Paco Camarasa nos abre la puerta de su casa, El de Rafelbunyol nos cita en su domicilio particular. Allí, rodeado de su mujer, sus dos hijos y escudos del Valencia CF por todos los rincones, intenta asimilar su despido después de cuarenta años en el club. Apenas ha pisado las calles del pueblo. Ha perdido la sonrisa. Reconoce que continúa en «shock». Su mirada perdida durante la entrevista lo delata. No gasta bromas. No es Paco. Todavía no entiende cómo será su vida sin el Valencia. Esta es la conversación íntegra:

Han pasado cinco días. ¿Empiezas a asimilar el despedido del Valencia o eso es imposible?

—No, de momento no. Pasa el tiempo muy rápido, pero no. Intento tener la máxima tranquilidad del mundo para asimilar la nueva situación y todo lo que ha pasado.

—¿Cómo estás tú?

—Bueno, estoy. Hay ratos que estoy mejor, otros peor, pero en líneas generales estoy bien porque tengo la conciencia muy tranquila de lo que he hecho. Puedo dormir tranquilo porque no he hecho nada malo ni he fallado a nadie.

—¿Qué tal tu mujer y tus dos hijos? Al final la familia sufre más.

—Sí, es lo que más me preocupaba. Por mis hijos y por mi mujer. Porque lo han pasado peor que yo.Yo no sé si tendré bajón en algún momento, pero me preocupa más la familia que incluso yo.

—¿Cómo les comunicaste que el Valencia te había despedido?

—A mi mujer se lo dije incluso antes de irme. Cuando me llamaron del club y vi quién me llamó -Suescun- ya me imaginé para lo que iba. En ese momento le dije 'malas noticias vamos a tener en breve' y evidentemente así fue. La chiquilla se enteró por un comentario. Cuando se lo dije casi ni se lo creía. Al chiquillo igual. Le llamé y le dije que estaba fuera. Tampoco se sorprendió porque las cosas desde septiembre estaban como estaban.

—¿Qué mensajes o llamadas te han llegado más al corazón?

—Todos porque todos han sido mensajes de agradecimiento y reconociendo la labor que he hecho. Sobre todo me han llegado los de la gente con la que he trabajado. Con los ánimos de los amigos cuentas, pero me llena mucho cómo he salido con los trabajadores y la gente con la que he convivido muchos años, incluso gente con la que he tratado muy poco, que igual he coincidido en el estadio o en la ciudad deportiva y también me han mandado mensajes de agradecimiento por la ayuda que han recibido siempre de Paco Camarasa.

—Al final uno tiene que quedarse con ese reconocimiento, Paco.

—Sí, es que no me queda otra tampoco. Hay que quedarse con lo bueno y lo malo intentar olvidarlo lo antes posible y tirar hacia adelante.

—¿Qué te dice la gente del pueblo en Rafelbunyol?

—Poco, he coincidido poco porque ahora todo es teléfono y teléfono, pero la gente con la que me he cruzado me ha dicho que tranquilo, que está conmigo, que soy buena persona, que soy buen tío, que esto se arreglará y que no lo merezco.

—El Valencia nunca podrá echar a Paco Camarasa porque Paco Camarasa es el Valencia.

—No me pueden echar de València y del Valencia menos. Me han echado del trabajo que estaba desempeñando, pero Paco Camarasa es del Valencia porque desde los 13 años llevo vistiendo esta camiseta y el sentimiento que tengo hacia el Valencia no me lo va a quitar nadie.

—¿Sabe Meriton lo que es ese sentimiento del Valencia?

—Son preguntas que habrá que hacérselas a ellos. Yo puedo tener mi forma de pensar y de ver las cosas y personalmente a nivel particular creo que Meriton no sabe lo que es el sentimiento del Valencia.

Uno de los amigos que te ha llamado y cuya amistad crees que ha sido el detonante principal de tu despido es Marcelino. ¿Qué te dijo?

—Que increíble, que es injusto, que no me lo merezco y palabras de apoyo. Palabras de un amigo. Yo en septiembre ya estaba prácticamente fuera. Me salvaron los capitanes y los jugadores y evidentemente el motivo era ese: vincularme y relacionarme con Marcelino. Marcelino se siente culpable de mi despido porque por ser amigos y tener una buena relación a Paco Camarasa lo han echado de su casa después de cuarenta años en el Valencia.

—Como si uno no pudiese elegir sus amigos a sus 52 años.

