El modelo del Mónaco ha entrado en barrena. Las dos últimas temporadas en el Louis II confirman el frágil equilibrio de los ecosistemas y la importancia de las personas. Una mala decisión en la cadena futbolista-plantilla-entrenador-ejecutivos puede crujir un proyecto y puede llevar a cualquier club a la deriva. En el Mónaco se han equivocado perfiles, expectativas, tiempos e inversiones, se han mezclado buenas y malas decisiones hasta dilapidar millones de euros en ganancias hasta dejarse depredar por su propio sistema comprando a precios cada vez más altos -con sueldos cada vez más altos- para levantar un equipo que ya no funcionaba sin las figuras clave en el organigrama, desde la pantalla al césped.

Comprar talento joven a buen precio, dar espectáculo, obtener rendimiento, competir un par de temporadas con los más grandes, incluso ganar algún título. Traspasar y seguir acertando, subiendo el listón en cada operación. Comprar por 15 y vender por cincuenta. Parecía lo más fácil del mundo, al alcance de cualquiera... El reciclaje continuo es insostenible sin una base sólida, sin líderes, a todos los niveles, sin los ingresos y el estatus de la Champions. Lo es siempre, incluso en una plaza tan particular como el Louis II, con cero presión del entorno, de aficionados y prensa. No hay estructura o equipo que soporte perder a cuatro o cinco futbolistas sustanciales sin que su funcionamiento se resienta, por muy bonitos o muy JASP que sean los recambios.

Salida para 30 jugadores

El resultado es una institución sumergida en las tensiones internas, con el hilo vestuario-club cortocircuitado, con la necesidad de reformular la plantilla, la obligación de rebajar la masa salarial, en números rojos y con la necesidad de superar los 50 millones en ventas para solucionar problemas en el ejercicio financiero. El Mónaco tiene más de 60 futbolistas profesionales, 22 vuelven tras estar cedidos y necesita dar salida a no menos de una treintena. Hoy, sólo tiene propuestas que generen plusvalía por Kévin N'Doram (Lens, Metz) o Samuel Grandsir (Brest más clubes de la Premier y LaLiga).

Muchos adversarios en Francia y en Europa estaban esperando el momento con interés. Los problemas de tesorería pueden obligar al Mónaco a hacer sacrificios no deseados y traspasar futbolistas como Benoît Badiashile (prometedor central en la agenda del Valencia CF), Aurélien Tchouaméni, Fodé Ballo-Touré, Benjamin Henrich o Yousouff Fofana. Por encima de todos está Wissam Ben Yedder (29 años), máximo goleador de la Ligue 1 con 18 goles, como Mbappé, decisivo.

Toda la plantilla ha perdido valor, desde Guillermo Maripán (firmado desde el Alavés por 18 millones) hasta a Aleksandr Golovin pasando por Keita Baldé, un despropósito de 30 millones. En dos atacantes generación 2001 como Pietro Pellegri (Genoa) y Willem Geubbels (Lyon) se invirtió más de 40 millones de euros y han pasado más tiempo lesionados que sobre el campo. Fueron proyectados como reemplazos de Radamel Falcao y Kylian Mbappé. Eso fue medir mal. La cuestión es que hay buena materia prima, hay calidad y variedad para rehacerse, pero hace falta lógica y buen juicio.

Fàbregas como imagen

¿Cómo llega a esta situación un club que ha vendido por una millonada y que hace tres temporadas fue campeón de la Ligue 1 y semifinalista de Champions? En la pregunta está la respuesta: vendiendo, pero vendiendo sin control y equivocando apuestas. Tampoco ha exprimido al regateador Alain Saint-Maximin o al central Abdou Diallo. Detrás de un Toulalan no siempre explota un Fabinho, detrás de un Martial no siempre viene un Mbappé. La cadena que llevó de James Rodríguez a Bernardo Silva, de Kurzawa a Benjamin Mendy o de Kondogbia a Bakayoko se ha partido en varias posiciones estratégicas. Fàbregas, llegado al rescate en enero de 2019, es la bandera de esa ruptura. Con 33 años y una ficha de 7,2 millones de euros netos por temporada, está lejos de encajar salario con rendimiento o rol. Cesc fue una petición de Titi Henry. Nada que ver con el peso de tipos como Joao Moutinho, por ejemplo.

