Opinión

No podemos poner tan difícil el ser del Valencia

Estamos más por la pelea, por la utópica fantasía de «echar a Lim». Porque, sin dinero, no es más que eso, una fantasía

Imagen de la afición del Valencia en la grada

Imagen de la afición del Valencia en la grada / F. Calabuig

Ser del Valencia es muy complicado, al menos en estos tiempos que corren. Y es difícil a nivel mental, no sólo emocional, porque los que son/somos lo serán/seremos hasta el día que nos vayamos de este mundo. Eso no lo cambia nadie. Pero actualmente hay demasiadas situaciones que no tienen sentido y que generan agotamiento y desgaste. Situaciones que no deberían darse y que no ayudan a nada ni a nadie, y que responden a intereses más bien particulares que generales del club. Si miramos a nuestro alrededor, tenemos más guerras que nunca, y los incendiarios habituales que viven de estas cosas han logrado que se normalice la barbaridad en el entorno del club. Empiezo por lo «fácil».

El sábado perdimos un partido importante contra el Betis, sin duda, pues, de haberlo ganado o incluso empatado, la opción de Europa la habríamos tenido muy en la mano; aunque recomiendo que nadie la dé por perdida. ¿Cuál fue la reacción? Palos a nivel de plantilla, y de nuevo la cantinela del conformismo, que es algo totalmente falso. Y por supuesto bofetadas al club por la planificación deportiva, como si en ese sentido hubiera cambiado algo respecto a los encuentros de Granada y Osasuna. Que si la Grada Joven no animaba, que si Mestalla no protestó lo suficiente contra Lim… Y una sensación de frustración excesiva con respecto a las expectativas reales que había a comienzo de temporada. Y si a uno se le ocurre pensar en voz alta… entonces es mucho peor. Al final del partido, escribía esto en redes sociales: «el Valencia ha perdido un partido importante. Pero quien piense que Baraja y su gente ha terminado el año, se equivoca. Ni Europa estaba en la mano ganando, ni se ha ido perdiendo.

Esto es muy largo. Aquí se debe seguir pensando en el balón, en nada más». Insultos, faltas de respeto, barbaridades de todo tipo… porque un valencianista pide un esfuerzo para intentar llegar a Europa. Sí, ser del Valencia, y activista, es muy complicado en los días que corren. Ha calado ese discurso belicista del que hemos hablado tantas veces, y no existe el espacio para poder ser valencianista sin más, con la única ambición de ver jugar y ganar a tu equipo, sin más pretensiones a corto plazo. Porque, entre otras cosas, esa es la parte que realmente depende de alguna manera de nosotros, y no de terceros que ni siquiera viven aquí. Estamos más por la pelea, por la utópica fantasía de «echar a Lim». Porque, sin dinero, no es más que eso, una fantasía.

Reclamando a los políticos a gritos cuando queda claro que aquí nadie se rasca el bolsillo, pero echándonos las manos a la cabeza cuando vemos que en agosto, igual, la caducidad de la ATE y el circo que se montó no valen para nada. Confundiendo de forma perniciosa a Meriton con el Valencia llegamos a justificar que algo que es malo para el club no lo es tanto porque puede ser malo también para la propiedad. Creo (ya demasiadas veces) que hemos perdido el norte y los papeles. Y como ahora ya nos vamos atreviendo a decirlo, es cuando llegan los problemas. Voy a seguir pensando que Baraja y sus nanos nos pueden meter en Europa, y que vamos a ir a Montjuic a ganar, como aquella noche de invierno de 2001 en la que todo cambió para siempre.

Nadie me va a sacar de la idea de que ser del Valencia es mucho más sencillo, pero mucho más. Esta semana, en la que se han cumplido dos años, recordaba la final de Copa de Sevilla de 2022 y las experiencias vividas con mi hija aquel fin de semana. Eso no se me va a olvidar nunca, y eso que perdimos. Pero volveremos, claro que volveremos. Porque nosotros siempre volvemos.

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