Árbitros, fútbol y periodistas, el combo mortal

Llevo una década dedicándome al periodismo deportivo y en muchas ocasiones me ha dado vergüenza. No miento

González Fuertes

González Fuertes / EFE

Pablo Leiva

Pablo Leiva

Llevo una década dedicándome al periodismo deportivo y en muchas ocasiones me ha dado vergüenza. No miento. He tenido esa sensación cuando conoces gente nueva y en las primeras típicas preguntas siempre está eso de ‘¿a qué te dedicas?’. Cuando uno dice ‘periodista’ siente ese ligero toque de vergüenza producto de cómo ha ido desvariando una profesión que tiene cada vez menos espejos en los que mirarse. Para colmo, el fútbol tampoco ayuda y saca lo peor de la gran mayoría. Y además llegó otra cosa para cerrar el círculo y terminar de convertir el circo en algo más dramático que graciosos.

Hace tiempo que incluso sabiéndome las normativas no sé explicar qué jugadas son mano, cuáles no lo son y en qué casos hay que pitar penalti y cuáles no. Tampoco sé cuándo tiene que entrar el VAR porque la milonga de ‘si hay contacto no se entra’ se la tienen que explicar a quien no viera el Celta-Sevilla. También hay que explicarle a los árbitros, esos que en la mayoría de los casos no han jugado a fútbol en su vida, ciertas acciones típicas que son puros lances. Como ese que también le guindaron a los de Benítez en Montilivi hace solo una semana. Como sucede en política, el ‘y tú más’ se ha vuelto también deporte general. Y si este domingo al Valencia le ayudan, porque le ayudan y hay que decirlo, soltar eso de ‘si pero es que muchas otras nos roban a nosotros’ es jugar a hacer trampas. Pero parece que si no lo dices quieres menos el triunfo del Valencia que otros. 

Suscríbete para seguir leyendo