Opinión

El coste de retener a Soler

Mantener al ‘10’ dejaría un once mejor a costa de sacrificar la profundidad de plantilla de un Valencia muy justito

Carlos Soler valdría más de treinta millones si no estuviera en su último año de contrato

Carlos Soler valdría más de treinta millones si no estuviera en su último año de contrato / JM López

A este Valencia le sobran tan pocas cosas que es casi milagroso ganar con diez. Meriton tiene ante sí la oportunidad de coronar un mercado brillante tras una mitad inicial envidiable. La venta de Guedes descapitaliza al Valencia, pero da oxígeno a unas arcas que agradecen que los fichajes sean del perfil Lino, Castillejo o Nico. La salida de Maxi parece cada vez más cerca, otra bocanada de aire puro a la cuenta de ingresos extraordinarios. Y no hace falta ser tremendamente optimistas para pensar que el mercado dará oportunidad de dar salida a Marcos André, si el entrenador quiere aspirar a tener otro nueve, o los Vallejo o Racic si Gattuso planea contar con ellos tan poco como hasta ahora. Lo bueno de tener una plantilla cada vez más corta es que cada vez hay menos descartes, pensará Anil Murthy desde casa.

El mercado del Valencia hasta ahora es notable, pero hay fallos estructurales que siguen ahí. En la cola de jugadores que acaban contrato encontramos al capitán número uno, con aura de preso político en el palco de Mestalla, al capitán número dos, primer sacrificado para intentar apañar al Valencia con diez ante el Girona o dos de los que mejor estuvieron en el estreno liguero: Diakhaby y Guillamón. En el banquillo, un partido con tan solo tres bajas acabó con Foulquier de central y el descartado Maxi como nueve. Gattuso necesita más fichas y el Valencia, como hemos visto, no tiene mucho más donde rascar. En la cuenta de resultados, el Valencia debería vender a otro como Guedes para empezar a pensar en el Fair Play Financiero. Y de esos, con Gayà obsesionado con quedarse, al Valencia solo le queda uno.

La encrucijada del Valencia es crítica. Dar salida ahora a Soler con un precio a la baja -salvo algún truco de Mendes- o aguantarlo con la esperanza de que a la plantilla no se le haga larga la temporada. Carlos valdría más de treinta millones de euros si no fuera porque se encuentra en su último año de contrato, pero la duda aparece cuando nos planteamos si el coste de oportunidad de tener a Soler y no a un par de fichajes que lo suplan es un lujo que el Valencia se pueda permitir. Veo al club, por primera vez desde que empezó el culebrón de la renovación, decidido a retener a Carlos y apostar, algo que me gusta. El éxito deportivo solo puede llegar cuando hay atrevimiento desde los despachos. El Valencia se encamina a una plantilla más corta pese a los dos o tres fichajes por venir. El proyecto pasa por ganar, como siempre, pero sobre todo por revalorizar por primera vez en años a una plantilla cuyo precio de mercado ha entrado en caída libre. Un Valencia poderoso es el único capaz de vender al alza a los Mamardashvili, Yunus, Hugo Duro o Correia e intentar romper con este círculo de malas decisiones en el que está instaurado desde hace años. Entrar o no en Europa marcará a cuántas joyas y con cuánta urgencia debe vender el club para poco a poco dejar de ser un club regalador y recuperar la insignia de equipo que sabe vender por el precio justo.

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