ANÁLISIS

Los motivos del desastre del Valencia CF en el Villamarín

El equipo, en lugar de dar un paso hacia adelante, dio dos hacia detrás ante el Betis

Guedes no pudo brillar en todo el partido y terminó amonestado y desquiciado

Guedes no pudo brillar en todo el partido y terminó amonestado y desquiciado / Efe

Iván Carsí

Iván Carsí

Bajo ningún concepto el Valencia CF puede dar la imagen que dio anoche en el Benito Villamarín. El equipo encaraba el partido como un final para convertir en punto de inflexión el gol de Gayà frente al Mallorca. Nada más lejos de la realidad.

El equipo que tenía quedar un paso hacia adelante dio dos hacia detrás. La sensación del Valencia con el paso de los partidos es que lejos de crecer, involuciona. Ni desde el banquillo, ni desde el propio equipo se ha encontrado una solución a los graves problemas defensivos que sufre el equipo desde el gol de la victoria del Real Madrid en Mestalla. 

Ya no es que quede lejos el límite de 35 goles encajados es que con 17 tantos es imposible acercarse a la parte alta de la clasificación. Contra el Betis el equipo volvió a fallar en los primeros minutos del partido y así es muy difícil, ya no ganar sino sacar algo positivo en cualquier campo de la Liga.

De los once partidos que ha jugado el equipo esta temporada en seis ha empezado por debajo en el marcador. Un problema que condiciona sistemáticamente el plan de partido nada más iniciarlo. Problema.

Por otro lado la sangría de errores «evitables» como dice Bordalás continúa. Ayer fue Alderete el que se pasó de frenada en el penalti a Borja Iglesias y más tarde con el equipo grogui llegó el 2-0. Una losa demasiado grande como para poder dejarlo todo a la épica jornadas tras jornada.

Pérdida del ADN

Asimismo es urgente corregir la falta de intensidad que sufre el equipo desde hace semanas. El vestuario quiere, pero no puede. Y eso ha provocado que el equipo se haya dejado llevar en algún partido, haciendo más dolorosas algunas derrotas como la del Camp Nou o la del Villamarín.

Ya no el Valencia, ningún equipo puede bajar los brazos en esta liga, sino asume el riesgo de que cualquier rival pueda pintarte la cara.

Por último y el germen de todo es la pérdida del ADN. De la noche a la mañana un equipo en crecimiento ha olvidado las señas de identidad que le dieron alas para convertirse en un equipo «frágil» que lleva una dura dinámica de siete partidos sin ganar. Sin contundencia en las áreas y agresividad en el centro el equipo se diluye. El Betis ha enseñado las vergüenzas del Valencia ahora hay que taparlas.