"Simeone es un grandísimo entrenador, está haciendo algo increíblemente bueno en el Atlético durante muchos años, que es algo muy difícil". Celades revalorizó la trayectoria del Cholo. Marcelino hubiera firmado la frase. Cuando entrenadores con sensibilidades distintas coinciden, por algo será. Simeone está haciendo que situaciones complejas parezcan la tabla del uno. El pasado mes de diciembre cumplió ocho años al frente de la nave colchonera, ocho años en los que ha potenciado el temperamento competitivo del Atlético y ha sumado de forma determinante para elevar el club hasta otra dimensión... ocho años en los que han crecido los enemigos. Como es habitual, la convivencia produce -mucho- desgaste. Como es natural, su discurso no atraviesa al vestuario y a una parte de la grada con la misma vehemencia. Como es lógico, nada resulta como la primera vez. Como sucede siempre, han crecido las hostilidades, sobre todo, fuera del Metropolitano. La reiterada y periódica crisis del Atlético no es tan grave ni tan espinosa. Con los números de LaLiga como muestra y tras 23 jornadas transcurridas, las estadisticas refuerzan el discurso que el Cholo está defendiendo: no es tanto un problema de nivel de juego como de contundencia ante el gol, de pegada, de eficacia.

La crisis del Atlético está en que no hay un Griezmann; está en que Morata es poderoso en el juego aéreo, pero le falta claridad con los pies; está -sobre todo- en la figura de Diego Costa, físicamente mermado, muy lejos del nivel que convirtió a los rojiblancos en campeones de LaLiga 2013/14. Aquel Diego Costa era capaz de intimidar a todo campo, era un atajo directo a la yugular del adversario porque convertía en ocasión y en gol cualquier tipo de balón. Simeone ha tratado corregir la diferencia buscando -sin éxito- un killer capaz de simplificar la acción. Por eso, ha estado empeñado en Edinson Cavani. Por eso, sondeó a Mauro Icardi durante un par de ventanas de mercado.

Más remates, menos a puerta

Respecto a las últimas temporadas y pese a la fase de transición o de adaptación a otros futbolistas, el Atlético guarda patrones similares, genera más ocasiones, incluso remata más, pero lleva menos goles... porque encuentra menos portería. Los datos ayudan a poner el foco en la carencia. Antes, hacía más con menos. La media de goles por partido ha bajado medio punto (mirar gráfico). El equipo lleva diez goles menos a favor que en el curso 2018/19 (23 por 33) hasta la jornada 23. Una cifra considerable. Once menos que hace dos años a estas alturas de Liga. Si el Atlético centra más balones al área, lo hace por Morata. Ha perdido, eso sí, potencial para correr al contragolpe. En Copa del Rey, ante la Cultural, fue eliminado tras fallar lo que no se puede fallar en momentos donde no se puede fallar. Compitió mejor que el Valencia en el Reino de León, pero fue a la lona porque convirtió a Lucas Giffard en internacional.

Bien en defensa, pero no igual

El Atlético sostiene sus números defensivos. De hecho, lleva menos goles encajados que hace un año y recibe menos remates. Jan Oblak no admite dudas. Sin embargo, sí ha perdido volumen -considerable- en la media de intercepciones y entradas. Claro que es un bloque intenso y bien organizado, pero ha bajado en factores que tienen que ver con la agresividad y la recuperación. Pese a la energía de Thomas Partey o el gran trabajo de Felipe sus predecesores eran máquinas en ese apartado. Gabi, Tiago, Filipe Luís, Juanfran, Godín, Lucas Hernández, Rodri... esos jugadores -cracks, líderes- ya no están. El Atlético compite desde el rigor y la energía, pero ha perdido el espíritu contagioso de especialistas en la política de concesiones cero, de competir a cara de perro.

Hablar de transición, dar valor a los tiempos y a los procesos debería ser obligatorio. No es incompatible con con sostener el listón y exigir, pero teniendo presente la realidad: inversión no es garantía de resultados o rendimiento. Lodi, Arias, Herrera, Llorente, Mario Hermoso, son jugadores importantes, pero tienen sus condiciones propias, son menos mordedores por naturaleza. Claro que la apuesta por Thomas Lemar no ha funcionado y lo está pagando por su valor estratégico, pero pese al vacío del refuerzo fallido muchos interrogantes están relacionados con el desgaste que genera la falta de dinamita y la falta de capacidad para desequilibrar, con apartados de carácter individual y no colectivo.

Compite a lo grande

¿Titulos? La temporada pasada fue campeón de la Supercopa de Europa, ante el Real Madrid. El Atlético superó al Barça y llevó a los penaltis al equipo de Zidane en la Supercopa. En Liga, terminó perdiendo en el Bernabéu, pero hizo méritos en la primera parte para algo más. Le faltó golpear. Hace una semana, ante el Granada resolvió Ángel Correa y tuvo que aparecer el Oblak para salvar el 1-0 cuando el partido fue de claro dominio para el Cholo. "Viendo el partido del otro día, el primer tiempo fue cercano a lo que buscamos, queremos y somos. Ese es el camino a marcar, la necesidad de ganar que te genera ese vértigo, esa sensación de ansiedad porque necesitas ganar te aleja de la contundencia de resolverlo para que se cierre el partido más allá del 1-0, Cuando el resultado es corto, el vértigo y el ansia siempre está presente". El análisis de Simeone tiene carga de profundidad.

El Cholo no es perfecto y algunas de sus decisiones admiten debate, por ejemplo, en la adaptación de Joao Félix, cuyo naturaleza es de delantero. El portugués -20 años, 120 millones de euros- todavía no es un Griezmann ni se le puede exigir lo mismo porque está en un punto de cocción distinto. Félix tiene que dar y debe dar más en presente, pero se conjuga en futuro. Luego está el perfil. Probablemente, el Atlético necesitaba rendimiento inmediato. Para jugar de centrocampista ofensivo y en clave Portugal, mejor apostar por Bruno Fernandes que por Félix. El último movimiento delata imperfecciones en el club que no tienen que ver con Simeone. Yannick Carrasco no es el delantero que hacía falta, pero el regreso del belga tiene que ver con otra de las cuestiones que el Atlético si ha perdido: el regate, el uno contra uno, la capacidad para eliminar rivales que debería haber aportado Lemar y que fue perdiendo Griezmann. Carrasco tiene el desborde y la conducción en carrera. Al menos, se supone.

Rodrigo Moreno, al galope

El Atlético tiene problemas para gobernar al contragolpe. Por eso, uno de los objetivos principales para el ataque ha sido Rodrigo. Lo ha pronunciado Simeone. Los síntomas son inequívocos. Simeone es responsable, pero no puede con todo. Griezmann ya se quedó en 15 goles en Liga la temporada pasada. Álvaro Morata lleva siete hasta ahora... en la tabla de máximos realizadores tiene 16 jugadores por delante. El siguiente que más ha aportado es Ángel Correa; lleva cuatro. El argentino es el futbolista del momento. El mejor Diego Costa era un delantero capaz de superar los 20 goles.

DATOS: OPTA Y WHOSCORED