El corazón granota todavía late, y con fuerza

Toda protesta esta noche en el Ciutat se va a quedar corta. El daño con el puntaje es irreparable

Afición granota en el Ciutat

Afición granota en el Ciutat

Juanma Romero

Juanma Romero

Es curioso esto del fútbol. Es una semana para estar indignado, pero al mismo para contar hasta tres, o incluso más, y centrarse en el partido de esta noche ante el Leganés. Y digo que es curioso, porque creo que hace falta algo de cohesión en la gente del Levante para intentar buscar esa famosa unión que se antoja como la única fórmula posible para conseguir ese objetivo que queremos todos y que es de volver a Primera.

Lo de Cornellà superó lo aberrante y lo vergonzoso. De nuevo la alevosía, la premeditación y el ninguno al que fue sometido el Levante nos elevó los niveles de rabia y hastío ante lo injusto. Es inconcebible que el fútbol español siga exportando esta imagen de irregularidad y mangoneo y que la impunidad siga pululando tan alegre. El daño a nivel de puntaje es irreparable, en cuanto a la afectación en el desenlace queda interrogante, y en lo moral, lacerante. Por mucho que le demos vueltas, el robo fue dantesco y el VAR ahora mismo es tomado como un arma arrojadiza que está siendo letal, no precisamente por sus cualidades técnicas, sino por las ineficaces manos que lo manejan, llevadas por criterios caprichosos y dirigidos. Toda protesta esta noche en el Ciutat se va a quedar corta porque fue precisamente ante el rival de hoy, cuando se produjo una de esas actuaciones que cuesta olvidar. No sé si será suficiente, pero es el derecho al pataleo que nos queda, el hacerse oír, el trasladar que este equipo y su gente no están muertos, al revés, que van a seguir de pie, desafiando a todo y a todos. Que queden retratados algo más, porque una afición y su club están muy por encima de todos ellos, especialmente de Arcediano Montesillo, apellidos que por extraños que sean, van a quedar en nuestra infausta memoria.

Con todo esto, y aunque siempre respeto todas las opiniones, me produjo cierta sorpresa que tras la derrota frente al Espanyol la corriente en contra de Calleja se metiera de lleno en su particular lucha por pedir su cabeza. Entiendo que haya un sector de la grada que no confíe en el técnico, y es lícito, pero enmascarar la derrota ante el Espanyol por decisiones tácticas no es ser honesto consigo mismo. Se ha olvidado muy pronto que el cuadro perico fue el mejor que ha pasado por el Ciutat esta temporada y que evidenció una mayor diferencia entre un equipo y otro. Aunque ahora no esté en su mejor momento, ningunear o minimizar su potencial es reducir mucho las cosas. El Levante, siempre a mi entender, hizo un partido más que digno, y con méritos para haber ganado. Culpar de falta de ambición o deseo al bloque en Cornellà roza el estiramiento de la goma. Ha habido innumerables duelos en los que esto sí ha ocurrido pero ante el Espanyol no. Calleja utilizó la excusa arbitral para justificar la derrota y aunque muchos lo han tildado de verborrea estéril me parece que ese discurso fue honesto y real. Birlar un penalti en el momento en el que se produjo fue más que determinante. Querer ver más allá y enrocarse a una posición por encima de las circunstancias sinceramente no lo termino de entender. 

Esta noche es otro día para seguir empujando, para hacer del Ciutat un campo en el que el Levante recobre el hambre, haga olvidar la desazón y recuerde a todos que su corazón late, y con más fuerza que nunca.

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