El fútbol no tiene memoria. Esta afirmación que tantas veces se ha escuchado en las tertulias futboleras y que tanta razón sostiene ha hecho que clubes que en algún momento han marcado una época y han realizado grandes partidos queden en el olvido por el solo hecho de ser... segundos. El que gana la final se lleva el trofeo y la gloria, el que la pierde, la decepción y el vacío. Son los casos de la selección holandesa, eterna subcampeona del mundo, el Arsenal de Wenger, que en Europa nunca ha sabido mostrar el poder que sí ha tenido en ciertas temporadas en la Premier y de alguna manera los dos equipos que este domingo se verán las caras en el Vicente Calderón, a los que el fútbol debe una Liga de Campeones... por lo menos.

Valencia y Atlético, Atlético y Valencia. Dos clubes que en la competición doméstica han demostrado que son capaces de arrebatar títulos a Real Madrid y Barcelona hasta un total de 33 entre Ligas y Copas, pero que en Europa se quedaron siempre a las puertas de marcar una época en la más grande de las competiciones continentales: la Champions League.

Valencianistas y colchoneros llegaron a tocar con la yema de los dedos esa copa de las orejas grandes, los dos la tuvieron prácticamente ganada. El Valencia cuando el 23 de mayo de 2001, en la final ante el Bayern en San Siro, Carboni se dirigía al punto de penalti para batir a Oliver Kahn y lograr la victoria más importante en la historia del Valencia. Pero aquel balón dio en el larguero y salió. Era la segunda oportunidad después de que, un año antes en París, se escapara la primera con un duro correctivo como el que sufrió el Valencia ante el Real Madrid en la final de 2000.

San Siro vio caer al Valencia ante el Bayern en el 2001 y, casualidades, también al Atlético ante el Real Madrid en la final de 2016. Como entonces, desde los once metros, en un partido que también había acabado con empate a uno.

Crueldad máxima

Si cruel había sido el destino con el Valencia, lo del Atlético roza lo increíble. Disputaba por primera vez la final de la Champions en el formato moderno, en Lisboa y ante su eterno vecino y rival, y la ganaba gracias a un gol de Godín cuando, prácticamente en el último segundo, Sergio Ramos empataba en el último balón del partido. En la prórroga el conjunto colchonero se vino abajo y acabaría perdiendo por 4-1 en pleno festival blanco. Por su historia, por todas las oportunidades que los dos equipos han tenido de coronarse como reyes de Europa, por la crueldad máxima con que en alguna ocasión la dejaron escapar, el fútbol sin duda está en deuda con Atlético de Madrid y Valencia, les debe cuanto menos una Liga de Campeones que ambos merecieron.