha traído el recuerdo de aquel mítico «¡Peligro en Las Guanas!», cuando el fútbol era un sonido radiofónico. Aunque la verdad dice que aquel Club Deportivo Logroñés que consiguió plantarse en primera división ha desaparecido, pese a que el Tato Abadía y diez más convirtieron el campo riojano en un fortín. O cuando Paco Roig trajo de una tajada a Romero, Salenko y Poyatos, en una operación con mucho vino detrás.

Aquellos tiempos de fútbol auténtico no volverán, ahora todo tiende a hollywoodenses balones de oro donde se premia a futbolistas indecentes con insultos gratuitos a un club legendario que siempre fue ejemplo de integración, pese a los cuatro ultras trasnochados que aún van a Mestalla, para vergüenza de propios y extraños.

Baraja sí que ha sacado oro de las jóvenes promesas de la cantera blanquinegra, incluso ha dado una personalidad a un equipo que tenía todos los números para salir escaldado de la mayoría de duelos. Se acerca el mercado de invierno, y pese a su oficio, todo indica que Lim tampoco hará caso a un entrenador que sabe lo que representa el Valencia. Tampoco sabemos si el propietario de Mestalla tendrá la paciencia, o el cuajo necesario, para mantenerlo en el banquillo.

Mañana, en el foso visitante estará otro técnico honesto, Paco López. Cuando el de Silla fue despedido del Levante por una mala racha y pese a dotar al conjunto granota de una regular consistencia, los de Orriols entraron en decadencia. En los equipos donde debe brillar más el trabajo que las estrellas es básico contar con buenos entrenadores. Así que el Valencia-Granada será un duelo de banquillos con muchas aristas. Los de Baraja llegan mejor, con López cuestionado y con la crisis de la alineación indebida de los nazaríes en Copa, por lo que sin duda sumar tres puntos más es el objetivo.

Hace tan solo treinta años y con aquella publicidad del corazón rojo en el pecho saliendo del esqueleto de una casa donde ponía ‘cip’, el Valencia tenía un once estable con: Zubizarreta, Giner, Camarasa, Romero, Juan Carlos, Poyatos, Maqueda, Fernando, Mendieta, Mijatovic y Salenko, que como todo el mundo sabe, no fue el mejor equipo de la historia, pero salía con muchas garantías, la grada era más exigente y determinante, mientras el Valencia se preparaba para el periodo triunfal de principios de siglo.

La historia balompédica solo sirve de consuelo, pero estaría bien aprender de los errores para no repetirlos, así que el mejor favor que se puede hacer ahora el valencianismo es ponerse detrás de Baraja y reclamar incorporaciones solventes en enero, para seguir hasta el final en la Copa, por ejemplo.

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