El 5 de mayo de 2002 quedó grabado como uno de los días más grandes en casi cien años de historia del Valencia CF. Esa tarde de domingo, en el estadio de La Rosaleda de Málaga, un equipo de gladiadores salió a ganar el partido y recuperar así la Liga para el valencianismo después de 31 años. Una Liga sufrida que dejó una huella imborrable en todos aquellos que tuvieron oportunidad de vivirla, conquistada partido a partido en un durísimo mano a mano con el Galáctico Real Madrid de Figo y Zidane. El Valencia, después de dos finales de la Champions perdidas, saldó la deuda con una afición que, como el equipo, fue in crescendo hasta acabar convirtiendo Mestalla en un fortín inexpugnable, un auténtico teatro donde todos los sueños se hicieron realidad.

Las imágenes inolvibables de la Liga 2001/02.

Hoy, cuando se cumplen quince años de aquel gran éxito, la situación por la que atraviesa el Valencia CF hace inevitable recordar aquellas imágenes con alegría y tristeza a la vez. De un equipo capaz de demostrar al mundo que competir y derrotar a los más poderosos es posible a otro que lleva dos años peleando por evitar el desastre del descenso siendo como es uno de los cuatro más grandes del fútbol español.

Nada hacía presagiar cuando el club fue adquirido en 2014 por el millonario de Singapur Peter Lim que el club caería de una manera tan estrepitosa. También eran pocos los que imaginaron cuando el equipo inició la pretemporada en Holanda que aquel Valencia CF acabaría ganando la Liga y consolidaría un proyecto que dos años después llevaría al club a ser considerado estadísticamente el mejor del mundo. Todo había comenzado con una auténtica bomba como lo fue la venta del capitán y estrella del equipo, Gaizka Mendieta, un asunto tan delicado que acabó con el mandato de Pedro Cortés y llevó a Jaume Ortí a la presidencia. Con la apuesta del secretario técnico Javier Subirats por un entrenador joven e inexperto que venía de segunda división y, además, no tenía la confianza plena del Consejo de Administración. De hecho, todo pudo acabar ahí si dos goles de Rufete y otro de Adrian Ilie no hubieran propiciado la reacción a partir de la mítica victoria en Montjuic ante el Espanyol.

Ese fue considerado el punto de inflexión pero hubo otros momentos decisivos para llegar a ese partido de Málaga con la opción de ser campeón una jornada antes de acabar la competición. Una rueda de prensa de Rafa Benítez antes de un partido en Mestalla frente al Athletic en la que el madrileño invitó a todos a creer en la Liga y lanzó el mensaje más ambicioso que se recuerda en este club. Las burlas desde Madrid a Jaume Ortí por haberse puesto una peluca naranja para celebrar con los aficionados la victoria en Zaragoza con gol de Angulo. Todo redundó en un cóctel que acabó despertando a la bestia que aquel Valencia llevaba dentro.

Un gol de Baraja en el minuto 93 que suponía el 2-1 segundos después de que el Osasuna estuviera a punto de lograr el 1-2. La apoteósica remontada al Espanyol en Mestalla jugando con diez por expulsión de Carboni y dos goles, otra vez, de Rubén Baraja, auténtico revulsivo en la fase final de la temporada después de superar una grave lesion de rodilla. Fue el centrocampista, que formaría durante años una pareja legendaria con David Albelda en la medular, quien vino a solucionar la falta de gol de un equipo construído desde una férrea defensa que reunía nombres como Ayala, Djukik, Pellegrino, Marchena, Carboni, Angloma o Curro Torres.

Ni el Real Madrid, que acabaría torando la toalla y cediendo también el segundo puesto al Depor, pudo con aquel torbellino que fue sumando victorias hasta presentarse en Málaga con cuatro puntos de ventaja y dos jornadas por delante. Los que estuvieron allí cuentan que, cuando los futbolistas salieron a calentar en La Rosaleda, nadie dudó que esa tarde la Liga se iba a acabar. Tal era el grado de tensión y concentración en los rostros. Fabián Ayala haría el primer gol de cabeza y pidió calma, se llevaban 35 minutos de partido y nada estaba conseguido. Un minuto antes del descanso Fabio Aurelio hacía el segundo, un gol que el árbitro tardó casi siste minutos en subir al marcador por sospecha de fuera de juego y que sería el definitivo. La Liga viajaba hasta València.