WIMBLEDON

Carlos Alcaraz, un campeón 'made in Ferrero'

El exnúmero 1 del mundo ha dirigido la espectacular carrera de Carlos Alcaraz desde que tenía 15 años

Juan Carlos Ferrero, a la izquierda de la imagen, entre lágrimas de emoción

Juan Carlos Ferrero, a la izquierda de la imagen, entre lágrimas de emoción / TOBY MELVILLE

Jaume Pujol-Galceran

En cada punto, ante cualquier tensión, nervios, dudas, ansiedad, preocupación o alegría, no hay momento que la mirada de Carlos Alcaraz no se cruce con la de Juan Carlos Ferrero, sentado en primera fila del palco de jugadores junto al mánager del tenista Albert Molina. La conexión entre el exnúmero 1 y el número uno actual es máxima. “Es mi segundo padre, el primero en la pista”, dice siempre el joven tenista murciano, agradecido por la ayuda de su entrenador. La confianza y el respeto entre ambos ha crecido en la pista y mucho más allá de los entrenamientos y fundamentos del juego. Alcaraz es un tenista ‘made in’ Ferrero.

Inicialmente no estaba previsto que Ferrero se hiciera cargo del tenista. El exnúmero 1 mundial había salido de una mala relación con Zverev, pero en cuanto vio entrenar a Alcaraz no dudó en dejar el gran circuito para viajar con él a los torneos pequeños, en coche o tren, vivir en pequeños hoteles e incluso pagar para tener bolas de entrenamiento en los clubs donde se juegan los torneos: “Me metí de lleno en el proyecto de Carlos cuando él tenía 15 años, para poder trabajar de la forma adecuada para que subiera de nivel. Rápido, sin prisa, pero sin pausa”.

Ascenso meteórico

En cinco años el camino no ha podido ser más espectacular. Alcaraz ha saltado del puesto 579 del mundo al número 1, convirtiéndose en el tenista más joven en conseguirlo en la historia de la ATP, con 12 títulos, entre ellos el US Open del año pasado y Wimbledon ahora. Ferrero no oculta su orgullo, pero insiste en no precipitarse. “Estoy intentando formar alguien parecido a mí. Tranquilo y frío en la pista pero a la vez, un ganador”, valora. Quiere mantener los valores de ese chico que le saludaba tímidamente, asombrado, el primer día que entró en su academia: “Lo más importante es ser la misma persona. Carlos es muy humilde, muy sencillo y muy cercano. La vida está cambiando para él pero sigue siendo el mismo”.