Guedes siempre es el futbolista a reducir y controlar. La consigna está clavada en la pizarra de todos los rivales y ha cambiado por completo el marco competitivo que encontró -y trituró- el portugués recién llegado a LaLiga. Gonçalo fue un arma indescifrable en la primera parte de la temporada, donde su potencia, su velocidad y sus recursos en carrera -también su pegada- le convirtieron en sensación absoluta. Pese a su explosión en Benfica y su categoría PSG, equipos como Málaga, Real Sociedad, Betis o Sevilla no encontraron la forma de ponerle freno.

Como es lógico, siete meses después, el contexto ha sufrido un giro de 180 grados. Guedes es factor desequilibrante y recibe un tratamiento a la altura: cada vez debe sortear más obstaculos, los adversarios se emplean con más dureza en la marca y tiene que resolver más problemas. La exigencia se ha multiplicado. El listón se ha elevado... y las expectativas se han sobredimensionado. Es fútbol. Guedes afronta una nueva prueba de nivel, también un salto potencial. La diferencia entre los buenos y los mejores reside ahí: crecer en la dificultad.

La situación del atacante representa perfecto el escenario que está abordando -con éxito- el bloque de Marcelino en la segunda vuelta. Los rivales adaptan su estructura y sus recursos para llevar al límite de sus posibilidades al Valencia CF, tienen claro sus puntos fuertes e intentan morder sobre sus debilidades. Sucedió ante el Leganés: retaguardia de cinco, tela de araña, cero espacios. Guedes y el Valencia han perdido el ´factor sorpresa´. Ahora tiene etiqueta zona Champions, de nuevo es rival grande a batir, caza mayor en LaLiga. Eso se nota.

Rendimiento objetivo frenado

Guedes no es un caso único. El marco de exigencia es igual para todos, pero no hay que olvidar lo que está soportando con 21 años, en su primera temporada en un campeonato de primer orden como LaLiga. En ese sentido, el camino de Carlos Soler tiene puntos en común. Los futbolistas no son máquinas, mantener un rendimiento constante no es sencillo para nadie. La pausa y la perspectiva son necesarias para establecer juicios. Mantener el paso de las primeras jornadas les hubiera disparado entre los diez mejores jugadores de LaLiga.

Los problemas físicos -puntuales- también han frenado su progresión: Guedes fue operado de una fisura en el pie a finales de noviembre y tuvo un problema muscular en febrero. La intervención -tras el partido ante el Barça, jornada 13- marca un antes y un después. Cinco asistencias y tres goles entre septiembre y octubre; dos goles (uno en Copa) y dos asistencias desde enero. El portugués es básico para dar con la mejor versión del Valencia, pero ha bajado el nivel de sus prestaciones. Cuestión de sensaciones y también de números. En los primeros once partidos promedió un 7,45 en el rating estadístico de whoscored, la media ha descendido hasta el 7,16 tras quedarse por debajo del 7 en nueve de los últimos catorce partidos.

Imprescindible para Marcelino

Las señales ha activado el debate. El juego y los datos dicen que ha bajado sus prestaciones, pero eso no significa que haya dejado de sumar. Al contrario. Guedes es fijo para Marcelino, un entrenador que no regala nada y está obsesionado con el rendimiento. El luso es fundamental para el juego de ataque, básico por sus características en la transición defensa-ataque y sus condiciones para manejarse a toda velocidad. Guedes es un generador de ocasiones imprescindible: así se mantiene entre los mejores en disparos realizados, asistencias totales, pases clave, regates y faltas recibidas por partido. Sometido a vigilancias tremendas, ya no disfruta de tantos espacios y tampoco puede trazar su tremenda diagonal de forma constante... eso le lleva a equivocar algunas decisiones y se está viendo. El reto está marcado: adaptarse y crecer.