—Sí, eso parece, pero no es mi caso. A mis amigos los elijo yo y nadie me va a hacer que los elija. Y nadie me dice con quién tengo y con quién puedo ir. Eso lo tengo muy claro. Es una cosa mía y aquí en València se dice: la familia te la imponen, pero los amigos los eliges y es una realidad para mí. Que otras personas lo acepten o lo permitan, es todo respetable. Pero en mi caso, no. Paco Camarasa elige a sus amigos.

—En la carta de despido del club no se nombraba sin embargo a Marcelino. ¿Qué ponía?

—En la carta no pone que Marcelino sea la causa de mi despido, en la carta pone por dejadez y relajación. Pero yo tengo claro que si no continúo en el club es por mi amistad con Marcelino.

—¿Dejadez y relajación?

—Eso pone en la carta. Cuando la leí me dio mucha pena y al final más risa que pena porque lo que estaban diciendo no era así. Y más ahora después de ver todos los mensajes que he recibido de mis excompañeros. Nadie comparte lo que pone en la carta.

—¿El club te dio explicaciones?

—Explicación ninguna porque hablé con Julián -Suescun- que es la única personal del club con la que he hablado del despido. A Julián lo conozco desde hace muchos años y me dijo: 'Paco, esto es lo que hay. Poco más te puedo decir'. Me dio la carta y yo me tiré un par de días que ni la leí. Porque, ¿para qué? Ya sabía lo que era y el motivo poco me importaba en ese momento.

—¿Que más decía esa carta?

—Me decían que el club no estaba contento y que prescindían de los servicios de Paco Camarasa. Hablaba de relajación, dejadez, ponía que el trabajo que tenía que hacer era pasar los horarios e informar a los jugadores y habían visto una especie de relajación y de dejadez por parte de Camarasa. Incluso algo de honradez ponía también en la carta. Y eso sí que no. Si algo ha tenido Paco Camarasa es la honradez y la sensatez. Si ellos consideran que me he relajado, pues cada uno tiene sus motivos, pero no voy a permitir que se hable de mí de falta de relajación y mucho menos de honradez al Valencia Club de Fútbol. Ni Meriton ni nadie podrá decirlo ni voy a permitirlo tampoco.

—Es injusto.

—Para mí sí. Habrá para gente que no, pero para mí sí. Si yo hubiera fallado, si hubiera hecho algo mal. Si por el cargo y la responsabilidad que tenía hubiera pasado alguna cosa a nivel de federación, alineaciones o tarjetas evidentemente me sentiría culpable y tal vez sí que estaría fastidiado, pero en ese aspecto tengo la conciencia tranquila que lo que he hecho lo he hecho bien con el corazón y no he fallado.

—¿Echas de menos que el presidente Anil Murthy te lo hubiera dicho a la cara?

—Pues la verdad es que ni me lo planteo porque, ¿para qué? ¿Qué me va a decir? Tampoco creo que tenga argumentos para convencerme de por qué me echa del club.

—Cuando sí hablaste con Anil fue en septiembre en el primer intento de despedirte. ¿Qué pasó y qué te dijo entonces?

—Fue después del Chelsea cuando volvimos de viaje estuve hablando con él. Yo estaba ya fuera del club por la noche y al tener reuniones con los jugadores, que tuvo varias, quiso hablar ese día conmigo para saber mi opinión. Él dice que me había visto triste y mal, me dijo que Albert Celades le había dicho que yo no había estado bien en el viaje, yo luego por informaciones y preguntas a ciertas personas confirmé que eso no había sido cierto. Me preguntó qué pasaba. Yo le dije que evidentemente el día que echó al entrenador no estaba enfadado, pero sí me fastidió porque cuando vives con una persona tres años y tienes una afinidad te molesta, pero le dije que tenía muy claro dónde estaba y lo que era. Era un entrenador y vendría otro, Paco Camarasa es trabajador del Valencia y cuando pasara el otro entrenador lo iba a recibir con los brazos abiertos para darle todo el cariño y el apoyo, como siempre he hecho. Le dije que me fastidiaba que lo hubiera hecho, que estaba un poco molesto, pero que la vida continuaba y el Valencia estaba por encima de todo. Y en eso se quedó. Me dijo que adelante, que perfecto. Hasta hoy.

—Uno de los que dio la cara por ti fue Dani Parejo. Es un buen amigo. ¿Cómo está?

—Está molesto, sorprendido con mi despido y resignado porque tampoco puede hacer nada, ya lo hicieron en su día. Estoy muy agradecido a ellos. Dani está resignado como creo que todos los jugadores con los que compartí estos años.

