Ni chantaje ni Mundial a cambio de más Lim

Una imagen del nuevo estadio proyectado para el Valencia

Una imagen del nuevo estadio proyectado para el Valencia / SD

Rafa Marín

Rafa Marín

Prácticamente el cien por cien de los encuestados por Lápiz Estratégico Consulting en el sondeo sobre el convenio urbanístico del Nuevo Mestalla para SUPER y Levante-Emv coinciden en que la marcha de Peter Lim tiene que ser impepinable por el bien del Valencia CF y la ciudad. Menos mal. A pesar del Juego de Tronos en el Ayuntamiento y sus derivadas en la Generalitat y el Mundial 2030, es algo en lo que incluso están de acuerdo todos los políticos, a los que ojalá guiase antes el bien común que el particular. No hay diferencias en el fondo, en el Lim Go Home, aunque sí y muchas en las formas, sobre todo en el dilema de si lo más rápido es ir a buenas o a malas, si jugando a puerta abierta o cerrada, si pensando en el club o en Meriton al otro lado de la mesa. Todo muy respetable salvo por el detalle de que ante esas divergencias lo que el incumplidor de Lim y los suyos plantean es un chantaje con todas las letras. Una postura del todo inadmisible que debería ser más que suficiente para que de una vez por todas, y van miles, imperase el sentido común. Para nadie es un problema que los beneficios de la operación urbanística reviertan en el club pero sí que lo hagan en el máximo accionista. Y ahí es donde merece ser escuchada la voz de cientos de valencianistas que han participado por correo electrónico en esta macroencuesta. Y es que, por encima de escritos en el descuento o al borde del fuera de juego, el tema del estadio es tan farragoso y aburrido en el día a día como estratégico para el futuro más inminente. También en el que tiene que ver con que un tercio de los electores estaría dispuesto a dejar de votar a su partido si cambia de postura. Interesante aviso para navegantes, desde luego, máxime cuando a día de hoy está en juego tanto una votación clave en el Pleno del Consistorio como una negociación por desbloquearse al más alto nivel en la Generalitat. Si Lim no ha acabado el estadio en tiempo y forma no es por culpa de nadie que no sea él y su negativa a invertir un euro. A estas alturas, por encima de triquiñuelas legales, esa realidad debería de estar fuera de duda. Lo mismo que no debería discutirse, por loable que sea la voluntad de no quedarse fuera, que el Mundial sea una moneda de cambio. Menos aún yendo de comparsa. Mundial sí, pero solo si no es a cambio de que Lim se perpetúe, de que siga haciendo negocio o de correr el peligro de que se encastille. Hay líneas rojas que bajo ningún concepto se han de traspasar, entre ellas un proyecto cutre que no está a la altura de la ciudad y cuyo presupuesto sigue siendo una broma. Son tantas las batallas perdidas a lo largo de los años que hay que plantearse si vale la pena correr el riesgo de acabar perdiendo la gran guerra.

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