La historia del Valencia CF La de estos días es tremenda, de las más sonoras que se recuerda y seguramente la más justificada. El descrédito de Meriton entre el valencianismo es notable. Es de tal calibre que tal vez calificarlo de guerra interna se quede corto y no sirva más que para quitarle el verdadero fondo de la cuestión. Pero no toca ahora, o al menos no es el tema. El tema es David Silva. El canario también se vio envuelto en una de esas sempiternas guerras del Valencia CF, esas guerras que están tan arraigadas en su ADN, que arrancaron al poco de fundarse el club cuando la afición ya se dividía entre Montes y Cubells. Eran las dos estrellas de aquel club que se fundó solo unos años antes con la voluntad de llegar, pero mientras llegaba, ya había dos bandos: ‘Montistas’ y ‘Cubellistas’.

Una de esas guerras valenciaistas la protagonizaron Quique Sánchez Flores y Amedeo Carboni cuando el primero era entrenador y el segundo director deportivo. Y Juan Soler presidente. La grada y el entorno también se dividieron entre ‘Quiquistas’ y ‘Carbonistas’. Quique y Carboni eran los principales ejecutivos deportivos del Valencia CF pero no se aguantaban porque el primero forzó la retirada del segundo. El fútbol... Solo coincidieron en una cosa, en David Silva. Ambos vieron conveniente vender al argentino David Silva.Pablo AimarY no fallaron.

David Silva se ha despedido estos días de la Premier League -le queda como poco un partido de Champions contra el Real Madrid -con todos los honores del mundo del fútbol después de diez años en el equipo británico y unos números que hablan lo suficiente por él. Pero no todo ha sido tan bonito en la carrera de Silva hasta el reconocimiento general. Muchas cosas pasaron antes para que este futbolista, capaz de ver el pase donde nadie lo ve, capaz de jugar en el área rival como si lo hiciese en el salón de su casa, llegase a la elite. Antes de ser campeón de la Premier con el City, de Copa con el Valencia CF o del Mundo y Eurocopa con la mejor selección española de la historia, Silva pasó su pequeño calvario.

El primer golpe futbolístico le llegó de la mano del Real Madrid. El conjunto blanco lo descartó por bajito cuando tenía doce años, en 1998… ¡Toma ya! Años después, cuando ya era un futbolista consagrado en el primer equipo del Valencia CF, algunos hasta lo vistieron con la camiseta del Real Madrid, pero aquel fichaje nunca llegó a cerrarse. Pero volvamos atrás de nuevo. El Real Madrid lo descartó por bajito pero el Valencia CF no. Lo fichó en el 2000. A Silva lo había descartado el Real Madrid pero seguía siendo un futbolista cotizado porque a pesar de bajito, sus cualidades eran innegables. Y si alguien confiaba en él era su padre, Fernando, que trabajaba entones de policía local y se plantó en la ciudad deportiva del Valencia CF. Allí estaban el director de fútbol base valencianista Jesús García Pitarch, que recientemente ha logrado la permanencia en Premier League con el Aston Villa, y su hombre de confianza Paco Bataller. Bataller le hizo la prueba y el pequeño David convenció a las primeras de cambio. Tenía 14 años y seguía siendo pequeño, pero su tamaño no era un problema para el Valencia CF. Se quedó. Ahora empezaban otras dificultades. El primer año de Silva como valencianista no fue fácil, no se adaptó a vivir en la residencia para los canteranos y pidió regresar a casa. Esto obligó a García Pitarch y Manolo Torres, el directivo del club que se encargaba de la cantera, a mover ficha. Viajaron a Canarias y convencieron a la madre de Silva para que fuese a València con el niño, para que David dejara la residencia y vivieran junto a ella en un piso. Y así fue, con ellos se trasladó también el hermano pequeño de David, que hizo sus pinitos en el fútbol valenciano, en el Burjassot. Al año siguiente, el Valencia CF contrató al padre de Silva, Fernando Jiménez, que se había quedado solo en Canarias, apartado de su familia. Fernando fue durante años jefe de seguridad de la ciudad deportiva del Valencia CF.

