Europa es menos sueño y más realidad

En un ejercicio de resistencia, liderado por Mosquera, Mamardashvili y Pepelu, los de Baraja conquistan El Sadar y se acercan a la sexta posición, que está a tres puntos

Conjura de los jugadores del Valencia tras el penalti atajado por Mamardashvili

Conjura de los jugadores del Valencia tras el penalti atajado por Mamardashvili / LaLiga

Pascu Calabuig

Pascu Calabuig

El Valencia CF, con su victoria de anoche en el Sadar frente a Osasuna (0-1), demostró que está preparado para combatir por una plaza europea y volver al concierto internacional tras cuatro años de ausencia. Gracias al gol de André Almeida y un funcionamiento defensivo notable, donde quien más desentona es Cenk Özkacar, los blanquinegros recuperan la séptima posición, con dos puntos más que el Betis, próximo rival el sábado en Mestalla. En los instantes finales del duelo, la fortuna se alió necesariamente con el extraordinario trabajo de los pilares que sostienen a este equipo: Cristhian Mosquera, Giorgi Mamardashvili y Pepelu. Ante Budimir, sorprendentemente, pifió un penalti a lo Panenka que murió sin fuerza en las manos del portero, que acertó también al no precipitarse en lanzarse hacia uno de los lados. 

Por encima de todo, el partido dejó como lección la madurez adquirida a lo largo de la temporada por los niños de Baraja, el conjunto más joven de la competición. Hoy, el Valencia ha distanciado a rivales como Osasuna, Getafe y Villarreal ocho puntos atrás. Además, la Real Sociedad, poseedora del billete de Europa League, queda ahora a tres puntos. 

Giorgi, capitán

Alrededor de 70 aficionados, entre viajeros y residentes en Pamplona, acompañaron al Valencia en la noche del lunes. La temperatura había descendido diez grados en cuestión de 24 horas, pero el frío no impidió que el calor desde la grada descendiera al césped, donde Mamardashvili capitaneó al equipo por primera vez. A diferencia de lo vivido -y sufrido- en Granada, la hinchada blanquinegra pudo lucir el mensaje con el que clama por la liberación del club: «Lim Go Home». Esta vez la bandera amarilla no fue retirada por la seguridad privada del estadio y los presentes ejercieron libremente el derecho constitucional de la libertad de expresión. El clásico lema de la resistencia contra Lim fue visto por su corte en València, entre ella, Javier Solís, que aprovechó su minuto de gloria en la televisión para hablar de la existencia de «un proyecto en marcha» por las extensiones automáticas de jugadores como Diego López y Mosquera.

En el Sadar, escenario que respira fútbol por las cuatro esquinas, el encuentro comenzó al son de los timbales de los Indar Gorri -Fuerza Roja-. En un ambiente caldeado por el enfado local tras el anuncio del adiós de Jagoba Arrasate, los de Rubén Baraja padecieron agazapado en campo propio. «¡Directiva, dimisión!», fue el grito inicial rojillo, con el que se posicionaron en favor de su entrenador.

Premio a André y Jesús

El ‘Pipo’ premió la revolución provocada en la segunda parte de Granada por André Almeida y Jesús Vázquez. Los dos entraron en el once. El ‘10’ en la mediapunta, y el zurdo, en el carril del lesionado Gayà permitiendo que Dimitri Foulquier regresara a la derecha. Jesús volvió a la escena principal ante el equipo del que su padre, Braulio Vázquez, es director deportivo.

La apuesta funcionó perfectamente. Al cuarto de hora, Almeida hizo reaparecer al Valencia conectando a todos los compañeros desde la zona media. A los 17 minutos, él mismo cruzó el balón al interior de la red para hacer que solo se escuchase a los valencianistas, que alargaron la fiesta en el 19’ con el «Peter, vete ya»

Con el botín del 0-1, mientras Osasuna renacía y empujaba, los che volvieron a su trinchera. El Sadar bullía, pero Mosquera fue un valladar que acabó desesperándolo. Munuera Montero amonestó al ‘Pipo’, muy activo en la banda, y la parroquia visitante reaccionó en la grada entregándose a su tótem. A quien considera el artífice de que el sueño europeo sea cada semana un poco más factible.

El ejercicio de resistencia, como más cómodo vive este Valencia de Baraja, se multiplicó en el segundo tiempo. Pasada la hora de juego, Budimir empezó a mostrar que no iba a ser su día. Perdonó el empate en una de las pocas ocasiones en la que los suyos rompieron los dos muros de cuatro que Baraja reordenaba una y otra vez desde la zona técnica. Más tarde, Giorgi salió como un lince enmendando las dudas del turco Cenk. El bloque defensivo fue revestido con las apariciones de Hugo Guillamón y Thierry. Herrando puso el corazón en un puño con un remate de cabeza que se marchó solo unos centímetros por arriba. Con el tiempo cumplido, Mamardashvili aguantó a Budimir con sangre fría para subsanar el penalti de Guillamón.