Cómo cambia el cuento en Mestalla 8 meses después

El Valencia-Celta de la primera vuelta fue uno de los mejores de la temporada tanto por fútbol como por sensaciones. Luego todo se esfumó

El equipo celebrando un gol

El equipo celebrando un gol / JM Lopez

Pablo Leiva

Pablo Leiva

El verano de Meriton llegó con Gattuso como escudo perfecto para las salidas de Guedes, Soler y compañía. Lo cierto es que las primeras jornadas el juego y la sensación era que las cosas podían ser distintas a las actuales. No con un billete europeo, pero tampoco con el equipo en pleno descenso. O al menos no en casa. Esa dicotomía Mestalla-visitante lleva presente desde el inicio de curso.

Más allá de aquel triunfo en Pamplona, el equipo nunca dio síntomas de ser competitivo lejos de su propio feudo. Ni las ruedas de prensa de Gennaro buscando culpables servían de algo. Pero eso vino más adelante. En la jornada 6, la ilusión no estaba por las nubes pero sí había una pequeña sonrisa por lo que se veía. Al menos por no mostrar las debilidades que llegaron más adelante. Fue en aquel Valencia-Celta donde tal vez disfrutó por última vez en Mestalla antes del Mundial y fuera apenas quedó el de Osasuna. Porque incluso el día del Betis, la sensación fue más de alivio por no mirar hacia el descenso que otra cosa. La realidad llegó después. 

Contra el Celta sin embargo todavía no había llegado la tormento y con el sol como protagonista, el equipo de Gattuso se dio un festival. El 1-0 de Samu Castillejo llegaba unas semanas después de aquel 5-1 contra el Getafe y viviendo en otro contexto distinto al actual. El balón entraba, los goles no se regalaban a pares y, aunque con trabajo por delante, había más noticias positivas que negativas en la clasificación.

El 1-0 se guardó bien y el equipo no se disparó en el pie como ha pasado en este 2023. Y con esas solo había que esperar a que un Celta con Chacho Coudet en el banquillo tuviera algún fallo atrás. Una vez vio la roja Cervi, el equipo todaví aestuvo más sólido y el conjunto de Gattuso encontró el segundo tanto en una acción en la que Gayà se incorporó al ataque, el balón le cayó a los pies de Marcos André y el hispanobrasileño batió al meta Marchesín. 

Los tres puntos ya estaban en el bolsillo pero ahí no acabó la fiesta. Almeida, con una asistencia magnífica de Hugo Guillamón, encontró el camino hacia el tercero. El premio de la victoria llegó de esta manera con gran juego, con sensación de superioridad y con un objetivo en mente: viajar a Cornellà para ganar un partido fuera de casa por primera vez en la temporada. Contra el Espanyol no llegó esa victoria. De hecho estuvo más cerca de sumarse una nueva derrota en el casillero pero el meta del Espanyol fue el mejor aliado y concedió un tanto a última hora. 

Lo que vino después Tras ese empate contra el Espanyol, El Sadar sacó de nuevo la versión más competitiva de un Valencia que se olvidó de ganar durante más de un mes y concretamente seis partidos. Lo que parecía un calendario cómodo en casa con Elche y Mallorca entre otros fue una tortura en todos los sentidos. El cuadro ilicitano se llevó un punto y el balear, con Javier Aguirre a la cabeza, los tres.

Ese salto esperado se convirtió en un paso atrás y en un buen número de dudas que comenzaron a florecer tanto en la plantilla como en Gattuso. Para colmo la moneda siempre que se lanzaba salía cruz, como en Sevilla, con un penalti claro que lanzó Gayà y que acabó sin entrar en el fondo de la portería. El Barcelona conseguía el triunfo en el último suspiro y ante la Real Sociedad se regalaba un gol a pesar de al menos llevarse uno como botín del Reale Arena.

El Betis, eso sí, sirvió de oxígeno antes del parón del Mundial pero después todo siguió igual. Un punto de 24 posibles dejaron sin respuesta a un equipo que perdió por el camino a Gattuso. El italiano, ahora sin dar señales de vida, se marchó abandonando al equipo en el peor momento.