COPA DEL REY

Valencia-Athletic, semifinal de 1950: El mejor partido de la historia de Mestalla

El Valencia de Puchades estuvo a punto de obrar el milagro de levantar un 5-1 ante el Athletic. El 6-3, con tres prórrogas, desató la locura

Una imagen de archivo de aquel histórico partido en Mestalla

Una imagen de archivo de aquel histórico partido en Mestalla / SD

Vicent Chilet

Vicent Chilet

Quienes asistieron a aquel encuentro así lo afirman, y con esa rotundidad se ha transmitido entre las distintas generaciones de valencianistas. El Valencia-Athletic Club de vuelta de semifinales de Copa jugado el 24 de mayo de 1950 está catalogado como «el mejor partido de la historia de Mestalla». Fue la última vez que los dos conjuntos, dominadores del fútbol español en aquella época, se midieron en unas semifinales de la competición, que quedaron grabadas para siempre en la memoria.

Fue la hazaña incompleta más bella del valencianismo, que estuvo muy cerca de levantar el 5-1 en contra que los leones habían cosechado en la ida. En un partido memorable, con un Mestalla a rebosar con 25.000 espectadores que creyeron en la remontada, el Valencia endosó un 6-2 a los rojiblancos en los 90 minutos de juego. Hicieron falta tres prórrogas, interrumpida por la evacuación de espectadores desmayados ante la intensidad del partido, antes de que en el minuto 125 Gaínza puso el 6-3 definitivo, que apagó el infierno del estadio y desató el recordado llanto desbocado de Antonio Puchades.

«Aquella tarde, Mestalla era una casa de locos», recordó con el paso de las décadas Jaime Hernández Perpiñá, maestro de maestros del periodismo deportivo valenciano. «Nunca vimos un partido de las calidades y emociones como el de ayer», relataba en estas páginas Llácer. El Valencia, vigente campeón, había caído 5-1 en San Mamés, cuatro días antes de la vuelta, en una tarde de barro y furia, con 4-0 al descanso con tres goles de Iriondo.

Puchades redujo distancias, pero Zarra remataba la contienda. Sin embargo, Mestalla no se iba a rendir tan fácilmente. Cada duelo contra el Athletic era casi como el partido del año, en aquella época. En los 40 se habían disputado ligas y se habían encontrado hasta en tres finales de Copa. Dos se habían decantado del lado athleticzale, en 1944 (2-0) y 1945 (3-2) agrandando la herida valencianista de Montjuic.

El año antes, fue el Valencia quien se impuso por 1-0 en Chamartín, con el recordado gol de Epi con sabor a despedida. Aparte, en 1943 el Athletic se había impuesto en otras semifinales. Mestalla, rodeado de huerta, alquerías y vías de tren, respiraba fiesta en las horas previas, con el campo lleno de aficionados y pólvora, en una ciudad que dejaba atrás la fase de mayor represión de la posguerra y se divertía en los duelos de catch en la plaza de toros, que anunciaba a Cabeza de Hierro contra Pirok, el campeón húngaro.

Puchades, pulmón y corazón del Valencia, abría el marcador en el minuto 25. Igoa y Amadeo alimentaban el sueño de la gran remontada con sendos goles antes del descanso. Sin embargo, el gran Telmo Zarra helaba momentáneamente la ilusión con dos zarpazos, en el 52 y en el 70. Con 3-2 y solo veinte minutos de juego, todo parecía perdido. Pero fue entonces cuando Puchades rompió el silencio braceando, ordenando la última ofensiva.

Avant, sempre avant. Estaba por desatarse la tormenta perfecta. Amadeo y Gago marcaron en los siguientes 10 minutos el 5-2. Y el salvaje asedio al área rojiblanco, Igoa marcó en el descuento el 6-2, uno de los goles más celebrados en la historia del coliseo. Ante la inminencia del Mundial de Brasil, con nutrida presencia de ocho internacionales entre los dos equipos, se pactó que fueran sucediéndose prórrogas hasta que alguien marcase el gol número 15 de la semifinal.

Y si anochecía, se lanzaría una moneda al aire. Los tensos minutos fueron pasando entre desvanecimientos de espectadores, con el portero valencianista Pérez resistiendo con una conmoción cerebral, con los futbolistas bebiendo caldos para poder mantenerse en pie. En la tercera prórroga, Gainza hizo el 6-3. Pese a la eliminación, Mestalla despidió a los 22 jugadores como leyendas. Los dos equipos se encontraron de nuevo en la final de 1967, con triunfo del Valencia de Roberto Gil por 2-1. Pero esta semifinal lleva el mensaje cifrado de reparar las lágrimas de Puchades.