¡Que tiemble Berlín!

Eran tan grandes las esperanzas depositadas que en la línea de salida no se recordaba un día con tanto hype. Y eso que el éxito del Maratón de València estaba asegurado ya antes de celebrarse gracias a sus 30.000 participantes (15.000 extranjeros de 124 países distintos) o a los más de 400 medios de comunicación acreditados. Todo salió perfecto también durante la prueba, con una lluvia de récords.

Y especialmente después por el excelente sabor de boca que deja una carrera en la que los 21.813 finishers, del primero al último, levantaron los brazos en señal de victoria cuando cruzaron la  meta flotante de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Expectativas cumplidas de sobra. La fiesta que había preparada no la aguó ni el innegable chasco de Gidey, aún así la mejor debutante de la historia.

Como contrapartida, la sorprendente Beriso se convirtió en la tercera mujer en bajar de las 2 horas y 15 minutos en los 42,195 kilómetros. Y el joven Kiptum rascó la tercera mejor marca de todos los tiempos tras mitos como Kipchoge y Bekele. El cap i casal fue una vez más el escenario perfecto para una prueba especial y única en la que compiten los atletas de élite con los populares. Un orgullo para los valencianos, que tomaron las calles de la ciudad como en las Fallas. A ritmo de récords, València es la segunda más rápida del mundo por detrás de Berlín.

Un impacto brutal a todos los niveles, económico y simbólico. Y gasolina de la buena para un depósito que hasta ahora se encargaba de llenar más que nadie Juan Roig, quien pronosticó que el próximo año se cumplirá el objetivo de que haya más ingresos que gastos. ¡Que tiemble Berlín! Porque València no se conforma y la ambición es máxima para continuar posicionándose en el mapa mundial como la catedral del running.

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