Opinión

El valor de una plantilla que cree en su ‘líder’

Rubén Baraja

Rubén Baraja / F. Calabuig / F. Calabuig

Hay dos tipos de líderes. Uno de ellos es ese perfil Gattuso. Graciosete, que pega collejas para hacerse el ‘majo’ y que cuando vienen mal dadas le echa la culpa a todo y a todos menos a su figura. También, de vez en cuando, mete alguna bronca fuera de tono y sin demasiada lógica para infundir miedo o ganarse un respeto que no es tal. Incluso hace ver que existe meritocracia pero reina cualquier cosa menos eso.

Por otra parte está Baraja. Un líder natural. Que entiende los bajones de forma como los de Javi Guerra y Guillamón pero los recupera cuando toca. Que hace mejores a los que ya eran buenos, como es el caso de Mamardashvili, que mete a los ‘nuevos’ en dinámica y les potencia como el caso de Pepelu o que incluso coge casos preocupantes como el de Hugo Duro y los convierte en uno de los mejores en lo suyo.

Que toma una situación crítica como una pelea por el descenso y lo convierte en una oportunidad para dar confianza y alegría. Para generar buen ambiente incluso con aquellos que en teoría deben pelear por un puesto, como Canós, Diego López, Fran Pérez o el recién llegado Peter Federico, que se apoyan unos a otros sin importar para quién es la titularidad.

Porque cuando el líder es eso... un líder, lo verdaderamente importante es un buen ambiente que potencia el resultado final. Por eso Baraja ha sido todo lo que necesitaba el Valencia y ha dado una lección a todos aquellos que ponían otro gesto más impostado. 

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