«Debemos un profundo análisis de un mercado de invierno que es muy, muy complicado», decía Marcelino hace unas semanas, preguntado por la posibilidad de fichar en el inminente enero. La historia del Valencia CF está plagada de ejemplos que dan la razón al actual técnico del equipo: Víctor Hugo Aristizabal, Ortega, Carleto, Chori Domínguez, Vinícius, Enzo Pérez o Fabián Orellana. Sin embargo, otros nombres como los de Zaza, Jonas, Keita, Pablo Aimar y Adrian Ilie mantienen viva entre el valencianismo la esperanza de que el próximo fichaje de invierno sea un éxito. Los primeros llegaron en la década de los 80.

La liga española comenzó a regular un plazo para fichar a mitad de temporada en 1994. Casi una década después lo hicieron los ingleses. Hasta entonces lo de reforzarse a principios de año era una práctica poco habitual en la que el Valencia fue un pionero. Durante los años 80 tres jugadores aterrizaron en el club de Mestalla en pleno invierno: Adjutorio Serrat, José Raúl ‘Toti’ Iglesias y la estrella argelina Rabah Madjer. El comienzo de la crónica negra de los fichajes invernales.

El primero fue el que menos expectativas generó, pero quien más rendimiento ofreció de los tres. Tras formarse en la cantera del Barça, debutar en su primer equipo y ciuajar dos buenos años en Primera con el Hércules, el catalán Serrat llegó al Valencia a mediados de la temporada 1982/83 por deseo del entrenador, Miljanic. El exjugador serbio consideró que el lateral izquierdo requería más consistencia. Serrat era un zurdo cerrado, de pelo prematuramente canoso, peleón, fuerte y rápido. Buen defensor y centrador en ataque jugó con regularidad dos temporadas y media antes de marcharse al Sabadell."No gambeteaba ni una silla"

En la temporada 83/84 el Valencia de Paquito se diluía con el paso de los meses y los dirigentes en diciembre recurrieron al siempre prolífico mercado argentino. Desde Mario Alberto Kempes el club de Mestalla ha sentido una vinculación especial con el jugador de aquel país. Procedente de San Lorenzo de Almagro vino a préstamos un goleador oportunista que ya había pasado por España -vistió la camiseta de Logroñés y Recreativo de Huelva-. José Raúl ‘Toti’ Iglesias. Era conocido por las volteretas que daba para celebrar cada gol... Como el protagonista ha recordado, no hace mucho, en la conocida revista ‘El Gráfico’, el fichaje no funcionó: «‘Triunfaré en Valencia y demostraré que han acertado confiando en mí’… Paaaa, eso declaré. Fui a préstamo por seis meses; si andaba bien, el Valencia me compraba. Tenía 99 goles en mi carrera, me hacían notas en los diarios con el 99 formado con pelotas… y me volví seis meses después con 99 goles. Fue el único club de los 15 en que jugué donde no pude meter ni un solo gol. Increíble. Contra el Sevilla, por Copa del Rey, fuimos a los penales, y pensé ‘Bueno, al menos, lo meteré de penal’. Como los pateaba bien, el técnico me puso quinto en la lista y perdimos en el cuarto. Ni así pude (risas)». En la misma entrevista reconoce sus limitaciones técnicas, «Yo no me podía gambetear una silla (risas). Era muy oportunista, mi fuerte era la definición».

Una historia similar, en cuanto a lo de la probeza anotadora, es la de Víctor Hugo Aristizabal en 1994. El goleador colombiano, bautizado por Paco Roig como el ‘alacrán’, sólo jugó ocho partidos y marcó un único gol... de penalti y en amistoso contra el Utiel. Seis años antes del primer fichaje de Roig, en 1988, aterrizó de la mano de Arturo Tuzón Rabah Madjer, el hombre que ganó una final de la Copa de Europa marcándole un gol de tacón al Bayern. Venía cedido del Oporto. Mestalla se llenó para su debut en enero y él marcó de cabeza, pero su paso se consumió entre lesiones y regresó al club portugués.