—El vestuario está de tu lado.

—Sí, sí, totalmente. He recibido el apoyo de cada uno de ellos. De los actuales, de los del año anterior e incluso algunos que solo estuvieron cuatro meses en la primera etapa. Agradezco todos los mensajes y la fuerza que me están dando.

—A Parejo no lo han echado, pero casi. ¿Qué te parece la decisión?

—Pues ahora ya como valencianista te diré que me parece mal porque es un futbolista que ha aportado mucho, es otro futbolista que es parte de la historia del valencianismo, capitán del Valencia, lleva muchos años jugando, honrado, sensato, ha dado la cara por el equipo y que tenga que salir así del club... Uno más para el currículum.

—¿Acabará en el Villarreal?

—No lo sé, el tiempo dirá. Dani será el que decida dónde termina en función de lo que tenga.

—Dani me costa que no es el único molesto con la propiedad. ¿Cómo se ve desde el vestuario la gestión que está haciendo el club?

—Desde el vestuario cada uno lo ve de una forma. Unos lo ven bien, otros menos bien y otros mal. Eso ya son preguntas que habrá que hacer a cada uno de ellos para que cada uno responda.

—Pues te pregunto a ti. ¿Has visto en tus 40 años una gestión en el Valencia como la actual?

—Difícil, difícil... He visto cosas injustas, he visto decisiones que me han dolido, hay gente que ha pasado y que tampoco ha merecido que se fuera, pero tal vez lo que se está viviendo ahora en este periodo de tiempo sea difícil de ver. Ya no porque hayan echado a Paco Camarasa. Echaron a Toni Giner que llevaba 25 años que es una persona honrada, sensata y trabajadora y sin motivo aparente también desaparece del club. Es difícil de entender y explicar y sí, creo que es una de las peores épocas del Valencia que he vivido.

—¿Se le ha perdido el respeto a la afición y a la historia del Valencia?

—Creo que se le ha perdido el respeto ya hace tiempo. Hacer callar un presidente a toda una afición en un estadio. Si eso no se cataloga como una falta de respeto... Y hay más cosas. En mi forma de ver las cosas, se le ha faltado el respeto totalmente a la afición del Valencia.

—¿Dentro se trabaja con miedo?

—Miedo, miedo no sé si es la palabra o respeto, no sé como decirlo, pero lógicamente si yo continuara trabajando en el Valencia tendría miedo. Si me echan por tener una relación en mi vida privada sin hacer nada malo y no haciendo mal tu trabajo... es para tener miedo. Miedo si al final vives de ello y necesitas de ello y tu trabajo es ese.

—Tú estabas en el vestuario aquel 11 de septiembre en la destitución de Marcelino. ¿Qué es lo que nunca olvidarás de aquel día?

—El ambiente y las sensaciones que había. De aquel día nunca olvidaré el mal augurio que se percibía y el malestar tan generalizado porque hay veces que cuando echas a un entrenador hay gente que le sabe mal y hay otra gente que igual está contenta, pero en este caso contentos, ¿qué habría? ¿Uno, dos, ninguno?

—¿Lloraste?

—Yo lloré y más gente, yo fui uno de ellos. Sobre todo por la manera que sucedió porque yo, ya no a nivel trabajador, a nivel de aficionado y valencianista que soy, tenía mucha ilusión en esta temporada a nivel profesional. Se vívía algo dentro del vestuario bonito y creo que ilusionante para el valencianismo. Se lo cargaron ese día, evidentemente, de ahí los resultados posteriores y cómo ha finalizado la temporada.

—Rodrigo decía que era un «milagro» que el equipo se clasificara para octavos de la Champions.

—Sí, era una palabra un poco irónica de los jugadores que existía dentro del vestuario.

—Nunca se ha olvidado la figura de Marcelino esta temporada. Tu despido es una prueba más según tú.

—Ha arrastrado mucho, ha pesado mucho durante el año, evidentemente se olvidará, pero este año ha pesado muchísimo en la plantilla y en los jugadores.

—Luego se juntó el coronavirus. Tú fuiste de los primeros contagiados.

—Sí, se juntó todo. Yo el virus lo pasé bien, totalmente asintomático, no tuve ninguna sensación rara, totalmente normal. Una experiencia más.

—En aquel confinamiento tiraste del carro y ejerciste como un técnico más a pesar del positivo con clases de bicicleta estática.

