Badajoz se ha hecho un poco del Valencia CF por Carlos Soler. Solo así se explica que un pequeño pueblo de la provincia tomara Mestalla el domingo para animar a su ídolo en el partido contra el Betis. La localidad se llama Azuaga. De apróximadamente diez mil habitantes y al borde de Sierra Morena. Alrededor de un centenar de niños de la Escuela Municipal de Fútbol de Azuaga, desde alevines a cadetes, se desplazaron en dos autobuses a València para conocer en primera personal al futbolista del Valencia. Todo un ejemplo para ellos.

¿Y por qué Azuaga es de Soler? Los orígenes de Carlos están allí. El abuelo materno del valencianista, Rafael, el mismo que convenció a Soler para ser futbolista a cambio de una 'game-boy' en Bonrepòs, nació en Azuaga. El encuentro de su nieto y los niños de su pueblo en Mestalla fue muy especial para él. "Para el abuelo de Carlos fue algo inolvidable. Estaba muy orgulloso de que su nieto y su pueblo estuvieran allí unidos por el fútbol", decía el coordinador de la escuela José Juan.

Rafael, el 'iaio' materno de Carlos, nació en Azuaga hasta que tuvo que cambiar su residencia a València en busca de trabajo cuando tenía treinta años. "Hay mucha gente de Azuaga que se vino en busca de oportunidades y ahora vive en Aldaia, Torrent o Alaquàs, es curioso", recuerda José Juan. El encuentro entre Soler y sus 'vecinos' de Azuaga se hizo esperar. Carlos fue uno de los últimos en salir del estadio. Lo hizo alrededor de las doce de la madrugada. Allí estaban todos esperándole con una pancarta que decía "Azuaga (Badajoz) con Carlos Soler".

El futbolista no paró de hacerse fotografías y firmar autógrafos y tuvo un bonito detalle con ellos regalándole una camiseta. "El chaval se portó genial con nosotros, para él también era un orgullo que estuviéramos allí. Nos regaló una camiseta que vamos a enmarcar y poner en la sede del club para que todos la vean. Carlos es muy importante para nosotros. Es un ejemplo para todos los chicos porque él veraneaba de niño con nosotros y jugaba como muchos de ellos en la calle. Se juntaba con otros chicos en la Plaza de las Mercedes para jugar al balón. Además, recuerdo que ganó una carrera de verano con seis o siete años. Lo que le digo a mis chicos es que al final con trabajo se puede llegar a lo más alto en el fútbol y que la clave del éxito es entrenar haga calor, frío o llueva".

El fichaje de Carlos por el Valencia también se cocinó en Azuaga. José Juan todavía recuerda aquel verano. "El año que lo ficha el Valencia con siete años, el club le estuvo llamando a casa, pero ellos no estaban. Estaban veraneando en Azuaga. Cuando llegaron a casa vieron que tenían muchas llamadas de un número que no conocían. Toño, el padre de Soler, devolvió la llamada y al otro lado del teléfono estaba el Valencia. Querían ficharlo.

Ahora, convertido en estrella, los Soler no olvidan sus raíces. Llevan a Azuaga en el corazón. Así será siempre. "Nos hicimos una foto al final todos que nos hizo mucha ilusión. Hemos pasado un fin de semana increíble. Salimos a las doce de la noche del viernes. Fueron nueve horas de autobús, pero no nos importó. Hicimos el tour Mestalla, visitamos el centro, la Ciudad de las Artes y las Ciencias, el museo fallero, Heron City, la ciudad deportiva de Paterna... pero lo que más nos hizo ilusión ver el orgullo que sintió la familia al vernos allí. Se lo dijimos en Mestalla y se lo repetimos: Azuaga siempre estará con Carlos Soler".