Como consecuencia de la pandemia, la Ligue 1 cerró el curso con el Mónaco en novena posición. Por segunda temporada consecutiva, los monegascos se quedan fuera de Europa, con lo que eso implica a nivel de involución deportiva y económica, tras coquetear con el descenso en la campaña 2018/19. Desmembrado el bloque campeón, Leonardo Jardim perdió tensión competitiva y las apuestas posteriores en el banquillo no encontraron un contexto sencillo. Thierry Henry estaba verde, el regreso de Jardim pronunció la decadencia y de nuevo se puso el proyecto en manos de un entrenador novel como Robert Moreno, cuya revisión ha quedado incompleta, con luces y sombras. Su continuidad tampoco está garantizada, según la información del diario La Provence. En el último mercado de invierno se gastaron 60 millones de euros con el objetivo de escalar hasta la zona Europa League, sin el efecto deseado, todo Sub-21 (Tchouaméni, Jean Marcelin, Fofana, Pavlovic) con gran futuro, pero necesitados de un proceso de maduración adecuado.

El momento de sacar colmillo

El veterano Danijel Subasic no va a renovar, mientras, Adrien Silva y Tiémoué Bakayoko finalizan su periodo a préstamo. Como Islam Slimani, con quien les gustaría seguir contando, pero gana 4,5 millones de euros al año. El club pretende cerrar el ciclo de Kamil Glik, Jemerson y Jorge, todos con fichas importantes. Futbolistas como Djibril Sidibé, Antonio Barreca, Chadli, Pelé, Aït Bennasser o Jean-Eudes Ahoulou vuelven de cesión y se les busca destino. Tras rodar fuera del Principado, sí tendrían espacio Henry Onyekuru (Galatasaray), el joven portero polaco Radoslaw Majecki (Legia Varsovia), Strahinja Pavlovic (Partizan), Biancone y Panzo (Círculo de Brujas).

Mbappé por 180 millones, James por 75, Martial y Lemar por 70, Benjamin Mendy por 57, Bernardo por 50, Bakayoko, Tielemans y Fabinho por 45, Kondogbia por cerca de 40, Rony Lopes por 25, Guido Carrillo y Aymen Abdennour por 22... Después de triturar a equipos de toda condición, como el Valencia CF, el fútbol ha dado un giro y el Mónaco va a tener que defenderse en una situación de debilidad.

Según la radiografia del diario La Provence

, Dmitri Rybolovlev, el multimillonario ruso que tiene la propiedad del club, ha fijado un requisito: regresar a la Champions en 2021. La presión es para Oleg Petrov, el sucesor de Vadim Vasilyev, director general en la etapa dorada. Se están gestando cambios radicales y se busca fichador tras la marcha de Nicolas Holveck al Rennes. Petrov tiene que lidiar con una misión titánica, con la ayuda de Viacheslav Ivanov, subdirector, e Igor Korneiev, asesor deportivo... que no conocen el mercado francés y el marco Ligue 1. Petrov sí que sabe lo que se juega; ya ha sondeado a John Williams (Amiens, que ha agradecido el interés y ha rechazado la propuesta) y a Olivier Pickeu (ex del Angers). Se busca un Luís Campos, el cazatalentos-director deportivo que sentó las bases del éxito, desde julio de 2013 hasta julio 2016, cuando se marchó para tomar el mando del Lille en 2017. Su sucesor fue el español Antonio Cordón, que duró un curso, tras dejar el Villarreal. Después han ido cayendo miembros de la sección scouting, como Geoffrey Moncada (Milan, diciembre de 2018). La cuestión definitiva es si Robert Moreno resistirá a la remodelación y, una vez superado el corte, si responderá al desafío.