Congreso

Sánchez y Feijóo pactan una España tutelada

La idea más innovadora del líder del PP está copiada de Puigdemont y consiste en colocar el Gobierno de un país que no es "Estado de Derecho" bajo la mediación de la Unión Europea

Matías Vallés

Matías Vallés

El espíritu navideño no ha contagiado al Congreso. Se advierte una cierta saturación de la política de confrontación, porque la teórica cumbre entre Pedro Sánchez y Núñez Feijóo ha sido acallada por el griterío de la Lotería. El líder del PP se sometió a la supremacía del azar, al valorar el encuentro en términos de que "a España no le ha tocado el Gordo, que está reservado para los socios del Gobierno y para el independentismo". Demasiado obvio. Casi es innecesario continuar, porque la frase "me ha dicho que no" declinada en una docena de ocasiones resume el encuentro en labios del interlocutor en la oposición.

La urgencia de un diálogo no puede competir con los premios ficticios que promete el azar navideño. La reunión se concretó desde la certeza de que se saldaría sin pactos relevantes. Basta contemplar las cinco cautelas establecidas para la extirpación de una palabra ofensiva de la Constitución, que podría incurrir actualmente en delito de odio, para introducir el término "discapacitados". La sustitución es tan evidente como impreciso el recorrido acordado para abordarla.

La población prefiere la ruleta lotera a "volver al Estado de Derecho", donde el político más votado en las últimas elecciones generales coloca a su país entero fuera de la ley. El asombro evoluciona a estupor, cuando la idea más innovadora de Feijóo está copiada de Puigdemont.

Consiste en colocar a su amado país apeado del "constitucionalismo" bajo la tutela de la Unión Europea. Arrimarse a la mediación para

supone un comportamiento mimético respecto a las negociaciones entre PSOE y Junts/ERC.

Sánchez y Feijóo pactan una España tutelada por mediadores. A continuación, el líder popular denigra en varias ocasiones la intermediación de Ginebra con el independentismo catalán, que acaba de plagiar. Por supuesto, su mediador favorito es un comisario conservador, que contrapone a "un salvadoreño" en una comparación claramente xenófoba. En cualquier caso, la renovación del Consejo General podrido no adquirirá en las tertulias ni la relevancia de un partido de Segunda División. No habrá manifestaciones en Ferraz ni en Colón por la Administración de Justicia, al margen de los mediadores que les adjunten.

Un trámite tan rutinario como el encuentro entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición reclama la expectación de un derby excepcional. Adquiere perfiles de asunto de Estado, con o sin Derecho.

Al observar que las posturas a favor o en contra de la ley de amnistía se reproducen sin cambios con la entrada en Telefónica, el enfrentamiento PP/PSOE se encarrila hacia el sainete. El frente patriótico se moviliza para que los saudíes controlen sin obstáculos molestos una empresa clave del engranaje nacional. A continuación, impone un mediador extranjero para resolver los problemas internos.

La excepcionalidad del encuentro Sánchez/Feijóo, donde el segundo reseña que no se ha previsto la continuidad de la cita, ilustra sobre la precariedad institucional con mayor claridad que el memorial de agravios mutuos. El líder del PP se lo dirá al presidente del Gobierno en la calle. Olvidan que la rivalidad fructífera entre Nadal y Federer no viene entorpecida por su cordial relación personal, y lo mismo ocurre con Real Madrid y Barça. La oposición y el Gobierno comparten negocio, y más vale que ambos salgan beneficiados de la empresa. A propósito, el Congreso como sede de la reunión no iguala a los dos contendientes, porque el fulgor presidencial conlleva el privilegio de que siempre juega en campo propio. Salvo cuando acepta mediadores.

Sánchez es la gran oportunidad de Feijóo para llegar a La Moncloa en un plazo prudencial. El aspirante debería fiarse más del presidente del Gobierno, en el que no advierte "voluntad de rectificación", que de un PP dispuesto a entregar su cabeza al menor contratiempo. De ahí que el jefe de la oposición debió exigir una reunión en La Moncloa, la residencia ocasional del socialista y aspiracional del conservador. Al resignarse

, el líder del PP parecía resignarse a que nunca pisará la tierra prometida del palacio presidencial.

La cumbre habita un terreno impreciso porque, durante un lapso impreciso, Sánchez continuará gobernando y Feijóo se seguirá escandalizando. Pese al trato ambiguo que se empeñan en dispensar los equidistantes, uno mantiene la presidencia y otro la derrota, el primer candidato que gana en escaños y pierde la investidura. En su propia versión, Feijóo es el único español que se negó a ser presidente del Gobierno. Con otra ventaja en el terreno de la imagen para Sánchez, que nunca ejercerá de jefe de la oposición en una eventual presidencia de Feijóo.