El último diagnóstico recibido por Bruno Soriano tras su enésima recaída el pasado més de octubre -o mejor dicho, tras su enésimo contratiempo físico pese a que entonces también tuvo una evolución positiva que le hizo albergar esperanzas- parece haber dado en el clavo y el veterano jugador de Artana puede estar viendo ya la luz al final de un larguísimo túnel.

El capitán del Villarreal había vuelto a trabajar sobre el césped y a reintegrarse mínimamente en la dinámica del grupo justo antes de que la competición se detuviese con el estallido de la pandemia y, lo que es más importante, según fuentes del club amarillo estaba "muy bien justo antes de que parara todo".

Hasta tal punto es así que, dentro de lo negativo que es la situación derivada de la expansión del COVID-19, uno de los pocos beneficiados puede ser el propio Bruno en el ámbito estrictamente deportivo ya que se uniría a su compañeros después de que todos hayan estado también inactivos durante un periodo más allá del trabajo individualizado que está realizando cada uno en su domicilio, lo que iguala las fuerzas. Ese es su momento. Esa es su intención si la pierna responde como hasta ahora, y se siente con fuerzas y optimismo para intentarlo.

La intención del jugador es reintegrarse en el grupo cuando se pueda retomar la actividad grupal para ver si la pierna le responde tras 32 meses inactivo -con toda la precaución y reservas que su caso obliga a tomar- después de que en julio de 2017 la «extirpación de un osteofito» junto a la tibia fuese el punto de inicio de un calvario en el que se han generado varios problemas posteriores que le han impedido reaparecer. Con 35 años ya, su última operación fue llevada a cabo por el doctor Sakari Orava en el hospital NEO Mehiläinen de Turku (Finlandia) a principio de temporada. Tomó aquella decisión tras varios tratamientos y el paso por diversas consultas médicas.

Bruno tiene contrato hasta junio de 2020 y su futuro es una incógnita debido a su larga inactividad y a la coyuntura económica que se avecina en el sector como consecuencia de la crisis del COVID-19