Todavía queda un mundo, pero ya empieza a sentirse la «presión» en diciembre. De ahí el discurso de Muñiz, lo de que es «fundamental» no mirar una clasificación en la que el líder quiere dar otro golpe de efecto. Para desestresar a sus jugadores de esa tensión, en el único entrenamiento focalizado en el encuentro ante el Rayo de Baraja, antes del partidillo y de incidir en la estrategia, el técnico fraccionó a la plantilla en dos equipos, que a su vez se dividían en otros dos de cinco futbolistas, para disfrutar como chiquillos con el juego del pañuelo. El propio entrenador decidía el número en cuestión y al que le tocaba de cada grupo (eran dos 1 contra 1) salía lanzado hacia el improvisado pañuelo (un peto verde) que sujetaban Álvaro Reina y Juanjo Rico, segundo entrenador y preparador físico, sin desbordar la línea del centro del campo. Un momento muy divertido, de muchas risas para potenciar la unión de un vestuario que pretende consolidar su situación ventajosa. El Levante es el perseguido, el equipo que marca la pauta y que ha ganado crédito, confianza y mucha gasolina después de frenar el sábado el ´mini bache´ con tres puntos necesarios ante el Tenerife.

Diecisiete días después del diluvio universal, granotas y vallecanos reeditarán un duelo que fue de Primera la pasada temporada, pero ambos cayeron por el sumidero de la mano. Mientras que el Levante supo adaptarse de inmediato a las peculiaridades de LaLiga 1|2|3, el Rayo arrancó gripado, desfigurado y tuvo que comenzar de nuevo de cero con Baraja. En el césped de un Ciutat que ya no será una piscina como el 27 de noviembre, aunque tampoco está para lanzar cohetes, pugnarán dos rivales con tendencias contrapuestas. Mientras que el líder ha firmado 20 de los 24 puntos en juego en Orriols, los madrileños presentan fugas de visitantes, aunque aterrizarán tras conseguir su primera alegría fuera de Vallecas en el Nou Estadi de Tarragona y ceder la condición de peor equipo como forastero al Alcorcón. En total, ese 0-1, un empate y seis derrotas.

Muñiz y Baraja se vieron las caras la pasada temporada a los mandos de Alcorcón y Elche respectivamente. Prevaleció la condición de anfitrión en los cara a cara. Primero golpearon los franjiverdes (2-0) y en Santo Domingo, los Campaña, Natxo Insa (ambos marcaron) y Chema, además del preparador asturiano, vengaron la derrota en el Martínez Valero, pero aquel 4-1, por la diferencia de goles, no se tradujo en el billete a la promoción de ascenso. Muñiz se reencontrará con su pasado como vallecano de tres temporadas, con un ascenso a Primera, después de cinco en el Sporting.

Las cuentas antes de las vacaciones (del 19 al 28 de diciembre) son claras. «Hay que sumar los máximos puntos posibles», afirmaba el técnico. El pleno supondría cerrar el 2016 con 40 y que la brecha con los perseguidores sea igual o más profunda que antes del bache que había generado intranquilidad. Los primeros tres serán ante un descendido que quiere colarse en la pelea por el ascenso (son decimocuartos), mientras que los últimos del año serán frente a un ascendido (UCAM) que el domingo estrenará entrenador. La batalla inmediata se vivirá bajo el amparo de una afición que sorprendió con unos tímidos pitos ante el Tenerife hasta que la maquinaria empezó a rodar y el ´plan B´ se reivindicó. Esta inyección fue incluso más anímica que numérica, que además tuvo más valor porque Girona y Getafe fallaron. Tanto para los que jugaron como para sancionados con Roger, que reaparecerá para recuperar el terreno perdido al verse superado en la nómina de goleadores por Joselu y Ortuño.