"‘Güelo’, puc eixir?". Esa es la frase que marca el primer contacto de Toni Lato con el fútbol. Sucedía cada semana, en el campo de fútbol del Atlético Vallbonense. Tenía solo cinco añitos y su abuelo Manolo era el entrenador. En la Pobla todos coinciden en que si el nano hoy es futbolista es por el empeño de su abuelo. Cuántas veces le tuvo que decir su padre a su suegro aquello de "Manolo, no el dugues més al futbol que el xiquet patix"... Ni caso. Y es que aunque Lato hoy es un reloj, rinde con la misma eficacia en Primera que en Segunda B o en División de Honor juvenil, cuando era pequeño tenía un problema emocional: era excesivamente tímido. Por eso siempre se ponía en el banquillo. Después salía y marcaba gol. Uno, otro, y otro más, los que quisiera. Hubo una temporada en la que firmó 130 goles... ¡Y cada vez que marcaba se ponía a llorar! El problema llegó a ser tal que con siete años, en el Valencia, su equipo jugó un torneo en Andorra y no se lo llevaron.

Román, presidente del Vallbonense, no pudo ver en directo el partido ante el Celta ni tampoco el de Granada pero es una de las personas con mayor autoridad para hablar sobre Lato. Recibe a SUPER en el bar del Polideportivo Mas de Tous, donde el futbolista del Valencia acude habitualmente. "Lo conocí cuando todavía no tendría ni cinco años", indica, "y era bastante vergonzoso, ha cambiado bastante, ha aprendido mucho de su padre. Toda su familia son futboleros, lo llevaba en la sangre. Comenzó a jugar en el centro del campo. Entre él y otro, Iván, lo hacían todo. Todavía viene. Siempre que entrena su hermano, Raúl, viene por aquí a verlo. Se ha criado con nosotros. De aquí salió García Pitarch, Balaguer, Luis Gil... A Lato lo hemos visto desde pequeño, teníamos que renegarle porque siempre estaba con el balón. Aquí es uno más. Hay personas que se encumbran. Él al contrario. Es de lo más normal. Le dices algo y se pone rojo. Todavía es tímido aunque ya no tanto como lo era antes".

A Román, un día almorzando, el otro abuelo de Lato, Ximo, le dijo: "A mi hijo el mayor -Vicente, jugó en el Levante UD- lo he visto en Segunda División. Al pequeño -Toni Lato, padre del lateral del Valencia, que jugó en el Gimnástico- tengo esperanzas de verlo en Primera". No lo consiguió... Pero no se equivocaba mucho. Lo que no imaginaba era que años después el siguiente de la saga sí lo conseguiría. Y lo que queda. Lamentablemente Ximo no podría verlo porque falleció antes de que tuviera lugar la irrupción de Lato pero allá donde esté celebra cada una de sus galopadas por la izquierda. No es el único. Si uno pasea por la Pobla pronto se da cuenta de que al ‘26’ lo conocen en todos y cada uno de sus rincones.

Desde las seis de la mañana

En el kiosco El Rajoler, frecuentado habitualmente por algunos de sus familiares como su abuela Isidora, Fernando Crespo sigue de cerca sus progresos. "Este es el momento en el que tiene que jugar Lato, en otro momento podría estar marcado por el momento del equipo, el contexto acompaña. Al ser un jugador del pueblo nos ilusiona mucho. Lo está haciendo muy bien. Es una realidad, no está por hacer. Supera a Siqueira y podría disputar el puesto con Gayà. Su abuelo, su padre, su tío, su hermano, el otro tío... Son gente de fútbol. Cuando juega se nota. Aquí todo el mundo habla de él. Los días que juega el SUPER vuela, se acaba en seguida. A partir de las seis de la mañana, cuando abrimos, ya vienen todos sus amigos, sus familiares... Todos están orgullosos de ver al xiquet de la Pobla". Mientras Fernando comparte sus impresiones aparece en el kiosco Bea, la tía de la criatura. Prefiere no hacer declaraciones pero no duda en hacerse una foto para SUPER.

Lato acude a su casa cada semana, siempre que los compromisos con el Valencia no se lo impidan. Y es que su día a día es exactamente igual a como era hace doce meses y probablemente, analizada la personalidad llana del personaje, no varíe dentro de otros doce. Unos metros más allá del kiosco está la gestoría, donde trabaja María Ángeles, presidenta de la Peña Valencianista Balaguer de la Pobla y amiga personal de la familia. "Llevamos mucho tiempo siguiéndolo, allá donde va lleva el nombre de la Pobla y estamos muy orgullosos. Sigue igual desde que era pequeño. En la Setmana Esportiva, hace doce años, estábamos en el polideportivo y yo le decía a mi marido ‘mira, este chico va a llegar lejos’. En el autobús de la peña estábamos muy felices después de su partidazo ante el Celta en Mestalla. Éramos más de cincuenta. Ha demostrado que está para jugar y debe ser de la plantilla al cien por cien", relata ilusionada.

Marcaba goles olímpicos

En el bar Sindicat, junto a la barra, está Julio, que heredó el bar del polideportivo precisamente de los abuelos de Lato y lo llevó durante quince años. En torno al televisor del Sindicat se reúnen más de sesenta personas en cada partido del Valencia y todos vibran con el gran momento de Lato. "Las primeras patadas que le dio a una pelota yo las v", evoca Julio con una sonrisa de oreja a oreja, "las vi y vi también como lloraba. Su abuelo siempre estuvo encima de él, apoyándole y enseñándole. Le hizo coger muchos sofocos porque él le quería inducir y lloraba y lloraba. El otro día aquí todos se volvieron locos con la asistencia que dio ante el Celta. Decían ‘ya tenemos aquí una figura’. A mí el niño me quiere mucho, me da mucha alegría verlo, yo lo conozco desde que empezó a caminar, a él y a su hermano Raúl, que juega de portero. Allí en el campo de tierra Lato marcaba unos goles olímpicos que yo no me lo creía, es un chico muy noble, él y su familia".

Todos ellos, como tantos otros vecinos de su localidad, lo han visto crecer desde pequeño y lo quieren seguir viendo crecer en el Valencia. La Pobla de Vallbona hace fuerza por Lato: el lateral del futuro está aquí.