Esos ingratos de Valencia

Ahora, por fin, sabemos lo que de verdad significan los penaltis de García en Las Gaunas que nuestra juventud nos hizo despreciar

Layhoon y Solís, en el palco

Layhoon y Solís, en el palco / Francisco Calabuig

Gauden Villas

Gauden Villas

La ingratitud lamina los cimientos de nuestra sociedad. Ya no es que no sepamos agradecer lo que hacen por nosotros sino que, antes al contrario, a menudo mordemos la mano que nos da de comer. Sirva como ejemplo lo mucho que Peter Lim nos está ofreciendo y lo poquísimo que se reconocen sus esfuerzos por ampliar nuestro caudal de experiencias. La inquina contra Meriton es tal que ya nada de lo que hagan nos parece bien.

Sirva como ejemplo de lo que nos habríamos perdido si Lim no hubiese enviado a Valencia a su cuadrilla de esforzados ejecutivos, la desmedida adrenalina que genera la pelea por el descenso en la que lo que queda de Valencia CF está metido de lleno. Olvídense de pelear por la Liga. Eso es un coñazo. El culé está hoy medio deprimido, casi aterrorizado, solo de pensar en cómo devolver los trillones que Laporta ha pedido prestados a la banca especuladora interplanetaria para intentar no hacer muchos más ridículos en Europa ¿Entrar en Champions? Eso es una mariconada emocional, calderilla para fichar con permiso de Tebas a algún delantero de la liga belga, en comparación con lo que se vive ahí abajo, en el lodazal incomparable e interminable de la pugna por ser el diecisiete. De veinte, con un par.

Sin Murthy, Hoon, Bey o Koh no habríamos descubierto el tipito de Aguado, con su calzón bien ceñido a la altura de las axilas, un rollo a lo Torró pero en bajito. Se nos habría escapado lo que para la historia del fútbol supuso juntar en una misma delantera a Guardiola y Roger -¡pedazo de cracks!-, estelares refuerzos de invierno de un Cádiz del que nos sabemos la alineación y hasta el nombre del portero suplente. Cuánto juego radiofónico dieron el fichaje de Gragera por el Español, la aparición ya no tan rutilante de Pezzolano y los errores de árbitros y VAR, que en Valencia perjudican con ensañamiento y en exclusiva al Valencia, en Almería al Almería, en Valladolid al Valladolid, en Vigo al Celta, en Cádiz al Cádiz y, aunque no lo crean, en Madrid al Real Madrid (aunque éste no luche por la permanencia y tenga a su afición bastante molesta con su presidente por ello).

En definitiva, gracias a los genios de Singapur nos hemos reencontrado con el fútbol modesto, con la esencia del tema, lejos de los timbales de las grandes ocasiones, y más cerca de lo que los ingleses pretendían cuando inventaron el negocio. Cuánta humildad nos han enseñado estos tíos, además ¡Vade retro talonario despilfarrador de Juan Soler! Arambarri nos parece una figura mundial y encima, ¡uruguayo! ¡como Cavani!, Isi Palazón el Maradona de Vallecas y Kluivert Junior el estilete con el que vamos a meter al Celta en el ajo este domingo. Placer este, el de disfrutar hasta el desparrame de la desgracia ajena, con el que hemos completado nuestra evolución personal. Porque donde antes había indiferencia, ahora pierde el Almería y le compras un brochecito a tu mujer. Le empatan al Valladolid en el descuento y lo celebras saltando en el balcón con el menos cargante de tus cuñados. Se pierde un partido por sanción Braithwaite y te pides un segundo chupito. Ahora, por fin, sabemos lo que de verdad significaban aquellos míticos penaltis de García en Las Gaunas que nuestra juventud pequeñoburguesa nos hizo despreciar.

Qué favor nos hiciste, por tanto, Amadeo. Tú, que parecías un mequetrefe más, con los ojos como platos cuando se te acercaban las señoritas que devolvían a toriles los futbolistas, resultaste ser el omnisciente hacedor de todo cuanto ahora tenemos. Regalaste el club a los chinos para hacernos felices, bribón. Y aún hay quien os critica a ti y al que tenían de presidente del Puerto. Vivamos, pues, el momento. Carpe diem. Dos victorias hacen falta, a no ser que pinchen todos los demás en todos los partidos y a la vez. Algo que, tal como está el nivel al que nos ha condenado Peter Tebas, tampoco es de descartar.

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