Opinión

Una final de la Copa del Rey es un regalo que nunca se puede rechazar

Hemos perdido la perspectiva de entender que nunca se sabe cuándo volveremos a una final. Y no sólo tiene que ver con Lim

Carlos Soler levanta la Copa de 2019

Carlos Soler levanta la Copa de 2019 / JM LÓPEZ

Fui a mi primera final de Copa del Rey en 1995, cuando el Valencia sumaba tres lustros sin llegar a ninguna. Recuerdo aquel día como si fuera hoy, todas las sensaciones que se vivieron, primero el sábado y luego cuando nos tocó volver a esos minutos que nos regaló la lluvia. Los gritos de locura empapada en agua con el gol del empate, abrazado a mi amigo Chus Cabo, que lo sigue siendo casi 30 años después y a quien mando un fuerte abrazo. Eso queda para siempre.

Aunque mi final fue la de Sevilla en 1999, porque ganamos, la del Bernabéu nos hizo sentir a toda una generación que eso de jugar estos partidos era posible, que no sólo se veían por la tele.

He asistido estos días a un proceso que no termino de saber cómo explicar. Es la final con menos ambiente de final que recuerdo, cosa que me cabrea en estado máximo, porque estos son regalos que nos hace el fútbol que no podemos rechazar ni despreciar, ya mande Meriton o Mortadelo y Filemón, que parece que vayamos a estas cosas todos los años y ya os digo que no. Es la sexta final de Copa desde 1972, que cada uno haga cuentas.

Nos hemos cabreado por todo, con todo, y se ha generado un clima que da mucha pena, y mucha rabia. Se ha cargado contra todo el que se movía, y podemos tener mil cuitas, frentes abiertos y cuentas pendientes, pero... ¿nos vamos a cargar una final de la Copa del Rey por eso? ¿No somos capaces de esperar hasta el sábado para seguir generando basura los unos contra los otros? ¿En qué demonios nos hemos terminado convirtiendo?

Me he alejado todo lo que he podido de eso, aunque cuesta, mucho. Pero creo que, de alguna manera y como otros muchos miles, lo he conseguido. Sólo pienso en llegar a Sevilla, en vivir el ambiente, en ver a miles de valencianistas que sólo tienen en la cabeza vivir el partido y disfrutar con la familia y los amigos. Yo especialmente con mi hija, que aún no tiene ni 8 años. Disfrutaré con ella de un momento especial que yo no pude vivir con mi padre, y que a mi hija se le quedará para siempre en la retina. Vivir esto como un niño es algo de lo que deberíamos tomar nota todos, porque el espectáculo ofrecido por los adultos ha sido lamentable, por parte de todos, y no hay derecho ni razón.

Creo que hemos perdido la perspectiva de entender que nunca se sabe cuándo vamos a volver a jugar una final. Y no, no sólo tiene que ver con Meriton, que desde luego es una rémora para el Valencia en todos los sentidos, sino que es algo más de nosotros mismos. Aunque no sea fácil, hay que abstraerse de todo lo que nos rodea y vivir y disfrutar, y sentir, y vibrar, porque -por el amor de Dios- somos del Valencia y vamos a jugar una final, y eso es algo a lo que tenemos que dar el valor que tiene, que es mucho, no sabemos cuánto.

Cada uno lo vive de una manera y hay que respetarlo. Yo voy a contar la mía. Nos vamos a Sevilla, los 3, contigo, Valencia. Por el equipo de mi abuelo, el de mi padre, el mío y, ahora, el de mi hija, que animará por los miles de peques que no podrán estar. Canalla, no podría vivir sin ti, aunque contigo tenga una vida que se parece más a una montaña rusa que a otra cosa, una maravillosa montaña rusa que no cambiaría por nada. Vamos a Tierra Santa, que lo es desde hace casi un cuarto de siglo, a hacerte un poco más grande, a que tu leyenda lo sea más, y a sentirnos orgullosos de ti, de que formes parte de nosotros. Vivamos esto, valencianistas, que nunca se sabe.

PD: me siento orgulloso de participar cada semana en Superdeporte, de formar parte de esta casa de un modo u otro. Que el Valencia haya vetado a medios antes de la final de Copa es despreciable, y no tiene sentido. No se trata de solidarizarse con nadie, que también, sino de sentirse orgulloso de seguir informado sin censuras de ninguna clase sobre las cosas que pasan. Meriton demuestra tener miedo de quienes son libres, y eso dice muchas cosas. Hagamos entre todos un gran Valencia, que eso será lo mejor que podamos hacer, mande quien mande.