—Sí, buscábamos entretenernos para que la gente estuviera más entretenida y ocupada, y me tocó la bicicleta. Miñano me planteó si podía ayudar y yo encantado de participar. La verdad es que fueron unos días muy divertidos.

—¿Eso es dejadez, no?

—Sí, sí eso parece. Que en tu tiempo en casa con la baja, el virus y el confinamiento dedicarle tiempo a ellos es dejadez. Tener el móvil encendido las 24 horas al día para cualquier cosa que pase también es dejadez para ellos.

—¿Entendió que el club no renovara a Garay después de su lesión?

—Es una más. Es una situación que no suele ser normal. Si un jugador importante tiene una lesión defendiendo los colores tuyos y que termine de la forma que ha terminado, no es muy dulce. Ni normal. Es una más para apuntar.

—¿Te preocupa el Valencia?

—Mucho. La empresa no, pero el Valencia sí, mucho. Las cosas no se están haciendo bien. Es mi opinión personal.

—40 años dan para mucho. ¿Con qué momentos te quedas?

—Hay muchos, pero cuando ganamos la Copa del Rey en el 99 que vinimos de Sevilla en el balcón del Ayuntamiento tuve un momento para mí. Me senté en una esquina de balcón disfrutando de la afición. Ojalá hubiera tenido una foto de ese momento porque es el momento más feliz que he vivido en mi vida. Y luego ya en el Centenario. Conseguir un título, formar parte de la historia y estar personalmente allí es un momento inolvidable.

—¿Qué recuerdas de tu primer año en el Valencia con solo 13 años?

—¡Uff, no recuerdo nada! (Sonríe por primera vez en 20 minutos). Bueno sí, recuerdo a Pedro Cortés que me decía que echaba porque estaba gordito y me comía bocadillos de barra de cuarto.

—¿Y momentos malos?

—Este, porque siempre estás expuesto a las lesiones, pero que te despidan sin motivo aparente y sin hacer las cosas mal, la verdad es que todavía estoy un poco en 'shock'. No sé cuando me saldrá, pero sigo alucinado con la situación que estoy viviendo.

—¿Cómo has disfrutado más? ¿De jugador, entrenador o delegado?

—Evidentemente como jugador, lo que pasa es que el año pasado como delegado me sentí parte del proyecto y de los jugadores, fue como si fuera un año más de jugador. Visto desde fuera, pero siendo partícipe en todo. Como jugador vives en otro mundo, vives tu mundo y solo lo estás disfrutando y ahora padeces las 24 horas. Sufres por ellos, por ti, por la entidad, por la afición, sufres por todo.

—Has vivido con muchos presidentes. ¿Con cuál te quedas?

—Me quedo con todos. He tenido momentos buenos, he tenido mis roces con algunos, pero son con los que menos relación he tenido. Puedo opinar de Tuzón por los años tan buenos que hizo, salvó el club, Pedro Cortés, Paco Roig, el 'traquero' que lo llamamos, que fue el que pegó un subidón a esto haciendo cosas muy buenas y muy malas, Manolo Llorente, Agustín Morera... me quedo con todos.

—¿Qué entrenadores te han marcado más?

—Di Stéfano me hizo debutar y siempre le estaré agradecido, luego Espárrago fue el que me metió en la dinámica de futbolista, pero creo que con los que más aprendido fue con Hiddink y Luis Aragonés. Hiddink porque fue el que mejor rendimiento me sacó.

—¿Y de los compañeros?

—Ufff, no puedo decir jugadores porque seguro que quedaría mal con alguno, me quedo con los amigos que he hecho.

—¿Y ahora después del Valencia qué, Paco?

—Pues no lo sé. Porque mi vida siempre ha sido Valencia, Valencia, Valencia y ahora es una etapa muy nueva para mí. Si hubiera salido fuera en mi etapa de futbolista aún diría pues por aquí puedo tirar, pero solo he conocido el Valencia y hablar de Paco Camarasa relacionado con algo que no sea el Valencia ahora me cuesta. Espero que un periodo corto de tiempo salga alguna cosa y si no, buscaremos para poder hacer algo porque hay que trabajar. No se acaba la vida.

—¿Te imaginas una vida sin el Valencia?

—No puedo. Esté donde esté el Valencia será parte de mí. Tengo 52 años y cuarenta de ellos los he vivido en el club. Es imposible pensar en una vida sin el Valencia. Entras en mi casa y tienes el escudo por todos lados. ¡O me voy de aquí o me voy fuera! Pero al final el Valencia lo llevo metido en el corazón y es imposible que nadie me lo quite.