Un equipo bueno siempre debe ganar a otro peor... La lógica se impuso en Anoeta. Esa es una de las lecturas más duras que deja la derrota. La Real sacó adelante el partido por calidad, por superioridad técnica y porque el Valencia dejó pasar veinte minutos, dos goles en contra y un cambio de sistema (con una sustitución muy dura a los 35 minutos de por medio, Fede por Mina) para inquietar de verdad a su adversario. Los errores de siempre castigaron con dureza al grupo que comanda Prandelli. El Valencia tiene muchas teclas por solucionar, entre las urgentes está el balón parado. En San Sebastián, el defecto en la estrategia se mezcló con la falta de concentración -de intensidad- en los primeros minutos, mejor dicho, en los momentos críticos. Siempre hay un golpe en el inicio o justo antes del descanso o unos pocos segundos antes del final del partido. Así es muy difícil ofrecer respuestas y conquistar resultados. Más todavía en el contexto de psicodrama que vive el club.

Santi Mina fue claro después del encuentro

. Es muy duro encajar un gol a los dos minutos. La situación rompe un plan entero. La semana pasada sucedió lo mismo ante el Málaga. En Anoeta el impacto fue doble. Cuando el equipo volvió a dar pequeñas señales de vida encajó otro gol de inmediato. Los dos a balón parado, en dos saques de esquina mal defendidos, por distintas cuestiones. En las dos acciones quedó retratado Parejo, pero la responsabilidad debe corresponder a quien pensó que el centrocampista podía marcar con solidez a Willian José, uno de los mejores cabeceadores del campeonato. Willian José atacó un espacio muerto en mitad del área prqueña después de una peinada en el primer palo de Xabi Prieto. Parejo le siguió... con la mirada. En el siguiente saque de esquina, hubo marca hombre a hombre, pero el delantero brasileño impuso su físico y su superioridad aérea. Nueve goles lleva Willian José, con los dos de ayer. El Valencia no tiene un ´nueve´ con ese perfil.

La responsabilidad de la crisis también toca a la puerta del laboratorio de Prandelli. Como bien dijo el italiano, lleva dos meses intentando ayudar al equipo, con poco efecto. Su apuesta por el 4-4-2 duró 35 minutos, después recuperó el 4-3-3 con la entrada de Mina por Fede. El cambio tuvo efecto de inmediato: el gallegó generó el penalti (2-1) que dio vida al Valencia, pero marcó a Fede, la figura más fácil de sacrificar porque podía haber sido cualquier otro.