Con Silva en el equipo el Valencia CF fue campeón de España cadete. El canario era la joya de una camada con futbolistas como Gavilán Sisinio, Albiol, Pallardó o Ruz. Y todos dieron el salto al Valencia C. El club de Mestalla había comprado la plaza de Tercera del Gimástico y creó un segundo filial. Y en Tercera Silva no terminaba de arrancar. Como tampoco terminó de arrancar en el Mestalla, en Segunda B. Nadie dudaba de sus cualidades porque eran más que evidentes pero estaba claro que si Silva llegaba al primer equipo no sería desde el filial y tirando la puerta abajo. Cada futbolista tiene una evolución y los caminos hasta la elite son inescrutables.

El ‘Mago’ era internacional con la selección Sub 21 pero había que buscarle equipo. Tenía que buscarse la vida, salir del nido y pelear por un puesto. El equipo elegido fue el Eibar, pero tenía trampa. Aunque al conjunto armero todavía le persigue la leyenda de equipo de choque en el que cada balón se disputa literalmente en el barro, aquel Eibar lo entrenaba Mendilibar. Era otra cosa. Lo que no quiere decir que fuera a ser fácil. De hecho su cesión fue recibida con frialdad por la prensa local hasta el punto que solo faltó que en la rueda de prensa de su presentación le preguntaran qué había hecho él para jugar en el Eibar. Nada, aquello duró nada. Mendilibar quería jugar a fútbol y tenía claro que Silva era su hombre. La temporada fue un éxito hasta el punto que el Eibar se quedó a un solo gol de lograr el ascenso a primera división. Ahora los vascos son un habitual en primera división, pero entonces, eran un clásico de segunda y segunda b. Lo más curioso es que ese gol lo tuvo Silva en sus botas unos partidos antes. Fue ante el Lleida y con el ascenso en juego. Era el minuto 92 de partido, recibió el balón en el vértice del área y solo tenía al portero delante, pero a pesar de que el marcador estaba empate a uno, tiró el balón a la banda. "Creo que hice la correcto dijo el joven Silva, el público entenderá que jamás puedo tirar a gol con un rival en el suelo". Mendilibar, su entrenador, fue más Mendilibar que nunca: "Tenían que hacerle un monumento porque gente que actúe así hay poca". No le hicieron una estatua pero a final de temporada recibió el premio al juego limpio. Él jugador del Lleida que estaba tendido en el césped era Bruno Saltor...

Silva volvió muy curtido de su etapa en el Eibar, su gesto dejó a los armeros a las puertas del ascenso pero allí nadie le olvida. Se ganó a los aficionados y regresó al Valencia CF que en verano de 2006 estimó que todavía no había llegado su momento para dar el salto al primer equipo. Saldría cedido de nuevo. La primera opción que se barajó fue el Getafe, pero se descartó porque también iba Jaime Gavilán. Aunque Gavilán era un jugador de banda puro y Silva estaba destinado a jugar por dentro, podían hacerse la competencia porque los dos son zurdos y el canario acabó marchando al Celta de Vigo. Allí también la rompió. "Es un fenómeno" dijo de él el uruguayo Cannobio en La Taula de Ràdio 9. "El Valencia CF tiene ahí un jugador tremendo, que lo cuiden bien". El Celta quedó prendado de Silva y le hizo una oferta difícil de rechazar, el equipo de Pontevedra tiró la casa por la ventana, un contrato profesional de cuatro años, de los mejores pagados del equipo y un proyecto que giraba en torno a él. Jamás trascendió si David dudó, pero lo cierto es que en el Valencia CF en su puesto jugaba un tal Pablo Aimar. Por una vez, Carboni y Quique no dudaron. Apostaron por él. El resto, es historia.

Con Quique Silva empezó en la banda y poco a poco comenzó a asumir galones hasta ser la referencia por dentro. Años después, cuando le preguntaban a Emery fuera de micrófonos que haría si pudiera elegir entre vender a Silva o a Villa, decía que el canario era insustituible, era quien armaba el juego. En el verano de 2010 Llorente lo traspasó al Manchester City por 32 millones y en su primer año en el fútbol inglés fue elegido como el mejor de la Liga por los futbolistas de la Premier...

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